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La investigación bibliográfica (Pablo Cazau)

 
La investigación bibliográfica es aquella etapa de la investigación científica donde se explora qué se ha escrito en la comunidad científica sobre un determinado tema o problema. En esta nota damos algunas indicaciones a tener en cuenta al emprender este tipo de investigación, principalmente en lo concerniente a qué hay que consultar, y cómo hacerlo.

La investigación científica empírica tiene básicamente cinco etapas.

Primero, se definen algunas cuestiones generales como el tema, el problema, el marco teórico a utilizar, etc. Segundo, se procede a hacer una investigación bibliográfica, básicamente para ver qué se ha escrito sobre la cuestión. Tercero, se traza un proyecto. Cuarto, se ejecuta lo proyectado. Quinto, se exponen los resultados, usualmente por escrito.

En esta nota nos ocuparemos de la segunda etapa: la investigación bibliográfica. Esta indagación permite, entre otras cosas, apoyar la investigación que se desea realizar, evitar emprender investigaciones ya realizadas, tomar conocimiento de experimentos ya hechos para repetirlos cuando sea necesario, continuar investigaciones interrumpidas o incompletas, buscar información sugerente, seleccionar un marco teórico, etc.
Qué bibliografía consultar?

A la hora de resolver este problema, podemos diferenciar tres niveles de bibliografía, de acuerdo al tipo de destinatario para el que fue diseñada: la bibliografía para el público en general, la bibliografía para aprendices o alumnos, y la bibliografía para profesionales e investigadores.

a) Bibliografía para el público en general.- Incluímos en este ítem aquel material destinado a todas las personas, profanos o no profanos. En esta categoría ubicamos los diccionarios 'comunes', los diccionarios enciclopédicos, las enciclopedias, y los artículos de divulgación científica que se publican en diarios y revistas de interés general. Desde ya, entre estos artículos de divulgación encontraremos material de dispar lecturabilidad: algunos podrían ser de 'fácil' lectura, como un artículo sobre el ataque de pánico publicado en una revista femenina, y otros algo más 'sesudos' como el que habla de la estructura del universo en una revista de divulgación científica.

b) Bibliografía para aprendices o alumnos.- Incluímos aquí todo aquel material diseñado especialmente para la enseñanza sistemática y, por tanto, sus destinatarios son aprendices o alumnos. Por ejemplo, los manuales y tratados generales sobre alguna disciplina, las publicaciones internas de las cátedras, las clases desgrabadas de los profesores, textos indicados por los docentes como bibliografía, etc. Los diccionarios especializados (por ejemplo de filosofía, de psicoanálisis, de electrónica, etc.) fueron diseñados para alumnos pero también para profesionales e investigadores.

c) Bibliografía para profesionales e investigadores.- Incluímos aquí fundamentalmente los artículos especializados que aparecen en journals o revistas destinadas a profesionales e investigadores, como así también las comunicaciones hechas en Congresos o Simposios, tesis de doctorado, etc. La lectura de este tipo de material supone habitualmente bastante conocimiento previo, por lo que no es común que sea consultado por alumnos, ni menos aún por el público profano.

En general, hay siempre alguien que avala la calidad de lo publicado, más allá de si lo hace bien o mal. Por ejemplo, un diccionario está avalado por la editorial que lo publica, y difícilmente podríamos encontrar en él una leyenda que aclarase que el editor no sea hace responsable por las definiciones propuestas.De idéntica forma, un manual está avalado por el profesor que lo recomienda, y una clase desgrabada suele estar corregida por el docente que la dictó. Los artículos publicados en revistas especializadas están avalados en cuanto a su nivel de 'cientificidad' por un comité editor (1).

Otras veces, no hay nadie que ostensiblemente se hace responsable de avalar un escrito, siendo el ejemplo más patético al respecto la bibliografía que circula libremente por Internet. De hecho, cualquiera puede escribir cualquier cosa, incluso utilizando una engañosa sintaxis científica y un engañoso vocabulario del mismo tenor, y enviarlo desaprensivamente hacia la autopista informática.

