Ya no hay sueños, ni conejos a los que seguir,
ni orugas con las que discutir,
ni siestas debajo del árbol mientras te leen la historia que nunca te cansaras de oír,
ya no suena el viento entre las hojas, ya no hay sombreros de copa,
ahora el sol no nos toca.
Ya no podré pensar en botellas mágicas que me harán encoger
y que en un mar de lágrimas pueda volver a crecer,
pues la imaginación ha muerto, la gente, ya no tiene tiempo.
Y es que hemos cambiado todo
ya nada crece del suelo
ahora lo cubre un velo de frío cristal,
que necesitamos para poder respirar.
Y los gatos ya no están, no hay tejados donde maullar
la noche se murió con la ultima risa de un gato que a lo lejos oyó.
Ya no hay reinas de corazones por que faltan razones
para creer que en el mundo vuelva a haber
rosas, sueños y cartas de papel.
No habrá juicios de mentira, aquí al primero se le tira
a un hoyo para que no pueda gritar
que estamos acabando con la tierra,
que pronto morirá.
Caminando me doy cuenta,
de lo que fue y lo que será,
esta tierra amarillenta,
que alimentos ya no da.
Ahora solo podemos soñar
con aquello que tuvimos
y no supimos valorar.
El único recuerdo de la lluvia
son mis lágrimas al rodar
por una cara destrozada
por la radiación nuclear .
Ya no hay país de las maravillas
solo de pesadillas
esa es la triste verdad.