DESDE QUE EN 1826 el ingeniero francés Joseph Niépce hiciera la primera impresión fotográfica, la Fotografía pretendió ser objetiva: su máximo interés consistió en captar, sin ningún sesgo, lo que se presenta ante nuestros ojos.
Sin embargo, tras la irrupción de la tecnología digital las fotografías han comenzado a mentir más que nunca al suplantar el autor lo que hay por lo que él es y por lo que él hace.