Podríamos decir que la primera interpretación evolucionista del juego fue la que expusiera Karl Groos, en su libro Die Spiele der Tiere, El juego en los animales (Jena 1896). En Die Spiele de Menschen, El juego en los seres humanos, (Jena 1898) y Des Seelenleben des Kindes (Berlin 1904) , su mensaje a los educadores es que el juego en los niños, como en los animales, es una preparación decisiva y necesaria para la vida adulta posterior.
Este autor comprendió, en efecto, que se trataba de un fenómeno general que era común tanto al ser humano como a los animales más evolucionados.
"También los animales - decía Gross (1896) - tienen una infancia para poder jugar".
Es, en definitiva, la alegría de ser sujeto de la causa de algo, el placer de la activación de cualquier tendencia instintiva.
Se trataba pues de un fenómeno que, por ese motivo, era explicable en los términos científicos de de maduración psico-fisiológica, un desarrollo madurativo que nosotros interpretamos hoy bajo el punto de vista de la neurociencia evolutiva (Andrés, 2008).
Su teoría del juego se ofrece desde un doble punto de vista: desde el del juego como preejercicio y desde el del juego como "ficción simbólica".
El juego es "preejercicio" porque contribuye al desarrollo de funciones generales, como la inteligencia eficiente, cuyo estado de madurez no se alcanza hasta el final de la infancia.
El juego es "ficción simbólica" porque actúa como un "como si" que permite considerar reales las simples representaciones de la imaginación. La imaginación representa así a la mente lúdica como verdadera.
La infancia tendría así un sentido definido al tratarse de una etapa en la que el juego, en su papel de pre-ejercicio preparatorio, activará y madurará el desarrollo de las funciones psicológicas superiores de las que la imaginación juega un importante papel.
En palabras de E. Claparède (1958), en cuyo pensamiento influyó Groos de una manera decisiva, "saciando necesidades presentes el juego prepara el porvenir"
Piaget, aun considerando insuficiente la concepción que hace Groos del juego, va a aceptar, sin embargo la categoría del juego como ejercicio, categoría que va a perdurar en todas las teorías posteriores.
Stanley Hall y la Teoría de la Recapitulación.
No puedo dejar de mencionar que G. S. Hall (1844-1924) es una de las figuras más significativas de la psicología evolutiva de principios del siglo XX. Discípulo de James y de Wundt, fue continuador de los trabajos de Preyer y antecesor metodológico de las actuaciones científicas de Piaget a la hora de abordar la cuestión de la representación lúdica infantil del mundo y de la realidad (The contens of children´s minds) 1883.
En su impulso inicial sobre los estudios de psicología infantil instituyo una sociedad para el estudio del niño y publicó obras tan relevantes como Adolescence (1904), Aspects of life and education (1907), y Genetic philosophy of education (1912).
Su discípulo A. Gessell (1880-1961) completaría su labor describiendo las principales fases del desarrollo físico y motor del niño.
Hall, fue, además, uno de los grandes artífices de la institucionalización de la psicología norteamericana.
En esta línea institucionalista fundó, en 1892, la Asociación Americana de Psicología (A. P. A) y la primera revista psicológica de su país: el American Journal of Psychology.
En la Exposición Universal de 1893 de Chicago, para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América, Hall dirigió un congreso sobre "Psicología Experimental y Educación" en el que, no sólo se dió a esta ciencia una mayor popularidad social, sino que abundaron, además, las intervenciones sobre psicología del niño y sobre el papel trascendental del juego en su desarrollo.
Stanley Hall, con su "Teoría de la Recapitulación" participa también de ese visión evolucionista del juego.
Tres aspectos clave de la Teoría de Hall:
1. Los juegos se suceden según etapas de desarrollo, definidas, a su vez, por el contenido propio de sus actividades lúdicas.
2. Tales contenidos corresponden a comportamientos ancestrales, cuyo orden de aparición ha sido similar en el transcurso de la historia. El animismo infantil, por ejemplo, sería similar al de los hombres primitivos y al de su arte rupestre.
3. El juego infantil podría tener la función de permitir superar a los seres humanos de tales actitudes, permitiéndo el desarrollo de una evolución superior.
Según esta teoría, las actividades propias del juego recapitularían las acciones más primitivas y atávicas.
En una línea similar a la de Gross, sostenía que el niño con su juego revive el proceso de la historia y se prepara para poder desarrollar etapas superiores.
Pero la importancia del juego estriba, precisamente, en que gracias a esas acciones primitivas, ingenuas e incondicionadas puede acceder a conductas más eficaces, elaboradas y modernas. Entre aquellos que tomaron a S. Hall como referente intelectual se encuentra destacados pensadores como Cattell, Dewy y Terman.