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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 25 de abril de 2024

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Déficit de la naturaleza en la educación

DÉFICIT DE NATURALEZA EN LA EDUCACIÓN

Raquel Llamazares Sandoval

Los niños están acostumbrados a tenerlo todo antes de desearlo y sin esfuerzo [...]. Necesitan más que nunca acostumbrarse pacientemente mirando cómo se arrastra un caracol, observando cómo una flor crece, cómo una gota de lluvia resbala por el cuerpo de un ciempiés peludo, viendo aparecer un brote, regando las plantas, recogiendo las setas con agradecimiento y dando de comer a los pájaros. Los niños deben aprender a levantar la vista hacia el cielo de vez en cuando, como lo hacíamos nosotros cuando nos tumbábamos en la hierba que nos "picaba" y nos hacía cosquillas detrás de las piernas y de las orejas y nos imaginábamos que las nubes tenían forma de dinosaurios y de conejos.

CatherineL'Ecuyer
"Educar en el asombro"

 

El estilo de vida moderno está haciendo que paulatinamente alejemos a los niños de un contacto profundo y directo con la naturaleza. El ritmo frenético al que estamos sometidos en nuestro día a día, la contaminación, el ruido, las escasas zonas verdes en la ciudad, así como los insuficientes espacios que resulten acogedores y cómodos para la infancia, hacen que las condiciones ambientales en las que se desarrolla un niño urbanita no sean los idóneos, y afecten negativamente a su proceso de crecimiento si a esto le sumamos, además, hábitos de vida sedentaria y por lo general, hábitos poco saludables.
Para un mejor desarrollo, muchos expertos proponen un mayor contacto con la naturaleza, pero no sólo es una cuestión de salud, sino que es un buen entorno para favorecer y desarrollar capacidades físicas, intelectuales, sociales y afectivas. Los niños se muestran más alegres, activos, creativos, curiosos...

El calificativo de "déficit de naturaleza" y en concreto "El trastorno por déficit de naturaleza" fue acuñado hace tiempo por el periodista y escritor del libro El último niño en el bosque. Este nuevo síndrome lo define el Catedrático en Psicología Ambiental en la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio Corraliza como "aquella situación en la que las personas viven una persistente desconexión de la naturaleza y todo lo que el contacto con la naturaleza conlleva: paseos, deporte, evasión..." Y es que este movimiento cada vez tiene más adeptos entre algunos padres y educadores, que ven la necesidad de restablecer un vínculo entre los niños y la naturaleza.

En base a esta necesidad innata de contacto con el mundo natural trabaja también la psicóloga y filósofa Heike Freire, quien habla de "Educar en verde". Entre las muchas ventajas de que los niños mantengan un íntimo contacto con la naturaleza, defiende las siguientes:


1. Los niños con síntomas de TDAH tienen más facilidad para concentrarse después de pasar tiempo en la naturaleza.
2. Cuando disponen de vistas y contacto con el mundo natural, puntúan más alto en los test de concentración y auto-disciplina. A más verde, mejores resultados.
3. Los niños que juegan con regularidad al aire libre desarrollan más sus habilidades motoras de coordinación, equilibrio y agilidad, y caen enfermos con menor frecuencia.
4. Cuando pasan tiempo en espacios naturales, despliegan un juego más variado, imaginativo y creativo lo que les ayuda a desarrollar el lenguaje y las habilidades de cooperación.
5. La naturaleza mejora el desarrollo cognitivo ampliando la auto conciencia, la capacidad de razonamiento y de observación.
6. El mundo natural minimiza el impacto del estrés en la vida de los niños y les ayuda a enfrentar la adversidad.
7. El juego en un entorno natural reduce o elimina por completo los problemas de acoso.
8. La naturaleza ayuda a los niños a desarrollar su capacidad de observación, su creatividad y les proporciona una sensación de paz y unidad con el mundo.
9. Las experiencias tempranas en el mundo natural se han relacionado con el desarrollo de la imaginación y de la capacidad de maravillarse. Esta última es un factor decisivo en la motivación, a lo largo de toda la vida.
10. Los niños que juegan en la naturaleza tienen sentimientos más positivos sobre sí mismos y los demás.
11. Los entornos naturales estimulan la interacción social entre los niños.
12. Estar al aire libre desarrolla un sentido de independencia y autonomía.
13. Jugar fuera estimula todas las capacidades infantiles mucho más que los espacios cerrados.
14. El contacto cotidiano y las oportunidades de juego en la naturaleza, con unos valores éticos positivos, hacen crecer en los más pequeños un sentimiento de amor y armonía con el mundo.
15. Los niños a quienes no se les permite ejercer su derecho al aire libre, pueden desarrollar actitudes biofóbicas y constituir una generación futura que no estará interesada en la ecología ni en la responsabilidad humana de cuidar y preservar la tierra y su diversidad.

Aunque no hay estudios médicos que lo definan como una enfermedad como tal, el trastorno por déficit de naturaleza se ha asociado con cuatro grandes patologías que tienen una especial incidencia en la población infantil: la obesidad, las enfermedades respiratorias, el trastorno por déficit de atención y la hipovitaminosis D.
Sólo hay una manera de comprobar si realmente es positivo y cierto que ese contacto con la naturaleza tiene tantas ventajas, y es, poniéndolo en práctica. Hay que pasar a la acción, haciendo más salidas al campo (propuestas desde casa o desde la escuela) para caminar, correr, experimentar, jugar, embarrarse, mojarse, caerse y levantarse. Hay que crear espacios en la escuela con elementos naturales y manipulables. La presencia de árboles, huertos, zonas con arena o césped en lugar de plástico y asfalto.
Un estudio realizado por la Universidad de Boulder, Colorado, incorporando la naturaleza a la experiencia del aprendizaje en diferentes escuelas de primaria, concluyó que introducir hábitats naturales en los patios de recreo escolares, ayuda a los estudiantes a hacer frente al estrés de manera más apropiada, mientras aumenta la capacidad de atención y reduce los conflictos. Por lo que, aún viviendo en la ciudad, son varias las posibilidades de evitar este trastorno, y hacer que tanto niños como adultos, nos acerquemos a la naturaleza, porque, de hecho, somos naturaleza.

 

 

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