"1984", GEORGE ORWELL (1949): ANÁLISIS SOCIOLÓGICO
En el libro "1984" Orwell crea un Londres imaginario donde la sociedad está totalmente estratificada, controlada e, incluso, manipulada.
"El Partido" es la forma de gobierno totalitarista que controla toda la sociedad a su antojo. Todo el libro es la definición exacta del término "distopía" o "antiutopía". Si la utopía es la "obra que describe un futuro Estado Feliz de la humanidad, en el que cada persona tiene satisfechas sus necesidades y existe un gobierno benévolo que provee de todo lo necesario (o bien el gobierno ha desaparecido absolutamente, tras resultar innecesario)", como lo define Julián Díez; la distopía viene a ser la obra que describe una sociedad opresiva y cerrada sobre sí misma, donde no tiene cabida la idea de libertad ni si quiera para pensar, donde el gobierno, normalmente autoritario, convence, o por lo menos lo intenta, a la sociedad de que esa es la mejor forma de vida.
Prácticamente este es el tema del libro. Una forma de gobierno que controla todos y cada uno de los movimientos de todos los miembros de la sociedad y les dice exactamente lo que tienen que hacer, bajo pena de "vaporización" (lo que quiere decir que se desaparece sin dejar ningún registro ni dato que refleje que ha existido dicha persona) si no hacen lo que se les dice. Este control lo llevan a cabo mediante cámaras instaladas en todas partes (telepantallas) que permiten ver el comportamiento de cada persona durante las veinticuatro horas del día. Por este motivo, todos los ciudadanos deben controlar hasta el más mínimo indicio de sentimientos. También la propia sociedad aporta a la hora de llevar a cabo este control, ya que abundan las denuncias de unos a los otros por cualquier cosa para que, desde el punto de vista del Partido se les mire como buenos camaradas.
En la novela vemos cómo están definidos los roles que tienen todas las personas, pero no solo su rol, sino todo lo que tienen que hacer, como pertenecer a los Espías o a grupos donde organizan actividades colectivas que enfatizan el amor por el "Gran Hermano", líder del Partido. Todos actúan como saben que deben actuar. No hace falta que se les diga en cada momento lo que tienen que hacer, de hecho, supuestamente, no hay normas que digan que después de trabajar tengan que irse a casa o que no puedan entrar en las tiendas y barrios de los "proles" (ciudadanos que no perteneces al partido, pobres, pero con más libertad), pero todos saben que no lo deben hacer para que no se les comience a observar con más detenimiento cada detalle de lo que hacen, pues en todos está el miedo a que se malentienda algún gesto o movimiento que hagan y por ello los detengan o los vaporicen. Resulta interesante como trata el autor le tema y ver como los individuos acatan todas las normas que el Partido les impone y se creen todo lo que les dicen, aun sabiendo que el Partido no para de mentir. Orwell presenta un sistema de gobierno tan organizado que resulta aterrador, pues cuenta hasta con un ministerio que se encarga de "corregir los datos que tienen errores de imprenta" cuando en realidad lo que hacen es cambiar todos los registros de lo que dijeron cuando han fallado en algún dato para hacer que este sea cierto. Por ejemplo, decir que para el año próximo se fabricarán dos millones de botas y en realidad se hallan fabricado un millón y medio; solo es necesario cambiar el dato que se publicó donde decían dos millones por un millón y entonces nadie lo puede negar. De este modo, como dice Winston, el protagonista, podrían decir que dos más dos son cinco y todos lo tendrían que creer ya que en ningún sitio consta que eso no sea cierto, y que en realidad dos más dos sean cuatro. Además, por el miedo a ser detenidos, nadie se atrevería a decir lo contrario ya que, de hacerlo, podrían ser vaporizados.
Otro punto de la novela digno de ser destacado es la organización de los ministerios.
Este sistema de gobierno consta de cuatro ministerios: el ministerio del amor, el de la paz, el de la abundancia y el de la verdad.
El ministerio del amor es el encargado de llevar a cabo los castigos y decidir cuáles corresponden a cada delito.
El ministerio de la paz se encarga de los asuntos relacionados con la guerra. Oceanía (el continente que gobierna el Partido), siempre está en guerra con los otros dos continentes (Eurasia y Estasia). El ministerio de la paz se encarga de que esto sea así. Si acaba una guerra con una de estas dos superpotencias, se empieza una guerra con la otra, y se alía con la que era su enemiga anteriormente (hecho que se modifica en los registros, y pasa a ser el nuevo enemigo con el que siempre ha estado en guerra). Esto sirve al Partido para dirigir el odio de la sociedad hacia una dirección concreta y llevarse toda la admiración de la ciudadanía.
El ministerio de la abundancia es el encargado de los temas relacionados con la economía y de racionar al máximo las existencias. Mientras los "proles" viven en una pobreza humillante y al margen de las comodidades que el Partido proporciona a sus propios miembros, estos últimos no cuentan con demasiados lujos. De hecho, cuentan cada día con el alimento justo, la ropa estrictamente necesaria (el mono del Partido), solo un par de botas... El lema de este ministerio es que cuanto menos se tenga, menos se quiere.
El ministerio de la verdad, donde trabaja el protagonista, es el encargado de manipular los archivos y cambiar el pasado. Manipulan todo tipo de documentos (libros, periódicos, fotografías, vídeos...). Dentro del ministerio de la verdad nadie sabe cuál es el cometido de los otros, y tampoco deben mostrar interés por ello. Cada uno tiene su documento a falsificar y debe hacerlo solo y en secreto. Una vez terminado de modificar el archivo, el original debe ser destruido para no dejar ninguna prueba del fraude.