Nos preguntamos ahora: ¿qué tipo de material debería utilizarse en una investigación bibliográfica con fines de investigación científica (y no, por ejemplo, a los fines de hacer una monografía mientras se cursa una materia en la universidad)?

En principio, considero que el investigador no debería descartar ninguno de los tres niveles de lectura: se puede encontrar material muy valioso en un artículo de divulgación científica, y material de baja calidad en un artículo especializado. El diccionario 'común' resulta muchas veces imprescindible a la hora de tener que definir conceptos, aún cuando no sea luego citado.

En suma: en principio podemos consultar lo que se nos antoje relevante, y en el nivel que sea. En todo caso, la restricción no pasa por lo que se consulta, sino por lo que finalmente se cita como bibliografía consultada.
Qué se cita de lo que se consulta?

Al respecto, pueden servir las siguientes observaciones:

a) Conviene no citar revistas de divulgación científica, porque a los ojos de muchos lectores y evaluadores, el material puede perder prestigio, seriedad o credibilidad. La razón principal es la creencia de que los artículos de divulgación científica son seleccionados más por su interés comercial que por su rigor cientifico o, si se quiere, más por su capacidad para impresionar que por su capacidad para respaldar lo que se afirma. Con esto no estamos descalificando la divulgación científica. De hecho algunas de ellas suelen publicar artículos firmados por investigadores de amplio reconocimiento académico en la misma comunidad científica, como por ejemplo Paul Davies o Carl Sagan. Aconsejamos, por lo tanto, citar aquella parte de la bibliografía consultada que abarca diccionarios de todo tipo, manuales y, en especial, libros y artículos especializados.

b) No debería incluírse bibliografía no consultada, lo que a veces se hace para 'abultar' la lista pretendiendo con ello dar al escrito mayor prestigio o, en el caso de alumnos que presentan monografías, dar la impresión de haber 'trabajado' más.

c) A veces, se menciona un texto que jamás se tuvo entre las manos, pero que aparece citado en algún libro efectivamente consultado. Se trata de un 'hurto lícito' de citas donde se usa al autor como un empleado, ya que fue él quien se tomó el trabajo de buscar la bibliografía. Personalmente, lo considero un recurso legítimo siempre y cuando: a) estemos razonablemente seguros de la fidelidad de la mención bibliográfica ajena, y b) cuando su empleo esté estrictamente justificado, es decir, no utilizar citas bibliográficas de otros libros 'porque sí'.
d) Una creencia muy extendida, sobre todo entre los alumnos que realizan trabajos escritos, es que si se cita un libro, uno debe conocer a fondo 'todo' el libro, porque "tal vez puedan preguntarme cualquier cosa sobre él". Desde ya, no hay que saber detalladamente todo el libro consultado, aunque sí conocer aquella parte que fue efectivamente utilizada, que bien pudo haber sido un simple párrafo.

Cómo buscar la bibliografía?

Dankhe (2) propone otro criterio para clasificar las fuentes de información bibliográfica, distinguiendo fuentes primarias, secundarias y terciarias. Una fuente primaria es por ejemplo un libro, o un artículo de una revista. Una fuente secundaria es un listado de fuentes primarias, como por ejemplo ciertas publicaciones periódicas que reportan y/o comentan brevemente artículos, libros, tesis, ponencias, etc. publicadas en determinado lapso de tiempo o para determinadas disciplinas científicas. Una fuente terciaria agrupa o compendia, a su vez, fuentes secundarias, como por ejemplo un catálogo de revistas periódicas.

Esta clasificación resulta útil para decidir por dónde comenzar la investigación bibliográfica. En general, conviene hacerlo por las fuentes terciarias para ver qué revistas publican material sobre el tema que nos interesa; luego, pasamos a las fuentes secundarias para localizar, dentro de las revistas, la información que necesitemos. Finalmente, las fuentes primarias así seleccionadas nos proveerán la información directa.

