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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 31 de octubre de 2024

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Una necesidad

Quién hay en tu pensamiento que logra tu ausencia,
Quién en tu espacio en que ya has repartido tu espera?

Yo sigo aquí, pensándote a cada instante,
con los sentimientos encontrados, de nuestra cercana lejanía,
de nuestra tan peculiar relación, de nuestra distinta forma de vivir,
cada día me salta el corazón de pensarte y saberte ahí...
Ahí con tu nueva vida, a la que no logras entender,
que quizá nadie logremos entender, y entre tantas risas,
llantos, encontronazos y confesiones, dame un momento,
permite que mi corazón te diga su historia.

Una historia de logros, llena de metas cumplidas, de besos,
de abrazos, de encuentros y desencuentros, de amigos,
de hermanos, de amor, de ti..., de mí.

Que en cada paso junto a ti, aprendí a seguir mi camino,
a ser fuerte, con cada riña, cada beso, cada abrazo, cada acierto,
cada fallo, en cada caída, en cada despedida, a tu manera me enseñaste
a construir un mundo firme el cual podemos tocar,
sentir y cambiar en la medida de lo posible,
a entender cada cosa importante, a saber que todo es y debe ser de una manera,
por mis valores y creencias, gracias porque puedo ser cada día más yo, a pesar de todo.

Mi necesidad es quizá hacerte saber lo impotente que me siento
al no poder calmar tu pena, de estar a tu lado cambiando ese matiz que aún de
desesperanza, dolor, desesperación... quisiera tornarlo en paz, que mi egoísmo
al estar lejos de ti no es otra cosa que el miedo de no poder hacer nada, de supervivencia
y de cuando llegue el momento, ese que tu sabes y que yo evito cada día,
mi única arma al estar lejos con mi cordura
es el engañarme con que quizá todo esto es un mal sueño y que estás bien,
que vendrás y que quizá, si no es así,
pueda yo ser el milagro que cure tu alma,
tu corazón, tu cuerpo, tu mente, tu sonrisa, a ti... ojalá...

Diez meses después.....

Desde el día en que te fuiste, has hablado conmigo tres veces en mis sueños,
has caminado conmigo en el campo, gracias por acompañarme
y sentarte a mi lado a calmar ese sentimiento que logra desbordar esa
nostalgia por no tenerte más aquí, intento acostumbrarme a vivir con él,
pues se que no se ira.

Hoy otra vez intentó desbordarme y has entrado aquí, te he sentido, percibí tu olor,
tu voz, tu calor, oí tu voz, pero no logre escuchar lo que decías,
y volví a sentirme tranquila una vez más, cada día en que la nostalgia me invade,
encuentras la manera o a la persona que calma mi necesidad de ti, te echo de menos.

A veces quisiera ir a ese sitio donde tu cuerpo descansa,
me da curiosidad sentir eso que hace que las personas hablen,
me imagino ahí sentada mirando tu imagen en mi mente,
contándote todas aquellas cosas que se vuelvan necesidad, triviales,
sentimentales y a ti bajando en alma a sentarte ahí a escuchar
todo lo que en ese momento me viniera a la mente.

Otras veces no sé si quiero volver,
una parte de mí suplica el ir y estar cerca de tu esencia,
de tus espacios y otra quiere trasladar todo eso aquí, y lo logra.

Logro recordar con claridad todos los momentos que pasaste aquí conmigo
y seguir sintiéndote,
no logro no llorar.

Desde el día que te fuiste, la vida aún sigue su curso,
las pocas o muchas cosas que han cambiado
lo han hecho porque así tenían que ser,
y esa parte de mí que se fue contigo aquel día sigue ahí...

Vacía, a veces dolida, quebrantada, exaltada, al no entender ese dolor tan pasivo,
por la falta que le hace saberte aquí a cada momento, cada cual,
en su tonto pensar aún desea volver para verte una vez más,
y se duele y se quebranta, cuando le digo que ya no estás, que te fuiste, que no volverás,
que sólo existes en mi corazón, en mi pensamiento,
en los buenos recuerdos y en estos momentos en que te haces presente calmando mi
pena por tu ausencia,
no dejes nunca de estar así, a mi lado.

Así hoy te honro por ser esa gran mujer, por ser mi madre,
y todo lo que fuiste y serás para mí,
por tanto pesar a lo largo de tu vida, que todo lo bueno perdure y por fin calme tu dolor.

Por el tiempo y tus respuestas a todas mis preguntas,
por tus preocupaciones, que allí, donde estés,
estés tranquila y feliz, y así sanaré todo en mí, por fin por mí, para ti.

DESCANSA EN PAZ MAMÁ.

 

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