Al rodar de los limones por el suelo,
prendió la mecha del desconsuelo
la dinamita que no cesa de sonar.
Al arrebatar a los jóvenes miles de sueños,
encendió una cólera incapaz de amainar.
Al rodar de los limones por el suelo,
prendió la mecha del desconsuelo
la dinamita que no cesa de sonar.
Al arrebatar a los jóvenes miles de sueños,
encendió una cólera incapaz de amainar.
Quemarse a lo bonzo
para darle la vuelta al río.
Salir a las calles
a desatar un caos justiciero.
Revientan las farolas
cansadas de iluminar solas
a pueblos errantes
como olas condenadas a chocar.
Surte el arte de los debelados
efectos tajantes
como órdenes en harén.
Los imperios ya se perdieron,
el ansia ansía desterrar a los culpables.
Enjuta la rabia,
añil se sorprende el cielo
incapaz de saciar la sed.
Rojas se teñirán las aceras
de sangre revolucionaria
y lágrimas de esperanza
que fertilizarán la tierra
hasta semillas florecer.
¡Alzad la voz los que aún tenéis!
¡La pólvora que volverá ya se fue!
¡Hendid la dentadura en cada dictadura!
¡Apretad hasta descoser!
¿Y ahora? ¿Habrá pandemia árabe?
¿Serán nuestras horas las horas del renacer?
El Anticristo vaga enloquecido
gestando cábalas de lo que vendrá...
y de lo que hará saber.
Agustín Ostos Robina