Los radiólogos del dolor me fascinan
cuatro frases son susceptibles al diagnóstico del trauma
una mancha en el tórax al ostracismo
coágulos en las arterias al compadecimiento
me seduce la idea de hacerles seres incorpóreos
abastecerles de suplementos vitamínicos abstractos
hablarles de serpientes y gusanos
de decapitaciones y lapidaciones
de estampidas nocturnas lideras por elefantes y cebras
de visitas de cirujanos dispuestos a amputar miembros
de quemarse entre llamas heladas y descontroladas
me cautiva la idea que prueben los placeres del llanto eterno
parecidos a los de un bebé de nueve meses pidiendo su chupete
hacerles una visita guiada por el conjunto de señales eléctricas
precisarles el momento idóneo en el que la señal signifique dolor
tal vez sepan donarle un color y característica específica
como denostarle el olor de los cuerpos calcinándose en crematorios
o la lengua muerta sumeria como lenguaje ancestral
los radiólogos del dolor precisan antes una radiografía
que escuchar el susurro de un muerto contándole su biografía.
Vanora Miranda