En cada ministerio, cada individuo tiene su papel claramente asignado. Unos no deben saber en que trabajan otros y para ello están muy bien repartidos también espacialmente. El puesto que desempeña uno se le asigna dependiendo para lo que valga. Por ejemplo, si a un individuo se le da bien escribir, le asignan el trabajo de modificar poesías para que se adapten a la forma de pensar del Partido; en cambio, si alguien tiene facilidad para imitar voces, se le asigna el puesto de doblador de voces en las grabaciones de audiovisuales.
Debemos destacar también la importancia del lenguaje en la novela de Orwell. La lengua actual, que contiene gran cantidad de sinónimos antónimos, adjetivos, etcétera, el Partido la quiere hacer desaparecer y basar el lenguaje en el menor número de palabras limitando así las posibilidades de expresión. Esta medida daría lugar a un mayor control sobre el "crimen de pensamiento" ya que si tienes tan pocas palabras y solo tienes las específicas para cualquier tema no puede haber equivocaciones a la hora de cometer un "crimen mental". Además de limitar el lenguaje, este sistema limita también el pensamiento, y como dice uno de los lemas del Gran Hermano, "la ignorancia es la fuerza", lo que quiere decir que si el pueblo es ignorante, quien manda tiene más poder.
El proletariado, que forma en este Londres que el autor ha creado, un setenta por ciento de la población, tendría la clave para acabar con el totalitarismo del gobierno. Los miembro del Partido, por su limitada libertad nunca podrían organizarse ni tendrían posibilidades para acabar con este. En cambio el proletariado, que vive fuera del control de las telepantallas podría perfectamente levantarse y rebelarse contra el sistema de gobierno, sino fuera por la incultura y la ignorancia de estos. Piensan que están bien así como están y no necesitan ningún cambio, no dándose cuenta de que podrían conseguir mucho si se unieran y lucharan por conseguir una libertad y una vida dignas.
Como conclusión, podemos decir que se aprecia claramente en el libro como el ser humano actúa de la forma que debe (que se le dice) de forma innata. No sabemos lo que debemos hacer desde que nacemos, pero sí vamos aprendiendo como debemos comportarnos en cada momento. De hecho, en cada momento, en cada situación, nos comportamos de forma diferente. Solo el hecho de dirigirnos a un adulto o a un niño de tres años al hablar, nos hace instintivamente cambiar el tono de voz, la selección de las palabras que empleamos, los gestos. Esto se debe a los roles que desempeñamos en la sociedad. Cada persona tiene sus roles, siempre en plural, pues todos cambiamos nuestra forma de actuar en unos momentos u otros.
Vemos en la novela cómo todos actúan de la forma que el gobierno quiere que actúen. En la vida real pasa lo mismo. Actuamos como se espera de nosotros que actuemos. La vida social no es posible sin tener personas alrededor. Una persona se comporta como tal debido a que sus acciones se dirigen directa o indirectamente a otras personas. Nos comportamos como está establecido que se tiene que comportar una persona y por ello decimos que el ser humano es un ser social.
Si nos fijamos en la novela, vemos cómo los miembros del Partido llevan su vida de forma rutinaria, sin cambios, sin exaltaciones... prácticamente sin sentimientos. En cambio los "proles" parecen tener una vida más animada, con sobresaltos y sorpresas, con exaltaciones y sentimientos. Prácticamente podríamos decir que los "proles" es el grupo de gente que lleva una vida como personas y, por el contrario, los miembros del partido, son como máquinas que hacen lo que deben hacer, interactuando con su entorno y con los otros miembros, pero sin expresar ningún aspecto meramente personal.
Si interactúan, se relacionan con otras personas, hablan, realizan actividades colectivas, pero hacen uso de las capacidades humanas como la improvisación a la hora de actuar, por ejemplo.
Orwell ha creado un mundo imaginario, que en un futuro muy lejano (por su complejidad y las disposiciones que requiere) podría llegar a darse. Es lo que sería el ideal de algún sistema totalitario, basado en la ignorancia del pueblo y mostrándoselo a éste como la mejor forma de vida. Pretende que las personas dejen de pensar por sí mismas y hagan solo lo que se les dice, privándoles así de todo lo parecido a la libertad. De este modo, se le quita al pueblo la capacidad de ser personas y de actuar como tal.
Para terminar, me gustaría añadir una opinión del autor sobre la obra que hemos tratado:
"Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias."
He creído relevante hacer un análisis sociológico de este libro dada la actualidad social en la que vivimos, ya que podríamos hacer una comparación muy cercana con lo que ocurre en el momento, la deshumanización de la humanidad, estamos acostumbrados a que ciertas cosas pasen, por ejemplo, a no tener el control de las decisiones políticas que se establecen en nuestra nación y que nos afectan directamente, o por ejemplo a que en lugares no muy lejanos ocurran desgracias por las que "no podemos hacer nada", aceptamos hechos y sucesos por los que alguien alguna vez no ha dicho "no podemos hacer nada, las cosas son así". Pues bien, creo que como podemos deducir con una lectura como la anterior la sociedad siempre es el que tiene el poder si no aceptamos el "las cosas son así" y deberíamos volver a ser conscientes de este hecho y ser consecuentes.
David Domínguez Carbonell