Para identificar la procedencia de los ejemplares contamos con una serie de signos, más o menos explícitos, que nos informan de la identidad del propietario. Suelen encontrarse habitualmente en la portada, las hojas de guarda, el final del texto o la encuadernación, pero pueden aparecer también en cualquier otra parte del volumen. Es imprescindible, por tanto, realizar un examen atento y minucioso del libro para localizar estas marcas o signos que singularizan el ejemplar y lo transforman en único.