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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 9 de octubre de 2024

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¿Sexualidad humanoide y terapéutica? En las fronteras de la realidad y la ciencia.

¿SEXUALIDAD HUMANOIDE Y TERAPÉUTICA? EN LAS FRONTERAS DE LA REALIDAD Y LA CIENCIA.

 

Tomás Andrés Tripero; director de einnova ucm

 

Existen personas que por sus específicas situaciones físicas, psicológicas o socio-circunstanciales presentan serias dificultades para algo tan extraordinariamente benéfico para la salud física y mental como es el contacto y la experiencia sexual, la asistencia personal o la simple compañía. Y es así como a partir de los robots de asistencia médica diseñados para cuidar ancianos y enfermos, o para colaborar en las tareas domésticas, se disponen ya de mecanismos robóticos con apariencia humana capaces de desarrollar inteligencia artificial y simular un inteligencia sentimental acta para establecer vínculos emocionales y sexuales.


El gran reto del diseño de la inteligencia robótica actual - la inteligencia sentimental y emocional - aparecía sugerido por vez primera en la película "Metrópolis" de Frit Lang como una realidad factible. Y ya desde entonces se ha pensado en la posibilidad de incorporar componentes afectivo-emocionales a los robots, lo que ahora - pasado el tiempo - nos permite aumentar la eficacia de los sistemas inteligentes en su interacción específica con las diferentes necesidades físicas y sentimentales humanas.(Ver: María en Metrópolis. Tomás de Andrés Tripero. Biblioteca.ucm/es/revcul/e-learning-innova/8/art531. En Español y alemán).


Ahora, más allá del llamado "ciber sex" de la juguetrónica para adultos, se descubre la posibilidad de utilizar este tipo de creaciones robóticas para solucionar los problemas de soledad o de dificultad específica para el contacto sexual, desde un punto de vista estrictamente psico-terapéutico.


Es evidente que este tipo de recursos, fruto de los resultados más avanzados de la ingeniería electrónica, la Teoría de Sistemas y la informática, son extraordinariamente costosos y nunca podrán suplantar la calidad del trato humano verdadero. Pero el futuro, en este sentido también, ha comenzado.


Se trata de robots de altura y peso promedio similar a la de un ser humano. Pueden disponer de órganos sexuales artificiales y de esqueleto articulado. Su tacto de piel, de suave silicona, es también semejante; parecen tener sensaciones y reaccionar al tacto. Las ginoides (robots femeninos) más avanzadas poseen, además, movimiento autónomo, aunque sus movimientos no son todavía suficientemente armónicos y suaves.


La investigación en el campo de la Biónica nos acerca cada vez más a la alternativa de poder reproducir tejidos, estructuras óseas e incluso órganos artificiales, incluso de visión, que en un momento no muy lejano podrán sustituir con aceptable resultado a los auténticos. Los robots humanoides se convierten, por tanto, en este aspecto, en un excelente laboratorio práctico de investigación para el beneficio de la humanidad en todas sus dimensiones.
(Ver: www.einnova.net/ejército biónico (25/4/2013)


Aún nos queda un largo camino para la simulación de estructuras neuronales complejas, todavía desconocemos los códigos de comunicación inter-neuronales, que podrían dar lugar a la superación de gravísimos trastornos funcionales y procesos degenerativos. Las neurociencias y los modelos matemáticos caminan en esta dirección.
La reproducción experimental y artificial de estructuras neuronales complejas y funcionales - a la hora de realizar tareas inteligentes - puede ser una realidad más cercana de lo que suponemos.


Por otra parte estos sistemas "inteligentes" son capaces ya de reconocer a las personas con las que interactúan, entender, escuchar, hablar, cantar o enseñar idiomas. Su vocabulario activo puede llegar a alcanzar más de 10.000 palabras. Pueden estar conectados a Internet mediante una red inalámbrica para recibir actualizaciones, reparaciones e incluso disponer de todos los recursos necesarios de comunicación hipermedia a través de la Red.


Nos encontramos pues con curiosas realidades en torno a la necesidad de contacto de determinadas personas, pero también con una investigación paralela que nos acerca a un futuro inmediato en el que los robots no sólo servirán para satisfacer las más variadas necesidades humanas sino también para simular estructuras y procesos biónicos que pueden ayudarnos a superar la enfermedad y el deterioro.


Por desgracia quienes buscan negocio en la producción de estos avanzados recursos de la juguetrónica para entretenimiento adulto (ciber-sex) poseen una mentalidad limitada, no en lo comercial pero sí en lo estético y en el sentido de progreso que debería servir de respeto por las debilidades, necesidades o grandezas, humanas.
Debemos contribuir a romper la idea de que una sexualidad diferente, como alternativa a la dificultad objetiva de un disfrute "normal" - ¿qué es normal en el imaginario erótico? -, no tiene que ser algo marginal, ni vergonzoso ni ridículo, tampoco debería ser costoso con el tiempo.


Debemos situarnos más allá de los prejuicios y eso nos ayudará a despojarnos de una visión vulgarmente pornográfica de algo necesario pero cuyo morbo - y no el alcance científico a favor del progreso de la humanidad - es lo que supone, en su exhibición, un interés comercial añadido. Sabemos que Japón cuenta con las ginoides más avanzadas del mundo como las fabricadas por Kanojo Toys o por Orient Industry.


Ciertamente hay quienes, por sus especiales circunstancias, necesitan del sexo asistido. Se trata de personas que difícilmente podrían acceder a otro tipo de relaciones, sin considerarlo- naturalmente- imposible.
La solución ofrecida en el interesante film "Las sesiones" The Sessions (The Surrogate) (2012) -USA, bajo la dirección de Ben Lewin, podría ser lo ideal. Pero no parece que ese tipo de planteamientos sean socialmente generalizados y mucho menos en nuestro país.


En la película se trata de un poeta y periodista tetrapléjico que depende además de un pulmón de acero. Éste decide, a sus 38 años, iniciarse por vez primera en el mundo del sexo.


Con la ayuda de su psico-terapeuta y la orientación, además, de un sacerdote (William H. Macy), Mark se pone en contacto con Cheryl Cohen-Greene (Helen Hunt) una terapeuta específicamente especializada en introducirle - a través de seis sesiones- en el mundo sexual y sus sensaciones. Se trata de un film que participa en el debate ya abierto de discapacidad y sexualidad. Entendiendo ésta última como un derecho irrenunciable de cualquier ser humano.


Es obvio que la terapia llevada a cabo por una persona ha de ser limitada por necesidad, una ginoide podría continuar ininterrumpidamente el tratamiento sin mostrar agotamiento o rechazo. Naturalmente tampoco podemos comparar el contacto humano con el de una ginoide, pero insistimos que se trataría de usuarios con enormes dificultades, o imposibilidad real, para establecer un contacto sexual normal "natural".

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