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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 28 de marzo de 2024

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Noviembre

 

Quizás hoy sea un día cualquiera pero hace cuatro años, no lo fue. Nos aferramos a esos llamados aniversarios y a esos días que para nosotros fueron valiosos alguna vez, pero que tan solo a través del recuerdo permanecen con vida.

Como cuando llega el verano y te vas de vacaciones con tu familia. Caminas por la calle, acudes a acontecimientos o vas a ferias y de repente ves decenas de globos, y tan solo piensas, ¡Yo quiero uno! Le pides por favor a papa que te compre uno, que lo cuidaras todo el día, y que por favor por favor te lo compre. Entonces lo llevas a todas partes, y eres feliz, sois felices, tu globo y tú. Pero una ráfaga de fuerte viento basta para arrancarte tu preciado globo de la mano, y para cuando te quieres dar cuenta ya está tan lejos que es inalcanzable. Ese gas noble como es el helio que hace que en cuestión de segundos el globo comience a elevarse a través de que la fuerza de empuje (que depende de la densidad del aire) sea mayor que el peso (que depende de la densidad del helio) y que por consiguiente, es lo que hace que no vuelvas a verlo nunca más.

El recordar, a veces, nos ayuda a afrontar los problemas del día a día, pero el aferrarse al pasado puede llegar a convertirse en un obstáculo si nosotros se lo permitimos. Hoy hace cuatro años mi entorno cambio y no volvió a ser el mismo, porque ese suceso ocurrido en el pasado pero vivo en el presente, nos afectaría a todos de cara al futuro. De modos muy distintos, pero a todos.

Un joven que andaba por el parque, sujetaba en la mano un puñado de globos. Tan rápido como giró la cabeza, vio como una hermosa muchacha que pasaba por su costado dejaba caer su larga trenza y con ayuda del viento ondeaba su largo y revuelto cabello. El joven quedó extasiado al ver aquella hermosa mujer y sin darse cuenta aflojó la mano en la que llevaba los globos, con tan mala suerte que uno de ellos salió volando. Al aflojar la mano el joven sintió como una de las cuerdas subió y aunque saltó para intentar alcanzarlo, no consiguió alcanzar el hilo y aquel globo, el que tenía forma de estrella, se echó a volar.

Entonces el joven se quedó mirando al cielo, viendo como su globo se alejaba cada vez más y más rápido. Tras comprender que él ya nada podía hacer, bajó la mirada en busca de aquella linda mujer. Pero ella ya no estaba. La buscó y la buscó, pero parecía como si el parque se la hubiera tragado, como si se hubiera evaporado, como si hubiera salido volando. El muchacho entonces buscó consuelo en el cielo pero su globo también había  desaparecido por completo. Triste y cabizbajo, se dispuso a andar. Comenzó a reflexionar y él entonces pensó en lo que podía haber ocurrido si no hubiese aflojado su muñeca y ese globo nunca se hubiese escapado; ¿Qué hubiese pasado entonces?

Ojala me digo yo, ojala aquel joven nunca te hubiera soltado. Ojala la vida no hubiese aflojado su muñeca y te hubiese dejado escapar. Ojala ese accidente disfrazado de mujer jamás se hubiera cruzado en su camino. Ojala que no le hubiese distraído. Ojala que el salto de ese joven hubiese bastado para alcanzarte, para llegar a ti, y con un simple tirón del hilo hubieses vuelto para quedarte. Ojala que el viento te hubiese devuelto tal y como te llevó, volando.

Ojala, solo se tratase de un globo.

El recordar no nos hará daño si se trata de ti. Sigue iluminando a aquel que te recuerde y te extrañe como lo has hecho hasta ahora.

 

C'est la vie.

 

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