Hernández Sampieri y otros (3) ofrecen tres recomendaciones para buscar la bibliografía que nos interesa: a) acudir directamente a las fuentes primarias u originales, cuando se conozca bien el área de conocimiento en donde se realiza la revisión de la literatura; b) acudir a expertos en el área para que orienten la detección de la literatura pertinente y a fuentes secundarias, y así localizar las fuentes primarias (que es la estrategia más común); y c) acudir a fuentes terciarias para localizar fuentes secundarias y lugares donde puede obtenerse información, y a través de ellas detectar las fuentes primarias de interés.

No sé en qué área científica se desempeña el lector, razón por la cual sólo puedo recomendarle una fuente de información terciaria donde se reseñan sintéticamente diversas revistas científicas especializadas sobre distintas disciplinas como la biología, la medicina, la física, la ingeniería, la matemática y las ciencias sociales. Se trata del "Member Catalog" de la New York Academy of Sciences (4).

Si el lector opera concretamente en el ámbito de las ciencias sociales, le podemos sugerir un listado de fuentes secundarias (5), y si se ubica dentro de la psicología, puede solicitar en bibliotecas especializadas (por ejemplo en la universidad) el "Index of Psychoanalitic writting", el "Bibliographic Guide of Psychologie", los "Psycological Abstracts" que se publican desde 1927, así como índices de todas las revistas publicadas hasta la fecha en español o en otro idioma, etc.

"Psycological Abstracts" es una revista de resúmenes elaborada sobre más de mil revistas científicas a nivel internacional. Se publica cada seis meses y contiene no sólo resúmenes de artículos sino información de libros, capítulos de libros y otros tipos de documento. León y Montero (6) nos recuerdan, sin embargo, que nadie suele empezar a estudiar un tema buscando artículos en los "Psychological Abstracts", y, de hacerlo, descubriría que el volumen de lo publicado sólo en los últimos diez años sobre el más específico de los temas es tal, que no terminaría de leerlo en todo el tiempo que había previsto para la investigación. No obstante, podemos consignar que puede ser de utilidad para quienes ya son expertos en el tema o bien para aquellos que buscan obtener, solamente a partir de títulos, un panorama somero de lo publicado sobre el tema. Por lo demás y afortunadamente, el almacenamiento de la información en soportes magnéticos tipo CD-Rom está facilitando mucho la búsqueda.

Otra publicación que podemos recomendar es el "Annual Review of Psychology", donde un grupo de investigadores revisan lo escrito sobre una temática ordenándolo, comentándolo o criticándolo. Al consultar este tipo de material, no debemos pensar que la bibliografía publicada más recientemente es necesariamente la más actualizada.

Personalmente, he encontrado artículos fechados hace ochenta años con un increíble nivel de actualidad (caso Vygotski), y otros publicados hace muy poco pero que no agregan nada nuevo a lo que se viene diciendo desde hace mucho, ni en cuanto al contenido ni en cuanto a la forma de exponerlo.
Una vez que hemos identificado la fuente primaria de información (el libro, el artículo o la ponencia que nos interesa), comienza ahora la tarea de la consulta bibliográfica propiamente dicha.
Cómo consultar la bibliografía?

El principal problema que debemos encarar al consultar un texto es el procesamiento de la información. En efecto, la comprensión de textos expositivos científicos o técnicos es una tarea cognitivamente exigente, no sólo porque el lector debe poseer y ser capaz de invocar grandes cuerpos de conocimiento especializado, sino también porque debe ser capaz de realizar una variedad de procesos de lectura y administración de memoria (8).
La cuestión, sin embargo, no depende solamente de nosotros sino también de quien escribió el texto. Hay artículos que son muy complejos, y no por el tema sino por la forma en que fueron escritos.

