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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Sábado, 12 de octubre de 2024

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Bacterias que resisten a los antibióticos (o el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en los seres vivos)

En 1886, el escritor escocés Robert Louis Stevenson publicó su famosa novela "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", ambientada en un sueño fantástico que él mismo tuvo dos años antes mientras dormía en su casa de Bournemouth, al sur de Inglaterra. En este clásico de la literatura universal, Stevenson cuenta cómo el abogado Gabriel John Utterson trata de investigar la extraña relación que mantiene un viejo amigo suyo, el Dr. Henry Jekyll, con un personaje desconocido para él, Edward Hyde.

Figura 1 - Representación teatral de la obra de Robert Louis Stevenson.

 

Igual que en la novela de Stevenson, en Ciencia cada día encontramos miles de "Utterson" trabajando en sus laboratorios tratando de averiguar la compleja y a la vez asombrosa relación que guardan los "Dr. Jekyll" y "Mr. Hyde" en pequeñas placas de Petri, creciendo en colonias de diferentes formas o colores.

Estos "Utterson" no son, al contrario que lo escrito por Stevenson, hombres de leyes, expertos en la jurisprudencia, preocupados por la salud de un buen y viejo amigo, como era Jekyll. Muy al contrario, sus contemporáneos son investigadores en el mundo de la Microbiología, el estudio de "esos pequeños bichitos", invisibles a simple vista, que forman parte del entorno que nos rodea y de nuestro propio organismo: las bacterias.

A lo largo de sus investigaciones, el abogado Utterson comprendió que en el pasado, el Dr. Jekyll había inventado un curioso brebaje mediante el cual, podía transformarse en un ser oscuro, irracional, misántropo y malvado, que denominaría Mr. Hyde. Esta pócima no sólo podía convertir al bueno de Jekyll en una persona terrorífica, sino que también le dotaba de capacidades como una fuerza sobrehumana, una naturaleza malvada dominante, un aspecto desagradable, una inteligencia y astucia desmesuradamente brillante y unos reflejos extraordinarios. Hyde era todo aquello que Jekyll no podía ser, sino que adquiría, mediante los ingredientes especiales de ese brebaje unas características que nadie podía sospechar del doctor.

En la vida real, alejados de la mente imaginaria de Stevenson, ocurre algo parecido. Las bacterias, organismos vivos microscópicos sencillos, en comparación con otros seres vivos, viven en los sitios más recónditos. Hay bacterias que viven sobre nuestra piel o dentro de nuestro sistema digestivo. Existen microbios que tienen la capacidad de degradar hidrocarburos, por lo que los científicos investigan cómo utilizarlas para limpiar zonas contaminadas con petróleo. Otras bacterias nos sirven como pequeñas factorías a nivel celular para producir de manera rápida, asequible y eficiente insulina, por las técnicas de ingeniería genética y biotecnología.

Hay miles y miles de tipos de microbios, algunos ejercen un efecto beneficioso sobre los seres humanos. Un ejemplo es el de Escherichia coli, bacteria que vive en nuestro intestino y que nos ayuda en la absorción de nutrientes diaria. Sin este tipo de bacterias, que forman lo que se denomina "flora intestinal", nuestro sistema digestivo no funciona correctamente, y es cuando pueden ocasionarse problemas como la aparición de diarreas. Estas bacterias, por tanto, son muy importantes para que nuestra salud se encuentre en un estado óptimo.

Estas bacterias, que pueden ser consideradas como nuestros "Dr. Jekyll" intestinales, ejercen por tanto un efecto beneficioso sobre nosotros, que puede ser de tipo simbionte o comensalista. Sin embargo, igual que en la novela de Stevenson, también hay microbios que son capaces de tomarse un "brebaje" y convertirse en maléficos organismos. Los ingredientes de esta pócima microbiológica son genes de patogenicidad, implicados en diversos mecanismos que afectan a nuestro óptimo estado de salud.

Escherichia coli, por ejemplo, constituiría el perfecto ejemplo del personaje de Stevenson a nivel bacteriano. Por una parte, hay cepas de esta especie capaces de convivir sin problemas con los seres humanos, incluso como ya hemos visto, ejerciendo un papel potencialmente beneficioso para nuestra salud.

Sin embargo, a veces la adquisición de genes de patogenicidad (los ingredientes de este brebaje maligno) a través de mecanismos como la transferencia horizontal, provoca que cepas en un principio inocuas, se vuelvan perjudiciales, adquiriendo capacidades como la secreción de toxinas dañinas o la resistencia a antibióticos. La misma especie, por lo tanto, también puede tener dos partes: una beneficiosa y otra malvada, como en la novela de Stevenson.

En la novela del escocés, Jekyll tenía una solución para pasar de nuevo de su parte maligna, Mr. Hyde, a su personalidad normal: la preparación de un antídoto cuyo ingrediente principal consistía en unas sales especiales. En el mundo de la microbiología, el antídoto que los microbiólogos usan para frenar el avance de las bacterias "Hyde" perjudiciales son los antibióticos, siendo uno de los más conocidos la penicilina, descubierto por Alexander Fleming en los años veinte.

Sin embargo, el final de la novela de Stevenson podría anticipar lo que ocurriría en la vida real, en el caso de que la sobreutilización de antibióticos continuara y se siguieran generando cepas microbianas multirresistentes. En el final de la obra literaria, Hyde no puede volver a transformarse en Jekyll ante el agotamiento del principal ingrediente (sal) de su antídoto. Utterson, en sus investigaciones, descubre que al final Hyde asesina a su alter ego bueno, por lo que el Dr. Jekyll finalmente fallece.

La aparición cada vez más usual de bacterias resistentes a antibióticos, frente a las cuales no existen tratamientos, como en el caso de la cepa de Escherichia coli O104:H4 enterohemorrágica, que infectó gravemente a un gran número de personas en Alemania hace unos meses, provocando la muerte de varios pacientes, hace que debamos replantearnos seriamente, si deberíamos tomar todos (sociedad en general, administraciones públicas y sanitarias) medidas urgentes para evitar que nos quedemos sin esa "sal" (antibióticos eficaces) de nuestros antídotos particulares frente a las infecciones bacterianas. Ojalá que la historia de Jekyll y Hyde se quede tan sólo impresa en tinta y papel, y no se convierta en el anticipo de un problema muy grave de Microbiología médica y Salud pública.

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