LA IMPROVISACIÓN MUSICAL: UN GRAN DESCONOCIDO EN EL AULA

David Domínguez Carbonell

Antes de abordar directamente el tema de la improvisación musical, conviene saber primero de qué se trata. Muchos pensarán que la improvisación es coger un instrumento musical y aporrearlo para hacer que produzca sonidos diferentes y pensar que han producido música.

Otros, en un arrebato de lucidez intelectual dirán: no hombre, no. Para que sea una improvisación musical, esta debe llevarse a cabo siguiendo unos patrones, unas normas armónicas; porque la música no es solo la colocación de sonidos, unos tras otros, o de forma simultánea, sino la disposición de estos de forma ordenada y con cierta lógica.

Podríamos pensar que el segundo tiene razón, ya que dice cosas muy lógicas, con sentido, y se basa en conjeturas, conocimientos que todo el mundo considera como ciertos y por tanto, se dan como válidos. Pero si preguntásemos a Kodály, a Zamacois, a Willems o a otros pedagogos musicales ampliamente reconocidos ¿qué nos dirían que es la improvisación?

Seguramente todos coincidirían en que la improvisación musical es la expresión espontánea de ideas musicales. Afirmarían, probablemente, que es una forma de composición. Podríamos pensar que asegurarían que es la forma más directa de expresar los sentimientos, sensaciones o emociones a través del instrumento. Pero lo menos probable es que se centrasen en aspectos armónicos.

La Educación Musical, que se lleva a cabo desde las primeras semanas de vida del bebé, se centra principalmente en la práctica. Comienza con la exploración de los sonidos del entorno. Continúa con  la de los sonidos del propio cuerpo. Más tarde, se empiezan a utilizar materiales y recursos cuyo único fin es el de la experimentación musical. Ya en la escuela se continúa, generalmente con instrumental Orff (pequeñe percusión indeterminada como claves, caja china, crótalos, etc. Y de percusión de altura determinada, como xilófonos, metalófonos, o carillones). A todo lo anterior, debeos añadir durante todas las etapas la experimentación y formación vocal, basada tanto en canciones como en melodías y fórmulas rítmicas ejecutadas con la voz.

Aun con todo lo anterior, la música se lleva a cabo y se vivencia desde otras muchas facetas de la vida, como el propio ritmo interno, el movimiento corporal o la danza.

Para comenzar a hablar de la improvisación, podemos comparar el juego de los niños y las niñas con la improvisación musical. ¿No es el juego infantil una forma de improvisación? Cuando el niño (entendiendo el término como masculino genérico que abarca el total de niños y niñas) lleva a cabo un juego de roles, está imitando conductas y patrones previamente aprendidos y desarrollándolos de la manera que mejor le parecen. Está improvisando su actuación como "x" personaje.

En otras ocasiones, podemos observar en el niño cómo canturrea una frase, la repite con diferentes tonos o matices, inventa una melodía o pone una que ya conoce para un texto que, por el motivo que sea, quiere destacar, ya sea porque es una petición.

que desea y no le contestan o porque es una idea que le atrae mucho y quiere destacar, o simplemente porque se aburre.

Estas actuaciones del niño ponen de manifiesto que la improvisación es una forma de actuación innata en el ser humano. El niño improvisa constantemente y es, incluso, su forma natural de expresión.

Entonces, ¿por qué en la escuela es una práctica tan poco común? La Educación Musical en la escuela tiene por objetivo principal la formación integral de los alumnos. No se trata de formar músicos, sino de fomentar que los alumnos sean seres musicalmente vivos, es decir, que vivan y experimenten la música y que, a través de ella, desarrollen todos los aspectos posibles de la persona, desde la maduración psicomotriz o el propio ritmo, hasta técnicas de un uso correcto del aparato fonador o el propio desarrollo del ámbito afectivo y estético.

La improvisación rítmica, que también es improvisación musical, se puede llevar a cabo con simples patrones rítmicos con percusión corporal, sobre una base de ostinato, en la que todo el grupo repite una sencilla estructura rítmica y uno a uno van improvisando.

La improvisación melódica es muy fácil si se hace con instrumentos de placas (xilófonos, metalófonos o carillones), pues basta con quitar las placas   correspondientes a las notas Fa y Si e improvisar con las restantes. Al tocar sobre esta escala pentatónica el alumno puede improvisar sin miedo a equivocarse, ya que este tipo de escala no permite crear fuertes disonancias. Esta técnica reforzará la autoconfianza y el concepto de cuadratura si se fomenta el uso de acabar las frases melódicas en Dominante, la primera, y en Tónica, la segunda.

Para realizar esta actividad una forma musical muy aconsejada es el rondó (A B A C A D A E...) en la que todos interpretan una parte común (parte A) y uno a uno van improvisando en las siguientes partes.

A través del movimiento es, tal vez, la forma en la que más se permite a los discentes la improvisación en las aulas. Es muy típico el juego de estatuas, en el que los  alumnos bailan libremente por el aula al ritmo de la música hasta que el maestro la pausa y estos deben permanecer quietos en la posición en la que se hayan quedado. Pero hay muchas más actividades que se pueden hacer. Dramatizar el texto de una canción que hayan aprendido es otra forma de trabajar la psicomotricidad y todos los aspectos relacionados con la música y el movimiento, así como los relacionados con la improvisación  corporal.

Como podemos ver, posibilidades para permitir a los alumnos una improvisación real en el ámbito musical, son muchas, de tipos muy variados y englobando diferentes campos de la música. La improvisación debe ser un recurso más en la actividad musical del aula, pues, además, es un instrumento insuperable para reconocer los contenidos que el alumno ha interiorizado realmente y permite una buena evaluación.