Por ejemplo, un artículo es más fácil de comprender si está dividido en subtítulos, o si tiene un resumen al final, o si el autor expone sus ideas en forma ordenada. En términos cognitivos, decimos que el texto en cuestión creó las condiciones para ahorrar los recursos de memoria, para reasignarlos al proceso de comprensión e integración.
Cuando se lleva a cabo una investigación bibliográfica, desde un punto de vista cognitivo la mente realiza fundamentalmente tareas de ingreso de información (in put) y de procesamiento. En cambio, cuando se exponen los resultados de la investigación pasan a un primer plano la tarea de egresar la información (out put). Por consiguiente, la investigación bibliográfica exige habilidades vinculadas con el in put y el procesamiento, y en particular, la consulta bibliográfica tiene más que ver con éste último. Por ejemplo: El input tiene relación con buscar, percibir, escuchar, oír, leer, memorizar, retener, seleccionar. El procesamiento tiene que ver con analizar, definir, relacionar, comprender, comentar, criticar, crear, comparar, entender, concluír, inferir, razonar, ordenar, organizar, deducir, suponer, inducir, problematizar, opinar. Las habilidades para redactar informes científicos, en cambio, se centran en el output: exponer, enunciar, mentar, decir, escribir, hablar, mostrar, redactar, informar, comunicar, esquematizar, graficar, concluír, resumir.

Durante la consulta bibliográfica, el texto puede leerse de dos maneras: secuencialmente o estructuralmente. La lectura secuencial es un pésimo hábito que algunos arrastran desde la primaria, cuando nos obligaban a leer palabra por palabra o línea por línea. Lee secuencialmente quien comienza leyendo el material desde la primera línea, y no para hasta la última.

La lectura estructural, en cambio, supone leer títulos y organizar el texto a partir de allí, supone trazarse un mapa mental del texto para saber adonde apunta y cuáles son las ideas principales. Una forma de lectura estructural es, por ejemplo, leer el título del artículo y a continuación el resumen, que puede figurar al final. Otra manera es intentar hacer una red conceptual relacionando los títulos y subtítulos entre sí.
Una vez realizada esta lectura estructural, decidimos si nos interesa o no seguir profundizando en el texto. En caso afirmativo, seleccionaremos los párrafos que más nos interesan basándonos en una rápida lectura de las palabras iniciales. Una vez seleccionados los párrafos, deberemos concentrar nuestra atención no sólo en el contenido informativo, sino en la forma en que la información es presentada: en cada párrafo, ¿el autor se propone analizar, comparar, criticar, clasificar, definir, opinar, sintetizar, defender una idea, o qué? En el recuadro adjunto enumeramos algunas de estas operaciones que deberán tenerse en cuenta para procesar la información.

Cómo registrar la bibliografía consultada?

A medida que vamos consultando la bibliografía, también vamos al mismo tiempo registrándola. La forma tradicional de hacerlo es en fichas, aunque también pueden usarse cuadernos, libretas u hojas sueltas. En rigor, no importa mucho la manera en cómo se registra la información, lo que además depende de cada cual (7). Sin embargo, y sea cual fuese la técnica empleada, deberá discriminarse bien si lo que se registra es un resumen de lo consultado, una cita textual, un comentario nuestro, una crítica que hemos hecho, o una idea suelta que se nos ocurrió en ese momento.

La investigación bibliográfica termina en principio con el registro de lo consultado, y hasta ahora nuestra labor ha consistido apenas en reunir algunas piezas del rompecabezas, no en armarlo, cosa que será la labor de toda la investigación en su conjunto hasta su presentación por escrito en un informe final.

