Cine 3D.
El origen de la percepción psicológica cinematográfica tridimensional.
Tomás de Andrés Tripero. Director del proyecto www.e-innova.ucm
La cuestión de la percepción psicológica de la imagen de una supuesta realidad ha fascinado desde los inicios de la fotografía y cómo no de los de la fotografía animada o fotoplay que se encuentran en los inicios del cine, como apuesta innovadora, en sus primeros pasos. (En la imagen: cámara estereoscópica originaria, para la filmación tridimensional).
Las películas son posibles porque somos capaces de percibir un movimiento continuo como respuesta a una rápida sucesión de fotogramas estáticos. Este peculiar fenómeno perceptivo recibe el nombre de "movimiento estrobocópico o aparente".
Los primeros intentos para buscar una imagen tridimensional fueron dados, aunque parezca sorprendente, ya en 1890. Hasta 1920 se intentaron poner en práctica diferentes sistemas cinematográficos en 3D, pero ninguno tuvo éxito debido a los difíciles y complejos mecanismos requeridos para esta técnica. Aspectos tecnológicos que aún se encontraban lejos de llegar a una práctica experimental aceptable.
Finalmente en la temprana fecha de 1922 llegó el primer largometraje en 3D estrenado en la ciudad de Los Ángeles. El productor Harry K. Fairall y el camarógrafo Robert F. Elder, utilizaron - con relativo éxito - el método de la doble proyección a partir de dos películas de celuloide. Habían descubierto que las imágenes podían separarse en dos mediante los colores rojo y verde, de tal manera que cada color podía ser captado sensorialmente, de manera diferenciada, por cada uno de los ojos todo ello con la ayuda de unas gafas especiales con cristales rojo y verde respectivamente.
La película The Power of Love, estrenada el 27 de septiembre de 1922 en el Ambassador Hotel Theater de Los Ángeles, fue un "silent film", pero - curiosamente - el primero en 3D. Esta versión ha desaparecido, desgraciadamente, para la historia del cine. Posteriormente se estrenó una nueva versión en 2D, bajo el título de "Forbidden Lover".
Parece que la película no tuvo, en realidad, ningún éxito pero fue el verdadero inicio del interés real por la cinematografía en 3D. Pero coincidiendo con la primera gran crisis del sistema especulativo financiero capitalista de 1929, el desarrollo técnico del cine tridimensional se detuvo.
Posteriormente, ya en los años 30, la Alemania Nazi fue también pionera en utilizar este "formato 3D" para ponerlo al servicio del Ministerio de Propaganda de J. Göbbels.
La técnica - llamada "Raum Film" (Cine en dimensión espacial) - consistía en que los cortometrajes, de una duración a aproximada a media hora, se grababan utilizando un prisma situado frente a dos lentes.
Uno de los cortos era un musical que incluía un elogio patriótico de la salchicha alemana y que llevaba un subtítulo más que significativo: "Tan real que puedes tocarlo".
En otro corto, titulado "Seis chicas comienzan su fin de semana" aparecen las jóvenes rubias "arias" iniciándose en el alegre aire libre nazi del paisaje alemán.
Grabar escenas patrióticas alegres y juveniles en entornos de belleza natural formaba parte de los objetivos propagandísticos del régimen naciente que conduciría al exterminio de millones de seres humanos.
En 1934 la Metro Golden Mayer presentó, también, ya con éxito notable algunos cortos rodados en 3D.
En Francia, ya Louis Lumière había presentado su famoso film "La llegada del tren a la estación" en un cine que disponía de sistema 3D. Con este objetivo fue rodada de nuevo con una cámara estereoscópica.
Pero faltaba la llegada del color.
Aunque todas las películas en 3D se rodaban en color, el paso a la separación en colores rojo y verde (anáglifo) hacía que los espectadores obtuvieran una imagen en blanco y negro. La llegada de los filtros polarizadores, con la patente de Polaroid, supuso un gran cambio, ya que no solo era posible revelar las películas en color sino que se sustituía el uso de las famosas gafas, que con la llegada de la televisión, en blanco y negro, a España se pusieron de moda. De este modo las gafas con cristales de color rojo y verde fueron sustituidas por otras con filtros polarizados de Polaroid, que permitían ver una mayor gama de colores.
El inconveniente de este sistema era que se proyectaba con dos proyectores simultáneamente sobre la misma pantalla, por lo que era difícil mantener la sincronización; cualquier reparación en una de las cintas debía repetirse en la otra. Además requería dos operadores en vez de uno y una pantalla especial, metálica para que mantuviera la polarización que, en una pantalla normal de lienzo, se perdería.
En los años 1960 hubo estrenos ocasionales de películas en 3D, a través del nuevo sistema Space-Vision 3D que imprimía dos imágenes superpuestas en una sola tira de película y que posibilitaba el uso de un único proyector equipado con una lente especial.
En 1970, la marca Stereo-Vision desarrolló otro sistema, en el que las imágenes eran comprimidas, una al lado de la otra, sobre una misma tira de película de 35 mm y proyectadas mediante una lente anamórfica a través de filtros Polaroid. Con este sistema se eliminaba el riesgo de la desincronización.
Ya en la década de los 1980, el formato IMAX supuso un nuevo despegue del cine en 3D, pero no duró mucho tiempo.
Algún tiempo después, el director James Cameron dio nueva vida a este formato, en 2001, con la película documental Ghost of the Abyssel (Misterios del Titanic) primer largometraje en editarse en formato IMAX 3D, que fue estrenado en el 2003.
El director intentaba dar respuesta a algunos de los misterios que todavía rodean el hundimiento, la noche del 14 al 15 de abril de 1912, del famoso transatlántico británico de lujo: el RMS Titanic de la clase Olympic - propiedad de la White Star Line - en su viaje inaugural de Southampton a New York.
En la actualidad, la progresiva desaparición de los formatos cinematográficos tradicionales - y su sustitución por otros recursos multimedia avanzados - podría, tal vez, estar dejando a un lado la investigación en contextos tridimensionales.