TECNOLOGÍA PARA LAS PERSONAS
La tecnología es hoy nuestra gran aliada. La primera voz que escuchamos por la mañana es la de un despertador que nos recuerda el momento de empezar el día. El microondas nos ayuda con el desayuno y los smartphones nos acompañan en el bolsillo a lo largo del día. Ante esta realidad se han levantado distintas voces para recordarnos que la tecnología es una herramienta, es decir, un medio para facilitar o cumplir determinados objetivos, apetencias o deseos pero que no debemos olvidar que todas las herramientas pueden utilizarse de forma correcta o de forma incorrecta. En este sentido, alertan de los riesgos que puede tener un uso poco correcto de la tecnología en lugares como el periódico Abc en su artículo "los riesgos del uso excesivo de las nuevas tecnologías" (18/08/2014), en el periódico de El país en artículos como: "Conducir con la cabeza en las nubes" (11/09/2013) o "Esquivar el <> de Internet" (08/02/2015 sección "Beneficios y riesgos") o en otras páginas como la de "tecnoadicciones" en la que nos señalan los beneficios y los riesgos de Internet, el móvil, los videojuegos o la televisión.
Las reflexiones más tratadas acerca de los riesgos de la tecnología son aquellas que advierten de los problemas que pueden generarse por un uso excesivo de los dispositivos. La hiperactividad por la sobreexposición a imágenes y estímulos, la vista cansada causada por fijarla durante horas en las pantallas o la tendencia a una vida sedentaria son algunos de estos riesgos. Así por ejemplo, ante la cantidad de horas que pasamos frente a la televisión al día (4 horas de media en España durante el 2013) surgen expertos como el doctor Aric Sigman que recalcan lo inadecuado de que excedan las dos horas frente a la televisión los niños que tienen entre 3 y 16 años y señala que los menores de 3 años no deberían verla en absoluto. Estas reflexiones básicas, no obstante, necesitan también de otras que se planteen las cuestiones relativas al uso que hacemos: unas reflexiones no solo cuantitativas sino también cualitativas. Un razonamiento que piense en los motivos por los que usamos un dispositivo u aplicación, si este es el más adecuado para nuestra intención, si su uso puede alejarnos de otros ámbitos de la vida que también son importantes (el social, el familiar etc), qué aportaciones ofrecen, para qué edades o circunstancias pueden ser beneficiosos y para cuales no... Sería beneficioso, muy especialmente, someter a critica todas aquellas tecnologías que son menos propensas a abrir las posibilidades de las personas que ha cerrarlas por facilitar, por ejemplo, una adición en su uso, unos impulsos más violentos, la disminución del interés de los sujetos por aprehender etc.
La reflexión acerca de la tecnología en sentido integral será fundamental para conocer el uso que de ella se hace en la sociedad, para plantear nuevas y mejores maneras de afrontar su uso, diseño, difusión, para pensar buenas maneras de aprovecharla y como evitar que eclipse otras cosas que podemos hacer en nuestra vida cotidiana. No obstante, debemos recordar que lo que dota de sentido a una reflexión no es simplemente el conocimiento de un montón datos enmarcados en un conjunto de escritos y estadísticas. Lo que dota de sentido pleno a la reflexión es que abra camino a una nueva forma de hacer las cosas, que propicie cambios en la vida de las personas, que motive para suprimir aquello que no haga un buen servicio...; en definitiva, que se potencien soluciones mejores a nuestras expectativas, que tras ese momento teórico haya un segundo momento: el de la praxis. En este sentido proponemos un momento de praxis concreta que intente acoger las principales críticas que se han realizado, por ello vamos a exponer una idea concreta o pequeño proyecto que podría realizarse como medio de actuación.
El exceso en el uso es la cuestión más reflexionada a propósito de la tecnología. Sí esto es así, puede ser un buen momento para proponer alternativas que ayuden a paliar su riesgo. Tenemos la capacidad, hoy, de generar aplicaciones que ayuden en la toma de conciencia y control de estos riesgos de una manera sencilla y económica: partiendo de tecnologías ya desarrolladas y aplicándolas a un objetivo diferente. Muchas páginas de Internet tienen un control de visitas, estadísticas de cuantas personas las están viendo o hablando sobre ellas en el momento. La televisión es capaz de medir cuando un televidente conecta con su cadena y cuando la abandona. Los videojuegos permiten llevar un control de cada usuario (en que momento del juego lo apagó, la puntuación que obtuvo...). Estos desarrollos tecnológicos son los que pueden ayudarnos a generar una aplicación sencilla capaz de utilizarse en los distintos dispositivos que utilizamos (la televisión, el ordenador, el iPod, los smartphones...). La propuesta consiste en una aplicación capaz de hacer estadísticas del uso que cada miembro de un domicilio hace de los distintos dispositivos. Podría dotársela con la capacidad de contabilizar las horas que se dedican o en que franjas horarias se utilizan más los dispositivos así como permitir la posibilidad de ejercer un control sobre su uso: restringir el número de horas totales o particulares (de todos los usuarios o de cada uno de ellos individualmente) según el día de la semana o las franjas horarias, así por ejemplo, podría programarse que no se pudiese utilizar Internet pasada determinada hora para garantizar un mínimo de horas de sueño. La propuesta facilita que el usuario pueda tomar conciencia de manera objetiva (a través de las estadísticas) del uso que hace a lo largo del año: si es un uso estable (a lo largo de varios años), estacional, si coincide con épocas de mayor o de menor estrés (exámenes, entrega de proyectos, época de reuniones, vacaciones...) etc. Es importante tener un conocimiento real de nuestro caso particular y no únicamente tener como referencia las estadísticas generales de una población, lo que nos ayuda no solo a tomar conciencia, como hemos dicho, sino también a poder hacer un seguimiento de nuestra evolución y tener a nuestra disposición herramientas que nos faciliten cambiar si así lo creemos oportuno o establecer un control. Por último no debemos olvidar el elemento de la difusión: en la medida que estas posibilidades se conozcan podrán ser de utilidad para todos, mientras que si no se difunden no abra un acceso real a ellas.
En conclusión. La tecnología no debe ser un área independiente de las personas, una suerte de realidad alejada de lo que necesitamos, lo que nos ayuda o nos dificulta las cosas. En esta medida hacer un juicio al respecto es fundamental pero no debemos caer en la tentación de quedarnos en la mera reflexión o conformarnos con decir que hay usos más o menos adecuados de la tecnología sino que esta debe ayudarnos a generar mejoras o alternativas prácticas, esto es, dadas de hecho. No debemos perder de vista, por otro lado, que la tecnología no tiene que ser mejor necesariamente <> (no tiene por que generar elementos cada vez más desarrollados y complejos) sino por y para el provecho de las personas entendidas no solo de manera global sino también de manera individual.
Belén Díaz Criado