He apuntado al centro de la vida
aunque eso implique pisar cadáveres y cráneos
el único prostíbulo posible es la propia Naturaleza
y el ataúd entender que buscar la salvación es de un puritanismo insoluble e insolvente
pretendemos simplemente fingir el vuelo del águila para hacer tangible lo presente
mírame, amigo, no soy una mujer que busque la verdad en los ojos de su progenie
ya pueden beber las gacelas leche muerta o disolvente
o el emperador ahorcarse con su toga antes de que las cosechas acechen
como si fuera tan fácil deshacerse de las hipotenusas y parábolas
mi presencia aquí no es precisamente hacer vela de mis armas
ya sé cómo aniquilar la soledad a base de ofrecer pesebres
cómo devolverle a la noche su lugar en la Teogonía
que el mundo tome como dádivas las hojas de los otoños mensuales
no, amigo, no necesito ni a los paralíticos ni a las ancianas
necesito mi propio carro lleno de salchichas y al niño de Vallecas
mis ciento y cincuenta páginas de honestidad en la cama relatadas por un escritor ruso
conseguir que me penetren el Guernica y las obras enteras de Hans Baldung Grien
reconciliarme con el lenguaje matemático reconociéndome en la integración indefinida
eliminar de las enciclopedias los huesos sépticos o el maíz dulce de las cloacas
como propósito de año nuevo prometí confesarme a la postal de Isabel de Farnesio
y las experiencias más cercanas a la mística han sido sucubir al Tai Chi-Chi Kung
como hacerme la filósofa francesa aplicando los ciento doce géneros estéticos
para transformar la muerte a un icono irótico envidiado en el mundo de la pornografía
o pasearme entre los siete círculos con total impasibilidad
he decidido ponerme la máscara de la cabra para construir con la imaginación la arquitectura
que haga catenaria entre la espada de Damocles, la Tizona y la Colada
dejar que los poros supuren óleo y aguarrás sin ser capaces de quedarse mudos y sordos
la eternidad es la única que puede permitirse esperar
y yo he decidido ser mi propia mujer cananea repartiendo dones y bendiciones
retando a los apóstoles a que prueben con el vino las treinta monedas de Judas Iscariote
hacer del año un eterno juicio a Paris mientras cabalgo a lomos de la nariz de Pinocho
masticando entre los dientes las oscuras magnolias de un vientre aristotélico.