Ya que el Club e-innova viajeros os anima, en este mismo número, a viajar a Londres para daros una vuelta por la exposición 'Cerebros: la mente como materia', en el museo Wellcome Collection. Nos hemos animado también a presentar aquí nuestra particular exposición sobre los primeros pasos de la neurociencia, en nuestra sección: La ciencia con mirada diferente.
¿En qué momento podemos hablar, realmente del nacimiento de la neurociencia moderna aplicada a resolver los misterios de la mente?
No fue hasta comienzos del siglo XIX, cuando el cirujano anatomista escocés Charles Bell (1774-1842), que investigaba sobre la anatomía y fisiología del S.N. utilizando electricidad por vez primera, y el francés F. Magendie (1783-1855) descubrieron algo decisivo: la existencia de dos tipos de conducción nerviosa: la sensorial y la motórica. De esta manera se había conseguido superar la creencia primitiva de que las vías nerviosas transmitían de un modo indiferenciado tanto la sensación como el movimiento. Magendie y Bell (S. XIX) nos revelaron, en efecto, que el S. N. utiliza canales separados, fibras nerviosas distintas, para la entrada y salida de la información; las fibras respectivas son distintas pero van juntas dentro de los mismos troncos y terminan de modo independiente. A partir de estos planteamientos iniciales era fácil suponer que las funciones motora y sensorial deberían estar controladas por diferentes áreas cerebrales. Ahora, al cabo del tiempo y de muchos esfuerzos científicos, sabemos que, salvando pequeñas excepciones, las raíces nerviosas medulares dorsales son exclusivamente sensoriales y las raíces ventrales poseen una clara función motora.
Pero para que nos hagamos una idea de cómo se encontraba la realidad científica psiquiátrica en tiempos de Bell, y de la trascendencia de sus hallazgos, no hay más que contemplar la ilustración titulada: The Maniac, extraída de la página 71 de sus propios archivos.
Se abre una puerta hacia el misterio.
Estas novedosas aportaciones abrían, de hecho, la puerta hacia uno de los grandes misterios de la neurociencia: la noción del acto y del arco reflejo, que sería perfilada poco después por otro gran fisiólogo escocés: Marshall Hall (1790-1857), a partir de sus investigaciones sobre la función refleja del bulbo y de la médula espinal. Un acto reflejo es la acción realizada por el arco reflejo. Todas las funciones del S.N. son resultado de los actos reflejos.
El interés por la acción refleja, cuyo funcionamiento - a nivel profundo -sigue siendo todavía uno de los grandes misterios sin resolver, ha sido una constante de los tiempos modernos, por lo que no vendría mal dibujar un par de pinceladas históricas sobre concepto de reflejo.
Ya R. Descartes (S.XVII) - en mi opinión el primer gran filósofo de la ciencia- puso como ejemplo de reflejo, el reflejo ocular: esto es, la contracción de la pupila cuando recibe el estímulo de la luz. Robert Whytt y Stephen Hales (S. XVIII), por su parte, demostraron que la integridad del S. N. C. es una condición imprescindible para que suceda lo que ellos por aquel entonces denominaban el misterio de "la reflexión". Entendida ésta, claro está, como concepto neurofisiológico.
Por su parte, Charles Scott Sherrington (1857-1952), en sus estudios sobre las propiedades funcionales del S. N., ("The Integrative Action of the Nervous System". 1906) ("Reflex Activity in the Spinal Cord".1932), concibió el reflejo como la unidad básica de acción nerviosa. Fue él también quien estableció la diferenciación, ahora generalmente admitida, entre los diferentes campos receptivos: interoceptores, exteroceptores y propioceptores (receptores mecánicos o térmicos, p. ej.,) y quien después de referirse a las principales características del arco reflejo describió el sistema nervioso central (aplicando por vez primera la palabra "sinapsis") como una compleja red sináptica.
Pero por ahora nuestra particular visita al museo E-Innova de los orígenes de la investigación sobre el misterio de la mente ha finalizado. Continuará.