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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Domingo, 24 de noviembre de 2024

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Timidez patológica, un impedimento para enamorase: “Amiel” de Gregorio Marañón

Tal vez no se sepa que el Dr. Gregorio Marañón (1887- 1960) es uno de los más brillantes intelectuales españoles del siglo XX y que, como médico, fue uno de los más importantes precursores de la Endocrinología.

 

Escribió el primer "Tratado de Medicina Interna" en España y su "Manual de diagnostico etiológico" (1946) fue uno de los más difundidos en las esferas médicas por su novedoso enfoque en el estudio de las enfermedades y por sus inéditas aportaciones clínicas.

žMás conocido por el hospital madrileño que lleva su nombre, pocos saben que destacó por un elegante estilo literario en ensayos biopsicológicos como Amiel y Don Juan; por un lado la descripción de un personaje tan tímido que, incapacitado para establecer relaciones femeninas, llegó virgen a la edad de cuarenta años, por otro el prototipo desvergonzado del conquistador sin escrúpulos, cuyas relaciones no son otra cosa que el resultado deseado del espíritu de conquista: dos polos opuestos y extremos de la realidad amorosa.

Marañón inicia así el proyecto de sus "ensayos biológicos" que se caracterizan por un análisis psíquico desde el punto de vista del perfil fisiopatológico del individuo. Una línea de bio-psico-análisis que, con su perfil de indiscutible originalidad, podría superar en algunos matices al pensamiento del propio Freud.

Verdaderamente existen personas que debido a su excesivo grado de timidez se sienten y consideran incapaces de concebir siquiera relaciones íntimas con otra persona. En este caso el hecho de enamorarse supone para ellas un reto imposible.

Buscar pareja es algo que, por sentirse tan inseguros e incómodos, ni se lo proponen a veces.

Pueden llegar a sentirse fuertemente atraídos por alguien pero su sola aproximación les desencadena una reacción fóbica de pánico social, que ahora interpretamos, en psicología clínica, como "trastorno de ansiedad social".

Las fobias sociales suelen aparecer a partir de la adolescencia o al principio de la edad adulta, y pueden vincularse con cuadros depresivos o de ansiedad. En cualquier caso hablaremos de "predisposiciones evolutivas" en la adquisición de este tipo de "temor social al enamoramiento".

Niños con elevada inhibición al contacto social, entre los 8 y los 12 años, podrían presentar una mayor tendencia a padecer este tipo de trastornos en su vida adulta.

La timidez patológica, como en el caso de Amiel, descrito por el Dr. Marñón, se considera así como una grave fobia social. De ahí que este tipo de dificultades psicológicas se expresen con todo tipo de reacciones psicosomáticas. Sudoración extrema (en las manos por ejemplo), taquicardias, ruborización exagerada (erotofobia) y en algunos casos, con más frecuencia en el sexo femenino y en la adolescencia, pueden provocarse episodios de enuresis secundaria. Ansiedad y trastornos del sueño y de la alimentación completarían el cuadro clínico propio de esta situación.

Tal vez no se trate del miedo al rechazo, sino más bien de la existencia de graves dificultades en el terreno de la estima personal. Suelen ser personas que sufren una intensa sensación de incontrolabilidad e impredecibilidad ante la posible reacción del ser amado, falta de asertividad y sensación de inferioridad en relación a la propia capacidad personal para controlar el contacto amoroso.

La representación mental que el sujeto recrea en relación al enamoramiento, viene acompañada, además, de todo tipo de pensamientos y de sentimientos negativos.

En el caso improbable de conseguir una pareja, el pánico al abandono, el temor de no llegar a ser suficientemente querido y aceptado o la creación de vínculos exagerados de dependencia pueden, como consecuencia del terror al abandono, derivar en actitudes artificiosas o propias de la enfermedad de los celos.

Afortunadamente los terapeutas disponen de estrategias de alta eficacia para el tratamiento de este tipo de fobias relacionales. Dado que tras este tipo de actitudes subyacen pensamientos negativos distorsionados, la terapia cognitiva-conductual es la más apropiada para hacer frente a estas conductas psicopatológicas.

El psicólogo/a clínico/a ayudará a su paciente a asimilar que ese tipo de pensamientos que tienen un correlato emocional negativo, son verdaderamente una distorsión de la realidad y, por lo tanto, se hace necesario modificarlos a través de un "re-análisis" más racional y ajustado a las circunstancias reales.

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