La incidencia de cáncer de mama en progresivo aumento durante las décadas de los 80 y 90, a partir de 2001 ha cambiado de tendencia disminuyendo hasta un 3% anual. Esto se debe a los cribados y el diagnóstico precoz implantado actualmente, unido a una mayor conciencia de dicha patología entre la población femenina.
Los científicos consideran muy probable que el aumento en la incidencia de cáncer de mama en mujeres jóvenes esté relacionado con los cambios rápidos del patrón reproductivo y del estilo de vida en las últimas décadas, como el descenso de la natalidad y el aumento de la edad en la que las mujeres tienen su primer hijo, una costumbre social que pone en peligro a las futuras madres.
No se trata de ninguna broma cuando digo que el 80-90% de nuevos casos de cáncer son esporádicos y responden a tratamientos antiestrogénicos e inmunoterapia. Los casos que aparecen con anterioridad a los 40 años son estrógeno negativos, y conllevan mayor mortalidad dado que no se aplican las terapias convencionales. Aunque la atención de un sector muy grande de investigadores se centra en la posibilidad y casi evidencia de la heredabilidad, por mutaciones en genes como BRCA1 y BRCA2 que predisponen a dicho cáncer a lo largo de nuestra existencia, lo que hoy nos ocupa es la cara B de este tema. Existen casos de cáncer asociados a embarazos (PABC) que por supuesto tienen peor diagnosis.
Se tienen evidencias de que los partos y las relaciones sexuales antes de los 26 años tienen efectos protectores contra este tipo de cáncer debido a la segregación de determinadas hormonas y el crecimiento mamario característico que los caracteriza. La glándula mamaria se compone de una serie de túbulos formados por células, y su crecimiento depende de la división de las denominadas células epiteliales.
En el caso de las mujeres sin descendencia, las estructuras más abundantes en el pecho se denominan lóbulos de tipo 1, que tienen mayor capacidad proliferativa, y se consideran origen de póstumos tumores; sin embargo en mujeres con descendencia, los lóbulos tipo 1 son producto de la regresión de lóbulos con células diferenciadas que han respondido a las hormonas que se segregan durante el embarazo y son resistentes a la división descontrolada.
En un vocabulario "de a pie", todas las células de la glándula mamaria son susceptibles de "enfermar", pero aquellas que están más diferenciadas, tendrán mayor capacidad para la lucha. Basándose en estos estudios, los reconocidos Doctores Russo proponen la siguiente teoría: un tratamiento con hormona coriónica humana (hCG) que es segregada durante el embarazo en mujeres que no tengan indicio de tumores, potenciaría la resistencia de sus células, mientras que si se administrase una vez diagnosticado el tumor, podría empeorarlo.
Esto, unido a los recientes sistemas de diagnóstico, con una fiabilidad y eficiencia del 99% según investigadores del Grupo de Automatización en Señal y Comunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid (GASC/UPM), basado en el concepto de metaplasticidad y redes neuronales, supone un gran avance para sobreponernos a la enfermedad que más muertes produce entre el sexo femenino.
Me parece llamativo incluir en el siguiente artículo los siguientes datos, salvando la negrura de la crisis que nos ataca, y es que, los doctores Russo apuestan por la ampliación de la familia entre los 19 y 24 o 25 años, dado que no solo nos protege de manera muy eficiente contra el cáncer de mama, sino que además, tener descendencia después de dicha edad, supone riesgo de la misma dado que nuestro cuerpo no responde igual. Por esto, el hecho de obtener una terapia hormonal válida, podría emular el embarazo, y librarnos del ¿cargo? de tener un niño.
Leyendo esto e intentándolo asimilar, ¿es o no una contradicción la sociedad actual a la de hace 30 años no solo en cuestiones de innovación y desarrollo, sino en cuanto a evolución?
Acabo el artículo con una reflexión más que histórica.
"Transmitir la vida es admitir la inmortalidad." Henry Bordeaux
Referencias
Irma H Russo, MD, FCAP, FASCP
Chief, Molecular Endocrinology Section
Breast Cancer Research Laboratory
Women's Cancer Center
Fox Chase Cancer Center
Philadelphia, Pennsylvania, USA