SOBRE LA EDUCACIÓN AUTOGESTIONADA.
Sara Navas Herrera
Podemos definir educación autogestionada como aquella que es independiente de los poderes estatales respecto a tres ejes: el económico, el organizativo y el pedagógico.
Estos tres ejes están interrelacionados, pues la independencia económica de este tipo de escuelas es lo que le proporciona la libertad de estructura y regulación; y ésta, a su vez, hace posible la elección por parte del equipo docente y las familias de prácticas educativas alternativas a la impuesta por el sistema de educación pública.
Encontramos en nuestro país numerosos centros de educación privada que presumen del uso de pedagogías alternativas, pero entonces ¿en qué se diferencian las escuelas autogestionadas de los centros privados?
Principalmente se trataría de la forma de organización de los componentes de dicha escuela: mientras que los centros privados funcionan más como una empresa tradicional (donde existe una jerarquía de socios en función del capital que aportan a la empresa), los centros autogestionados se articulan en forma de cooperativas en las que las decisiones se toman de forma colectiva.
En España el cooperativismo se remonta a mediados del siglo XIX y se asocia directamente al movimiento obrero, enriqueciéndolo notablemente al formar una red de solidaridad e intercambio de experiencias (Marín, 2006).
Estas cooperativas, junto a las Bolsas de trabajo francesas (que, entre otras cosas, se dedicaron a la educación de los obreros por parte de los propios obreros) son algunos de los precedentes históricos de la educación autogestionada (Cuevas Noa, 2014).
En la actualidad podemos encontrar en nuestro país varios proyectos educativos autogestionados que empiezan desde la infancia.
Probablemente uno de los más antiguos, sino el que más, sea el caso de la Escuela Libre Paideia (http://www.paideiaescuelalibre.org). Esta escuela de Mérida funciona con éxito de manera autogestionada desde su fundación en 1978, cumpliéndose este año su 40 aniversario. En Paideia estudian casi un centenar de alumnos, desde educación infantil hasta la ESO, siguiendo los preceptos de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia. Cabe destacar que es cierto que mientras la educación infantil sí está homologada, la secundaria se encuentra en un estado "alegal" que tolera la junta de Extremadura. (Rodríguez Vaquero, 2011).
Encontramos proyectos similares por toda la Península. La mayoría están dedicados a educación en edades tempranas, desde preescolar hasta primaria. Algunos ejemplos son La Manada Gori Gori, en Barcelona (https://manada-gorigori.org) o la Escuela Activa Espiral, en Jerez de la Frontera (http://www.escuelactivaespiral.org/ ). A pesar de ser menos habitual, también podemos citar algunos centros que trabajan con secundaria y bachillerato, como Donyets, en Valencia (http://www.donyets.org/) o Tximeleta, en Pamplona (http://www.tximeleta.org).
Como último ejemplo, recogemos el proyecto de la Escuela Arcadia, dentro del complejo industrial Can Batlló, en Barcelona. El proyecto pretende abarcar la educación de niños de entre 3 y 16 años, abriendo las puertas al primer ciclo de infantil este 2018 (Almela, 2015).
Si bien es cierto que todos estos proyectos no pertenecen a la educación privada y presumen de gran flexibilidad a la hora de abonar las matrículas, no podemos negar que están dirigidos a un tipo de familias concreto. Estamos hablando de familias cuyos padres, tengan o no un nivel económico especialmente alto, sí tienen cierto nivel intelectual que les produce inquietudes especiales respecto a la educación de sus hijos (serán padres probablemente con estudios superiores y con experiencia previa en este tipo de organizaciones asamblearias). Pero, ¿qué pasa entonces con las familias que no respondan a este perfil? ¿Hasta qué punto este tipo de cooperativas son ejemplos (o no) para el sistema de educación público? ¿Es egoísta elegir este tipo de educación para nuestros hijos - o para ejercer nuestra profesión - y olvidarnos del resto de jóvenes abandonados en el sistema público?
Está claro que la educación pública precisa de un cambio radical, en todos sus aspectos, y que este cambio no va a aparecer mágicamente con el sistema político actual que da saltos de una propuesta educativa a la completamente contraria cada pocos años. Con este escenario la aplicación de pedagogías alternativas en los centros públicos resulta muy difícil (por no decir imposible), pero sí es cierto que las leyes actuales son lo suficientemente ambiguas o abiertas respecto a la práctica docente, por lo que es desde aquí donde podríamos ejercer cambios reales e inmediatos en las aulas.
Parece que hay una nueva generación de profesores jóvenes que entran ahora en los colegios y empiezan a usar metodologías innovadoras y que, además, hacen hincapié en la llamada educación transversal "en valores". El problema viene cuando estos esfuerzos topan con el perfil de profesores que plagan la educación española, desde las etapas obligatorias hasta la universidad, que ignoran (o peor, rechazan) esta educación transversal o renovación metodológica. Resulta tan sencillo empezar el cambio que casi se hace evidente que en realidad ese cambio no se promueve porque no conviene.
Referencias:
Marín, D. (2006). Cooperativas y cooperativismo: una historia de solidaridad. Periódico Diagonal. Obtenido de: https://www.diagonalperiodico.net/movimientos/cooperativas-y-cooperativismo-historia-solidaridad.html
Rodríguez Vaquero, E. (2011). Tomen nota: la enseñanza libertaria funciona en Mérida. ATLÁNTICA XXII. Obtenido de: http://www.atlanticaxxii.com/tomen-nota-la-ensenanza-libertaria-funciona-en-merida/
Almela, V. (2015). La escuela Arcadia se presenta como centro educativo autogestionado en Barcelona. Periódico Diagonal. Obtenido de: https://www.diagonalperiodico.net/saberes/27058-la-escuela-arcadia-se-presenta-como-centro-educativo-autogestionado-y-cooperativo-can
Cuevas Noa, F. (2014). Anarquismo y educación. La propuesta sociopolítica de la pedagogía libertaria. Fundación de estudios libertarios Anselmo Lorenzo: Madrid.