Pablo Cazau Lic en Psicología y Prof de Enseñanza Media y Superior en Psicología
Buenos Aires, Marzo 2000
(1) Los procedimientos para avalar literatura científica pueden a veces estar reñidos con la moral. Véase por ejemplo Cazau Pablo, "La ardua tarea de publicar", Revista Observador N° 32, Enero / Abril 1999, Buenos Aires, pág. 57.
(2) Citado por Hernández Sampieri H. y otros, "Metodología de la investigación", McGraw-Hill, México, 1991, pág. 23.
(3) Hernández Sampieri y otros, Op. Cit., pág.
27.
(4) Se puede solicitar por correo a New York Academy of Sciences, 2 East 63rd Street, New York, NY 10021, USA.
También puede consultarse www.nyas.org en Internet.
(5) Ver Hernández Sampieri R., Op. Cit., págs. 445-446.
(6) León O. y Montero I., "Diseño de investigaciones", McGraw-Hill, Madrid, 1993, pág. 299.
(7) Para mayor detalles acerca de cómo se elaboran fichas bibliográficas para el registro de la información consultada, puede verse Hernández Sampieri R., Op. Cit., págs.
30-37.
(8) Britton B., Glynn S. y Smith J., "Cognitive demands of processing expository text". En: Bruce K. Britton y John Black (Eds.), "Understanding expository text", pp. 227-248. Hillsdale, New Jersey, Lawrence Erlbaum Associates, 1985.
Existe traducción en castellano: "Exigencias cognitivas para el procesamiento de textos expositivos", publicación interna de la cátedra de Psicología General II de la Facultad de Psicología de la Universidad de Belgrano, 1998. Traducido y abreviado por Carlos Molinari Marotto.

Algunas operaciones que requieren ser identificadas en una consulta bibliográfica

ANALIZAR Descomponer en partes una cosa y considerarlas de a una. Ejemplos: clasificar, describir.
CITAR Mencionar las ideas de otra persona o personas.

COMPARAR Señalar las semejanzas y/o diferencias entre dos o más cosas o ideas. Confrontar.

CONCLUIR Hacer un 'cierre' del texto, resolver de alguna manera lo dicho destacando consecuencias o aspectos significativos, o, especialmente, combinar ideas ya expuestas para construír una idea nueva.

CRITICAR Cuestionar o rechazar una idea mediante respaldos argumentativos. En sentido amplio, criticar implica analizar los pros y los contras de una afirmación, discutir, evaluar.

DEDUCIR Extraer una conclusión lógicamente necesaria de una o más premisas.

DEFENDER Apoyar una idea mediante respaldos argumentativos.

DESTACAR, aceptar, apreciar, reivindicar, valorar.

DEFINIR Explicar brevemente el significado de una palabra.

DESCRIBIR Enumerar las características de una cosa o situación.

EJEMPLIFICAR Mencionar casos o situaciones más o menos concretas que correspondan a una idea o a un caso más general. Ilustrar, mostrar.

EXPLICAR Dar cuenta de un hecho o situación relacionándolo con causas, finalidades, motivos, antecedentes, consecuencias, implicaciones, etc.

HISTORIZAR Trazar la reseña histórica de la evolución de una idea.

INDUCIR Extraer una conclusión más general y de carácter probable a partir de casos particulares. Generalizar.

OPINAR Formular un juicio sin fundamentarlo rigurosamente. Conjeturar, suponer.

PROBLEMATIZAR Formular preguntas o problemas, más allá de si en el texto se ofrecen o no respuestas o soluciones.

REFERIR Remitir a otra parte del texto. Ejemplo: anunciar o informar acerca del tema del texto siguiente.

RESUMIR Abreviar un texto en sus ideas principales y respetando el orden de la exposición original.

SINTETIZAR Puede significar resumir o concluír, según se trate, respectivamente, de una síntesis analítica o de una síntesis dialéctica. Ver Resumir y Concluír.

SUGERIR Instar al lector a que piense o haga determinada cosa. Convencer, persuadir.

Finalmente, nos ha parecido útil listar algunas preguntas que, a juicio del Prof. Eugenio Fasano, podemos hacernos al leer un texto científico o filosófico:

qué dice realmente?, qué oculta?, qué disimula?, qué simplifica?, qué ignora?, qué presupone?, qué falsea?, a qué nos induce?, qué acentúa?, qué niega?, qué provoca?, etc.

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