Hoy en día el aprendizaje de lenguas distintas a la maternal se ha convertido en una necesidad. Históricamente ha habido muchos métodos y aproximaciones para la enseñanza de una lengua extranjera (methods and approaches). Cada uno de estos métodos se centra en un aspecto de la lengua en concreto: ya sea en gramática, en la lengua escrita, en la lengua oral... sin embargo, el mejor método tal vez sea el que una todos los aspectos, puesto que todas las destrezas han de unirse para de verdad dominar una lengua.
De esta manera, los cuatro aspectos imprescindibles para aprender una lengua serían estar expuestos a mensajes significativos, producir mensajes también significativos, aprender los aspectos lingüísticos propios del idioma que estemos trabajando y practicar y adquirir fluidez al producir la lengua oral (meaningful input, meaningful output, language-focused learning and fluency).
En este artículo nos centraremos en el trabajo de la lengua oral, imprescindible en un idioma, y, consecuentemente, en cómo trabajar la fluidez.
Para trabajar la fluidez al hablar podemos encontrar gran cantidad de actividades. Para hacernos una idea, estas actividades deberían estar centradas especialmente en el significado de los mensajes que estamos produciendo, el lenguaje utilizado y el contenido del que se hable debería ser muy familiar para ellos y sería bueno que hubiera cierta presión para ir más rápido de lo normal; todo esto en un ambiente libre de presiones y en el que se permita el error.
Un ejemplo de este tipo de actividades sería "4/3/2 activity" que básicamente consiste en contar algo sobre un tema que dominen a tres personas distintas tardando la primera vez cuatro minutos, la siguiente tres y la última dos minutos.
Otra actividad son las actividades tipo "milling activities", consistentes en encontrar personas en el aula que reúnan ciertas características, como por ejemplo "Find someone who...". Estas actividades son muy útiles para trabajar la fluidez puesto que obliga al alumno/a a hablar en pequeño grupo, son muy motivadoras y son muy fáciles de adaptar para distintas edades y contextos
Algunas de las destrezas que nuestros alumnos/as han de dominar para poder comunicarse oralmente de manera holgada son saber adaptar el lenguaje al contexto, la situación, a los interlocutores..., tener confianza en sí mismo, no tener miedo al error, saber construir oraciones y conocer el vocabulario; y, evidentemente, si queremos que nuestros estudiantes controlen estas destrezas, hemos de trabajarlas de manera sistemática.
Es muy importante aquí el término ya acuñado hace tiempo por Brunner: andamiaje (scaffolding). Este término se refiere a un proceso de enseñanza-aprendizaje en el que se parta del conocimiento real de los alumnos para ir construyendo poco a poco su propio aprendizaje a medida que el profesor proporciona apoyo individualizado a los alumnos/as.
Un aspecto imprescindible a tener en cuenta para trabajar la fluidez en concreto, y aprender la lengua en general, es no realizar traducción simultánea en el aula, permitir un uso espontáneo de la lengua, cuidar una pronunciación lo suficientemente clara y tener como principal objetivo producir y comprender el mensaje, así como transmitírselo a los alumnos/as.
Dos últimos puntos a este respecto son trabajar con los alumnos el hecho de que a la hora de producir un mensaje hemos de centrarnos en establecer un tema, un propósito y tener claro el tipo de texto (género) y sus características y que al trabajar la fluidez hemos de trabajar también la precisión, pero sin olvidar que si interrumpimos constantemente para corregir errores frenamos la fluidez.
Considerando todo lo dicho, recalquemos unas breves conclusiones: la lengua oral hay que trabajarla sistemáticamente en el aula, ha de trabajarse en distintos contextos, no ha de olvidarse la precisión pero sin frenar la fluidez y hemos de recalcar como objetivo principal la comprensión y expresión del mensaje.