LA EDUCACIÓN PÚBLICA: UN PROGRESO SOCIAL
Teresa López Pérez
En este artículo me propongo analizar la esencia de la Educación Pública, la cual alberga el pleno derecho al conocimiento y la igualdad de oportunidades. No obstante, si bien en ella radica la clave del progreso social, por desgracia no todas las sociedades poseen el libre acceso a la cultura y el aprendizaje.
En primer lugar, la existencia de la Educación Pública subsana las carencias formativas propias de niños y adolescentes nacidos en el seno de familias desfavorecidas, las cuales en muchos casos poseen valores preestablecidos que están en contra de la escuela y a favor del trabajo. Por tanto, la no existencia de Educación Pública desembocaría en desigualdad de oportunidades, descohesión social, y desprotección de la infancia. La intervención del Estado pretende enmendar la irresponsabilidad de ciertas familias para/con sus hijos en lo que a educación respecta.
Otro motivo determinante para que la educación sea pública es el factor de la calidad de la enseñanza. Ésta no puede quedar en manos aleatorias, sino que deben ser expertos en la materia los que tomen decisiones respecto a qué conocimientos incluir en el aprendizaje y cómo ponerlos en marcha. Por lo tanto, el Estado es una herramienta para certificar quiénes pueden impartir clase y qué contenidos, regulando y preservando la educación. De esta manera, el conocimiento que se imparte en las escuelas no corre el riesgo de quedar sujeto a ideologías propias.
En lo que a Centros Educativos se refiere, éstos tienen la responsabilidad compartida de instruir pero también de educar al alumno, teniendo en cuenta que no todos ellos cuentan con una familia que los oriente en unos valores. Una parte de la enseñanza se centra en la transmisión de conocimientos por parte del profesor y su adquisición por parte del alumno. No obstante, la Educación Pública también considera fundamental contribuir en la formación de la personalidad del estudiante, dando notoriedad a la dimensión de ser humano y persona que tiene el alumno, y no solamente al conocimiento.
En España, la Constitución es ambigua en torno a la educación moral en los Centros de Enseñanza, lo cual ha creado controversias a la hora de qué valores son más relevantes para incluir en los contenidos que se imparten en las aulas. Sin embargo, esto no supone una valoración negativa de la Constitución, teniendo en cuenta que el sistema educativo persigue libertad de conciencia y de expresión, además de tolerancia y aceptación del pluralismo ideológico.
Es más, el derecho a la Educación Pública tiene también la obligación de eliminar la discriminación en todos los niveles de enseñanza. Incluso la Declaración Universal de los Derechos Humanos manifiesta que la educación es un derecho humano fundamental, esencial para poder ejercitar todos los demás derechos. Así, la Educación Pública promueve la libertad y la autonomía personal, permitiendo a los niños y adultos que se encuentran social y económicamente marginados salir de la pobreza por su propio esfuerzo, pudiendo participar plenamente en la sociedad.
Para concluir, es preciso mencionar a Fernando Savater, quien señala que "superar la ignorancia es la única posibilidad de salvarse de ese proceso irracional de tener que seguir puramente las rutinas, los tópicos, los lemas y los eslóganes baratos". De hecho, la propagación de la ignorancia es el mayor peligro en cualquier democracia, ya que para formar demócratas es necesario proporcionarles unos principios elementales accesibles independientemente del nivel económico ostentado. Esto sólo se logra gracias a la existencia de la Educación Pública.