La palabra hipnotismo fue utilizada en su origen por, el médico y cirujano de Manchester, James Braid (1795-1860). Escribió un solo libro publicado en 1843: Neurypnology: or the rationale of nervous Sleep, en el que se acuñaba este conocido término por vez primera.
Se describía así un estado experimentalmente alterado de conciencia- similar al sueño pero no igual- que se producía como resultado de una concentración mental intensa y prolongada de los ojos sobre un objeto brillante en movimiento y a poca distancia de la mirada; mientras el paciente se encontraba seducido y sugestionado por la palabra del hipnotizador, con absoluta exclusión de todo lo demás.
Según Braid, la extrema fijación ocular, la hiperestimulación de los músculos del ojo, ocasiona en sus correspondientes zonas de influencia cerebral, un estado de fatiga que contribuye a crear una situación de magnetismo en el que el sujeto entra en un trance psicológico de carácter hipnótico. Fenómeno al que, en un principio, designó como "neurohipnotismo".
Parece que el hipnotismo, aunque desconozcamos todavía muchas de sus claves y la esencia de su significado, no es un fenómeno paranormal, sí algo de lo que todavía nos queda mucho por descubrir y saber. ¿Podría haber, por sólo citar una de las muchas interrogantes, inducción regresiva auto-hipnótica que haga vivir al sujeto experiencias del pasado, como muy reales y vívidas, en determinadas enfermedades cerebrales degenerativas? (Tipo Alzheimer)
De todos modos, en situaciones de normalidad, es posible que se induzca - bajo esta influencia- cierta estimulación de las capacidades normales del ser humano: ya sea en el campo de la discriminación sensorio-perceptiva, la tonicidad muscular y la resistencia a la fatiga, el recuerdo y la posibilidad de acceder - mediante regresión inducida- a vivencias de la infancia, la memoria, el rendimiento intelectual o el aprendizaje. De hecho ya se proponen "cursos de aprendizaje" - del inglés, por ejemplo - bajo influencia hipnótica. Yo nos lo haría.
Incluso se experimenta con la anestesia o analgesia hipnótica como un medio para evitar el dolor. Probablemente estos pasos puedan obtener buenos resultados en el futuro, cuando sepamos más de qué es lo que realmente sucede con nuestra percepción de la sensibilidad, nuestro cerebro y nuestra conciencia cuando nos encontramos sometidos a este tipo de estimulaciones. Hoy por hoy sólo se trata de hipótesis relativamente probadas.
Lo que sí parece estar comprobado es que el grado de susceptibilidad hipnótica no es el mismo para todas las personas y, en contra de ciertos prejuicios, no hay pruebas experimentales concluyentes que nos permitan afirmar que las mujeres sean más fáciles de hipnotizar que los hombres.
Dado que el hipnotismo es un fenómeno eminentemente psicológico, hay personas que presentan un grado alto de susceptibilidad, las más emotivas, y otras, las más escépticas, uno mucho menor. También la predisposición juega un papel importante ya que cuenta mucho el deseo auténtico de cooperación con el terapeuta o el hipnotizador. Sin empatía raramente lo conseguiríamos.
Desde el punto de vista de la Psicología del Desarrollo hay que hacer notar que es más fácil - generalmente - hipnotizar a niños que a personas más mayores. Particularmente la facilidad es mayor con escolares en edades comprendidas entre los ocho y los doce años, período en el que el cerebro se encuentra en un importante grado evolutivo de receptibilidad. En niños menores de ocho años sería también mucho más difícil llegar a crear una situación imprescindible de alta sugestibilidad, ya que presentan más dificultades para centrar la atención.
No cabe duda de que las neurociencias van a aportarnos próximamente datos espectaculares sobre esta frontera de la ciencia. Lo que podemos decir, hasta ahora, es que, en los estudios experimentales sobre los ritmos eléctricos del cerebro, se demuestra que el electroencefalograma (EEG) realizado en situación de hipnosis no guarda relación alguna con los estados oníricos (del sueño) conocidos, sino - más bien - con los registros electrofisiológicos del estado de vigilia. Los músculos, por ejemplo, no se relajan como en los diferentes ciclos del sueño ordinario, y la persona en este estado no se deja caer algo que sostenga con la mano. El misterio sigue abierto, la investigación también.