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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Una interesante forma de empezar a escribir poesía

Si para muchos de nosotros, ya adultos, es complicado escribir poesía, imagínense para algunos niños/as o adolescentes. Es por esto por lo que antes de "crear" una poesía original de la nada, viene muy bien "juguetear" primero con poesías ya existentes. De esta manera, primero analizan de una manera más profunda algunos poemas (más que leerlos) y luego pueden continuarlos o modificarlos de distintas maneras.

 

Muchas de estas formas las analizaremos en distintos números de esta revista, como son incorporar un elemento extraño en el poema, escribir en lírica lo que opinamos del mismo, intentar copiar la rima... en este artículo proponemos continuar (añadiendo más estrofas) un poema, de manera que quede hilado con el original. Se puede hacer de muchas maneras (variando el nivel de complejidad) aunque, en este caso, yo propongo uno en concreto. Como ejemplo hemos tomado el poema Paisaje de García Lorca

 

Lorca (Junio de 1920)

 

Las estrellas apagadas

llenan de ceniza el río

verdoso y frío.

 

La fuente no tiene trenzas.

Ya se han quemado los nidos

escondidos.

 

Las ranas hacen del cauce

una siringa encantada,

desafinada.

 

Sale del monte la luna,

con su cara bonachona

de jamona.

 

Una estrella le hace burla

desde su casa de añil

infantil.

 

Para seguir con el poema de Lorca, intentaremos hilarlo retomando el poema y dándole otro sentido ayudándonos de la incorporación de un reflejo de cada sentido en cada estrofa. Así vemos que, utilizando en cada estrofa un sentido (tacto, olfato, oído, gusto y vista) vamos describiendo ese mismo paisaje del que Lorca nos hablaba. Además, el poema de Lorca muestra el anochecer, mientras que esta continuación muestra el amanecer, como se aprecia al final del poema por medio de la niña, dándole cierto toque cíclico y de evolución del día tras la noche. Espero que les guste.

 

Ejemplo de continuación del poema de Lorca.

 

Y entonces sale la niña,

de ojos de chocolate

para el combate.

(vista y gusto)

 

Pasa corriendo la vega

empapándose de estrellas,

simples y bellas.

(tacto)

 

Y la fuente no trenzada,

que huele a su quemazón,

como sillón.

(olfato)

 

Entornando sus ojos oye

los acordes de las ranas

figuras planas.

(oído)

 

Y saborea la luna

que ya prontito se acuesta

el sol, su apuesta.

(gusto)

 

Y cuando sale esa estrella

bañando de luz cada aroma

de aquí, a Roma.

(vista)

 

Se da cuenta, ya tranquila,

que el sol cambia por la luna.

Luego a la cuna.

(reflejo del amanecer)

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