Ababa
que absorto el ababal
tomó ad líbitum en su mano,
un día diáfano y tangente,
de solsticio,
entre discrepancias.
Mirábala, veces ciento
poseído desideratum.
Y con dedos impávidos
sostenía el mortecino tallo,
in puribus,
mientras los pétalos,
en un consummatun est
se laciaban.
Mas no le importaba.
Encandilado por su bermejo,
Reflejado el bermejo en su cara,
acercaba su labia a la ababa
y quedo susurraba:
"Orate me creen.
nemine discrepante,
pero cierto no es,
Ergo,
pronunciar quiero,
¡Oh ababa!,
sin controversia,
que entre la margarita y tú,
no a duda, eres más bella,
ab initio, ab aeterno.
El ababal feliz,
Danzaba entre ababas