IMAGINERÍA EIDÉTICA EN LA INFANCIA
Tomás Andrés Tripero
Director de www.e-innova.ucm
El siglo XXI será el siglo del cerebro y de la mente. El siglo en el que, sin duda, de las manos de las neurociencias se desvelarán muchos de sus misterios. Uno de ellos es el del eidetismo. ¿Lograremos volver a vivir en nuestra mente - al cabo de los años y con absoluta claridad - episodios felices de nuestra existencia pasada?
Si los niños son capaces... ¿por qué nosotros no lo conseguiremos?
Efectivamente, la imaginería eidética consiste en la posibilidad de "volver a vivir" con absoluta claridad sensorial y con una gran sensación de realidad, escenas, fenómenos u objetos que anteriormente fueron percibidos, durante algún tiempo; esas imágenes poseen una gran calidad pictórica, incluso más rica que otros recuerdos propios de la memoria. Esta situación se da raramente en los adultos pero suele ser relativamente frecuente en la infancia, a los cuatro años en más de un 60%, aunque si el niño es muy pequeño la fiabilidad del testimonio es dudosa.
Suele ser bastante normal que los pequeños, desde una edad bastante temprana, tengan tendencia a vivir con intensidad los acontecimientos propios de su imaginación de una forma altamente representativa.
Y, como son incapaces de controlar esa imaginación mágica - particularmente cuando se trata de revivir escenas impactantes - la situación suele venir acompañada de reacciones de angustia, miedo y ansiedad, ya que el niño cree firmemente en la apariencia de realidad de tales representaciones.
A veces la imagen mental sirve como símbolo personal, tal es el caso de los "amigos imaginarios" que forman parte también de estas creaciones eidéticas en la infancia, pero en este caso el compañero suele ser un alter ego aliado y amigable, en otros casos puede evocar la necesidad de un sustituto protector de la figura paterna.
Otras veces se puede proyectar sobre un juguete - un muñeco de peluche - con el que se establece una comunicación, o simplemente sobre un fantasma que "habla" moviendo los dedeos de la mano como si fueran labios. Tal y como se refleja en una de las escenas de esa gran película que lleva por título "El resplandor" (1980) dirigida por Stanley Kubrik y magistralmente protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall y Danny Lloyd, en el papel del niño, el film está basado en la novela homónima de Stephen King.
En los niños autistas suele ser relativamente frecuente comprobar este tipo de comportamientos, aunque toda vía no sabemos cómo utilizarlos desde el punto de vista adaptativo.
Los amigos imaginarios, nacidos de una imagen mental, suelen aparecer en la vida entre los 4 y los 5 años, pero en algunos casos pueden acompañarles más tiempo. En ocasiones se trata de un personaje que representa un papel compensador, incluso, de las incertidumbres y temores infantiles.
Pero también puede ser una característica típica de los estados de conciencia alterados en la pre-pubertad (entre los 10 y los 14 años), edades en las que hasta más de un 40% los sujetos se manifiestan eidéticos.
Debido a este fenómeno los preadolescentes pueden revivir con una visión muy realista secuencias cinematográficas de alto contenido estresante o terrorífico. Si unimos esto a un desarrollo emocional intenso - propio de la edad - no será difícil enfrentarnos a una crisis nerviosa de difícil explicación para quienes no se encuentren informados de este tipo de fenómenos.
La percepción eidética suele aparecer de manera espontánea, viene acompañada de perturbaciones emocionales y fácilmente puede provocar en los niños más pequeños auténticos terrores nocturnos y que no hay que confundir con las alucinaciones hipnagógicas.
Las alucinaciones hipnagógicas, a diferencia de las vivencias eidéticas, son las que se producen en los estados propios del adormecimiento, cuando aún no hemos desconectado suficientemente de la realidad. Estas se suelen producir más a menudo en la adolescencia. Ver una aparición fantasmal en la habitación, por ejemplo. En la adolescencia no tienen mayor importancia, pero si éstas se dan en la Edad Adulta, podríamos encontrarnos frente a una situación más problemática desde el punto de vista psíquico y que por lo tanto precisaría de ayuda profesional especializada.
Algunas películas como "Pesadilla en Elm Street" (A nightmare on Elm Steet) 19849, dirigida por Wes Craven, han utilizado este acontecimiento psíquico verídico para utilizarlo en clave de terror. El problema es que el público adolescente espectador es muy sensible y como consecuencia - películas de esta clase - pueden provocar también alteraciones psicológicas.