La Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid : Homenaje a Fernando Huarte Morton (1921-2011)
La figura de Fernando Huarte Morton (1921-2011) tiene un gran significado para el mundo de las bibliotecas, el libro antiguo y la bibliografía española y goza de un profundo respeto, simpatía y admiración para todos aquellos que le conocieron y trataron personalmente.
En su biografía tuvo un papel muy influyente su padre, Amalio Huarte Echenique, también bibliotecario, profesor y gran estudioso, que le inculcó la pasión por el libro, la lectura, las bibliotecas y el mundo de las letras en general.
Fernando Huarte como bibliotecario, aunaba la faceta tradicional de la época que confería un carácter erudito y humanista a la profesión, con otra moderna y actual de profesional con vocación de servicio a la comunidad universitaria, en particular y a la sociedad, en general.
Desarrolló la mayor parte de su labor profesional en la Biblioteca de la Universidad Complutense en un momento decisivo en la historia de las bibliotecas universitarias españolas y de la propia universidad. La década de 1975 a 1985 supuso el inicio del progreso y del desarrollo de la Biblioteca Complutense, una institución con cinco siglos de historia.
Para comprender la gran labor de Huarte como director de la Biblioteca Complutense es preciso hacer un recorrido por la historia de la institución, desde sus orígenes hasta la actualidad.
Los orígenes de la Biblioteca se encuentran en la Librería del Colegio Mayor de San Ildefonso, fundado en 1499 por el Cardenal Cisneros en Alcalá.
Tras la fundación del Colegio, la Biblioteca gozó en el siglo XVI de esplendor para después ir languideciendo poco a poco hasta el traslado de la Universidad de Alcalá a Madrid en 1836.
La Ley de Instrucción Pública de 1845 estructuró, la antes denominada Universidad Literaria de Madrid, en facultades, cada una con sus respectivas bibliotecas, que llegarían a ser autónomas al finalizar el siglo XIX, reunificándose nuevamente en 1932.
El Reglamento de la Biblioteca de 1933 y la construcción de la Ciudad Universitaria supusieron el inicio del progreso y la modernización que se verían truncados por la guerra civil, a consecuencia de la que se perderían bibliotecarios, edificios y libros.
Los años posteriores fueron de lenta recuperación hasta 1975, año en el que accedió a la dirección de la biblioteca, Fernando Huarte, impulsando su modernización desde varios ámbitos: el reconocimiento institucional; la profesionalización del personal; la centralización de fondos; la normalización de procesos y servicios; el inicio de la mecanización del catálogo y la preocupación por el fondo antiguo y por la existencia de un edificio para biblioteca general.
Con estas acciones, las bases para la biblioteca del siglo XXI estaban puestas.
Huarte compatibilizó su gran labor profesional con sus otras grandes pasiones, el libro antiguo y los estudios bibliográficos, centrados especialmente en grandes autores, como Carmen Bravo Villasante, Dámaso Alonso y Camilo José Cela.
A su profesionalidad como bibliotecario y a su rigor científico como estudioso e investigador se unía su sentido del humor y su ironía que conferían a su personalidad un gran atractivo e interés para sus superiores y subordinados, amigos y compañeros.
