Ir al contenido | Inicio/BuscarServiciosBibliotecasColección DigitalAyuda

La árdua tarea de publicar (Pablo Cazau)

 
           
La fase final de una investigación es la publicación de sus resultados para ser utilizados como puntos de partida o referencia para nuevas investigaciones. Pero un afán narcisista o la simple necesidad de obtener un mejor empleo mueven a los científicos a publicar -sea como sea- esos resultados en revistas de renombre, aún cuando a veces los procedimientos estén reñidos con la ética y con el profesionalismo. La selección de los trabajos tampoco suele resultar todo lo objetiva que sería deseable.
No hace mucho, hemos tenido acceso a un documento reservado de una importante universidad privada de nuestro medio, donde se describe una matriz de evaluación de antecedentes para todos aquellos profesores que deseen acceder a algún cargo docente en la institución. Uno de los ítems se refiere a la actividad académica, e incluye una evaluación de los trabajos publicados por el candidato, proponiéndose una distinción, por un lado entre ser el autor, el coautor, o un mero compilador, y por el otro entre haber publicado en una revista con referato sin referato.
Respecto de esta última cuestión, es obvio que no es lo mismo haber publicado un artículo científico destinado a señoras gordas en un periódico de barrio, que haberlo hecho en una revista de la talla de "Science", "Psysics Today" o "Nature", donde los artículos son estrictamente -y supuestamente- seleccionados por su calidad académica por un 'referee'.
El afán por publicar en estas revistas es grande. Para John Maddox (1), director de "Nature", quienes salen en sus páginas no tardan en recibir ofertas de trabajo y diversas colaboraciones. Hoy existen más de 40.000 revistas y periódicos especializados que cubren casi todos los campos de investigación, publicándose anualmente en ellos más de un millón de artículos.
Cada revista tiene su propio equipo de "reviewers" o revisores, verdaderos referees encargados de evaluar la calidad y originalidad de los materiales presentados detectando posibles plagios o repeticiones. A veces, estos revisores siguen criterios mas bien subjetivos como la coherencia del trabajo con la línea editorial, la nacionalidad, el renombre o la 'moda' de los autores, lo cual puede dejar de lado resultados de investigaciones verdaderamente originales o promisorias.
Otros investigadores optan por publicar un libro -en ocasiones hasta arriesgando su propio capital-, para lo cual hay dos opciones: o bien recurren a cualquier editorial que acceda a la publicación mientras el autor pague, o bien a ciertas otras editoriales que -sin dejar de lado tampoco el afán comercial- suelen revisar la calidad del trabajo y lo avalan con su propio renombre.
Sea como fuere, el ansia por publicar suele convertirse en una verdadera obsesión que a veces produce resultados deplorables, tales como trabajos sin rigor científico, o bien muy rigurosos, pero plagiados. Veamos algunos ejemplos (1).
1) "No hace mucho que el doctor Jerome Jacobstein, del Colegio Médico de la Universidad de Cornell, testificó ante el Congreso de EEUU que el 25% de todos los comunicados científicos podrían estar basados en parte en datos que han sido ocultados o manipulados intencionalmente. Célebre es el caso del oncólogo iraquí Elías A. K. Alsabti, que en los años setenta consiguió un impresionante currículum capaz de acomplejar a cualquiera. Su técnica consistía en dedicarse a calcar trabajos publicados en revistas de prestigio y enviarlos con una redacción distinta a boletines de menor difusión. Así se hizo con más de un centenar de informes y comunicados, pero se sospecha que no fue autor de ninguno".
2) "Tampoco es un secreto que determinados revisores a los que las revistas envían los trabajos originales se aprovechan de estos documentos para utilizarlos en sus investigaciones personales. Incluso pueden retrasar su opinión y menospreciar su calidad para hacer públicos antes sus resultados o los de sus amigos. Los matemáticos recuerdan con cierto recelo a su colega francés Augustin-Louis Cauchy (1789-1857), que se inspiraba en los originales que la revista "Comptes Rendus de l'Académie des Sciences" le remitía para darles el visto bueno".
Pero publicar un artículo no es la única forma de adquirir prestigio. También se puede procurar de alguna forma que otros autores lo citen a uno. Pérez Mercader, físico teórico del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España (1), señala que muchas veces el impacto de un investigador no depende del número de veces que es citado en otros artículos, porque esto depende de una camarilla de autores que acuerdan citarse mutuamente. A Pérez Mercader mismo le sucedió que un colega suyo lo amenazó con que si no lo citaba, él también dejaría de citarlo.
Las mismas revistas científicas también adquieren prestigio en función de la frecuencia con que son citadas en otras publicaciones y, en este sentido, se les otorga un determinado 'factor de impacto' (1): si un científico publica un artículo en una revista con un alto factor de impacto, obtendrá seguramente más puntos para sumar a su currículum.
Una última oportunidad que tiene el investigador ávido de reconocimiento es enviar su material a través de Internet, lo cual tiene, desde su perspectiva, una ventaja y una desventaja: es conocido mundialmente pero su artículo, aún siendo original y valioso, podrá no ser apreciado en su justa medida por carecer de referatos, ya que en Internet, cualquiera puede difundir cualquier cosa en cualquier momento.
Pablo Cazau Lic en Psicología y Prof de Enseñanza Media y Superior en Psicología
Buenos Aires, Enero 1999
(1) "Publicar a cualquier precio", Buenos Aires, Revista Muy Interesante N° 100, Febrero de 1994.
Quejas y sugerencias Mapa web
Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid
Ciudad Universitaria - 28040 Madrid
bucweb@buc.ucm.es
© UCM 2024