Una piedra litográfica con historia
La piedra litográfica aquí expuesta sirvió para imprimir un aviso publicitario destinado a aquellas tropas españolas destinadas en el Báltico, comunicándoles que disponían en Hamburgo de dos libros en venta, un Diccionario y un Manual, que podían servirles para aliviar su problemática y azarosa estancia tan lejos de la patria.
El autor
Carlos de Gimbernat, autor de las dos obras anunciadas, fue geólogo español destacado de su época, una figura científica de relieve internacional apenas conocido en España a causa de haber vivido la mayor parte de su tiempo en el extranjero y encontrarse su obra científica dispersa por Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y, sobre todo, en Suiza. Destacó en muchos terrenos: hidrogeología, petrología, tectónica y estratigrafía y, sobre todo, en cartografía geológica
1807, los soldados españoles en el Báltico
La anécdota histórica que motiva la impresión de este anuncio es la que sigue:
Godoy firmó con Francia en 1796 el Tratado de San Ildefonso, un tratado que vinculaba "contra natura" a la monarquía borbónica española con la Francia revolucionaria, debido a la superioridad militar de esta última. Este Tratado, a cambio de la cesión a Francia de la Luisiana, creaba el Reino de Etruria como corte para el Príncipe de Parma, casado con María Luisa, hija de los Reyes de España, la cual sobrevivió a su marido como Regente de aquellos territorios. Éramos aliados de la Francia revolucionaria y nada tenía de particular que, atravesando el sur de Francia, una División española se trasladase a la región toscana, entonces Reino de Etruria.
En 1807, tras la conquista de Portugal, con Holanda sojuzgada y España, Dinamarca y Rusia aliadas, Napoleón estaba a punto de conseguir que entre Gibraltar y el Golfo de Botnia no hubiera ningún puerto donde los ingleses pudieran comerciar. Sólo quedaba por controlar, para cerrar el esquema, la costa báltica de Alemania; para ello tenía que ocupar las ciudades hanseáticas y echar de Pomerania a los suecos, últimos aliados de Inglaterra. En ese contexto, Napoleón invocó el Tratado de San Ildefonso, exigiendo a España que enviara un cuerpo expedicionario a la campaña del Báltico. En la primavera de 1807 comenzaron a salir hacia el norte de Europa, al mando del marqués de la Romana, las únicas tropas operativas que tenía España, a las que se unieron las hasta entonces destinadas en Etruria. La astucia de Napoleón tenía una triple intención: ayuda para la campaña báltica, salida de España de tropas dejándole en bandeja su conquista y abandono del reino de Etruria de aquel cuerpo expedicionario español allí destinado, que sostenía a los Borbones en un trono deseado por Napoleón para su hermana Elisa.
Al parecer, causaron estupefacción en Alemania los pintorescos soldados españoles y sus vicisitudes para enterarse de lo que, en 1808, estaba ocurriendo en la patria y regresar a ella. Las dos obras de Gimbernat pudieron servir para paliar tanto desconcierto.
[Texto extraído, ligeramente retocado, de: http://www.elmundo.es/ladh/numero106/todo3.html]