ASALTANDO HOLANDA:
UNA MADRILEÑA SE ADUEÑÓ DE AERDENHOUT (HAARLEM, HOLANDA) DURANTE DOS MESES
Elena Juste Garrot
FENÓMENOS DE HAARLEM
Fue inolvidable, no por ser Haarlem, o Amsterdam, sino por la compañía. Personas de diferentes edades y de todos los puntos del mundo que están más o menos en tu misma situación, con mejor o peor trabajo, con alquileres o casa de diferentes tipos, pero todos ellos saben lo que es ser un extranjero solitario en un país diferente viviendo independiente, buscándose la vida y apañándose en un idioma único que no tiene nada que ver con el natal ni con nuestro rango de confianza en hablar inglés. Unos consiguen un trabajo estable con sueldo fijo aunque fuese en trabajos para los que no han estudiado, otros, después de un tiempo, se vuelven a su país con las manos vacías o quizás no tan vacías, como yo.
Mi mejor amigo, el que me consiguió esta oportunidad, que lleva viviendo en Viena más de tres años, me dio un gran consejo: por una cosa mala, busca cinco buenas.
Pues esta es mi lista:
1- Los fines de semana libres y el turismo por el país.
2-Nueva cultura, nuevo idioma, personas locales.
3-Haarlem tiene una gran cantidad de inmigrantes, yo formaba parte de ellos, viven en Haarlem ( aunque no es la ciudad más barata), porque suelen trabajar en Amsterdam y vivir allí les sale muchísimo más caro, a veces inasequible.
4- El clima( aunque pueda parecer mentira) gracias a este clima, estaba rodeada de árboles verdes y enormes praderas.
5-Perder mi miedo a volar, y encima sola.
Con las personas que he conocido que no eran locales no tenía que dar explicaciones, no porque no quisiese hablar en inglés sino porque bastaba con miradas y sonrisas cómplices que uniesen Grecia, España, Francia, Eslovenia, Escocia, Irlanda, Costa Rica y Chile, seguro que alguna cultura más me dejo, éramos muchos.
Cierto que en Madrid también hay muchas culturas que podría conocer, pero mi actitud no es la misma, me considero una persona muy abierta pero en un país que no es el mío me siento como un león intentando hacer amigos en una manada nueva, nunca había tenido esta actitud y me alegro de haberla tenido porque fue genial. Yo, que estoy acostumbrada a tener mi pandilla de amigos de toda la vida de mi barrio que no recuerdo cómo hemos llegado a ese punto, no recuerdo cómo nos hicimos amigos.
Tuve que empezar de cero, aprender a hacer amigos con personas que no saben nada de mí y que además algunas son del otro lado del mundo.
Picnics, risas flojas y halagos a mi tortilla española en la pradera del parque de Haarlemmerhout con conciertos y música en vivo entre la naturaleza, también en el centro de la ciudad y en cualquier rincón donde hubiese un acogedor local en el que vendiesen cerveza Jopen y otras de mucha gradación a las que, por lo menos los españoles, no estamos acostumbrados.
La playa de Zandvoort y Blooemendal ofrecen el mar del Norte, son playas larguísimas. La que está más cerca de Haarlem es la de Zandvoort, me acercaba con la bicicleta por un camino verde disfrutando del paisaje durante cuarto de hora, toda la playa es como una calle, cada número de la calle es un bar-club situado a pie de arena en la playa, en el paseo marítimo tiene su bandera con su número y su nombre, gracias a esto es imposible perderse en estas playas tan enormes y vacías.
La playa de Blooemendal es más moderna y más de clubs a los que ir desde por la tarde hasta altas horas de la noche.
Nunca olvidaré la experiencia gastronómica de comerme un Hari en la plaza de la Grote-Kerk o Grote-Markt en un puesto. Es un pescado pequeño, largo como la palma de mi mano, fresco, pescado esa misma noche, sólo marinado, crudo. Yo lo de pescado y crudo son dos palabras que me quitan el hambre. Con muchísimo miedo probé un cacho con algo de cebolla y pepinillo, me supo genial, es muy suave, no tiene espinas ni piel escamosa, estaba limpísimo ( me lo limpiaron delante mía) y se parece en ese sabor ligero a la anchoa pero muy suave, no sabe a pescado de mar, me gustó la experiencia.
Amsterdam, que respira filosofía alternativa, es una ciudad con rincones mágicos en su interior, es bonita en general pero si vas andando tienes la constante sensación de muerte en cualquier momento, no la recomiendo para gente lenta con problemas cardíacos, si no muere por atropello de bici, muere por el infarto de estar a punto de hacerlo, o sino por atropello de tranvía que también tienen mucho peligro. La vida de los peatones por las calles de Amsterdam no vale nada.
Para más riesgo a mi salud por atropello, me costaba más apartarme de las bicis porque iba embobada con todas las historias sobre Amsterdam y en concreto sobre el barrio rojo.
Un placer visitar los Países Bajos, me ha encantado.
Yannis, Alexander, Marcelo, Oli, Rok y Veronique, Roberto y mis dos niños holandeses ( Lieke y Luuk) me encantáis más.
Volví a España pensando que tengo otra gran familia que salva las distancias, una familia mundial y constaté que "Inmigrante en Holanda es sinónimo de bienvenida".