Este cuento como los anteriores, el niñ@ al que se lo vais a contar, es el verdadero protagonista, porque donde se señala en el texto con "...", ahí es donde tenéis que decir el nombre del niñ@ a quien va dirigido.
Está dedicado a los puros de alma, personalidad inteligente y valor en su corazón. A todos los niños cuyos padres tengo la seguridad de que van a hacer de ellos unos hombres y mujeres de futuro. A todos ellos.
El gigante y los espejos
Hace mucho, mucho tiempo en un reino muy lejano, habitaba un gigante muy feo y malvado que siempre presumía de ser el gigante más grande, más fuerte y más malo que ha existido jamás.
- Soy el gigante más fuerte, grande y malo de todos - Repetía sin cesar terminando con una grande y profunda carcajada ensordecedora.
Tenía aterrorizados a todos los habitantes del lugar. Siempre que aparecía por el pueblo, las gentes corrían aterrorizadas. A cada paso que daba con sus gigantescas botas, pisaba y rompía casa por casa, robaba y se comía toda la comida que podía asustando a niños y ancianos y siempre se reía de sus fechorías.
Todos los habitantes del reino estaban aterrados por el gigante que continuamente les estaba asustando y robando.
Un día pasó por el lugar un príncipe muy valiente llamado (...), montado en un gran caballo. Al llegar al pueblo se encontró con que todos los vecinos del poblado estaban arreglando sus casas.
- Buenos días buen hombre, tendría usted la amabilidad de darme un poco de comida y bebida, llevo viajando muchos días y estoy hambriento y sediento - Le dijo el príncipe a uno de los campesinos que estaba arreglando su casa.
- No puedo ofrecerle nada señor, hay un gigante que es muy malvado y continuamente nos hace la vida imposible, rompe las casas con sus gigantescas botas y roba toda la comida que tenemos para alimentar su colosal barriga. Estamos desesperados y ya no sabemos qué hacer - Le respondió el campesino con inmensa tristeza.
El príncipe se quedo pensativo y después de un momento de reflexión comento al campesino.
- Tengo la solución para resolver todos los problemas que crea este feo y malvado gigante para echarle de una vez para siempre. Necesito muchos espejos, tantos como podáis reunir en todo el reino y los vamos a colocar dentro de una gran cueva que he visto cuando me aproximaba hacia este lugar no muy lejos de aquí.
Todos los aldeanos se pusieron manos a la obra, reuniendo todos los espejos que pudieron, introduciéndolos en la gran cueva. Cuando todos los espejos estaban colocados, el príncipe (...) se monto en su gran caballo y galopo veloz a buscar al gigante. No tardo en encontrarlo, tumbado todo lo largo que era su gigantesco cuerpo debajo de un gran árbol, estaba profundamente dormido y produciendo unos ronquidos tan fuertes y aterradores, que todos los animales del bosque habían salido corriendo despavoridos.
Sin vacilar un momento, el príncipe (...) saco su espada y le pincho con ella en su gran culo. El gigante se despertó de golpe malhumorado.
- ¿Quien se atreve a despertarme de la siesta? , quien sea me lo voy a comer de un bocado - Dijo con su gran vozarrón.
- Aquí estoy - Respondió el príncipe (...) valiente y seguro. - He oído que presumes de ser el gigante más fuerte, grande y malo que existe, pero no es verdad, yo conozco a gigantes más fuertes y malos que tú.
- ¡Imposible! - exclamo el gigante sorprendido.
- Sí que es verdad - Habló el príncipe (...) con plena convicción y firmeza. - Sígueme y te lo mostrare.
El príncipe (...) llevo al gigante hasta la gran cueva y cuando estaban en la entrada le dijo.
- Dentro de esta cueva habitan gigantes más malos, fuertes y grandes que tú y si eres tan valiente, pasa y lo comprobaras.
El gigante sin vacilar se introdujo en la cueva y gritando enfadado con su gran vozarrón pregunto.
- ¿Quién se atreve a ser más fuerte y malo que yo?
- El eco de la cueva le contesto una y otra vez: - ¿Quién se atreve a ser más fuerte y malo que yooo...? ¿Quién se atreve a ser más fuerte y malo que yooo...?.
Cabreado por la respuesta y más furioso que nunca se introdujo más adentro en la cueva, descubriendo a miles de gigantes feos como él, que no eran otra cosa que su reflejo en los espejos. El gigante se asusto tanto al ver a tantos gigantes, que corrió y corrió aterrorizado alejándose tan rápido como pudo del lugar y nunca jamás se volvió a saber nada de él.
Los habitantes del reino, se sintieron muy agradecidos al príncipe (...), por su inteligencia y valentía, Organizando una gran fiesta para celebrarlo.
Y a partir de aquel día, nunca se supo jamás del gigante, viviendo todos felices y contentos.
FIN