I
Te diría
Que hablases suave
Y en secreto.
Cerca de mis sienes.
Rubricándome
La carne de los poros
Con tu lengua.
Te diría
Si la respiración
Me permitiese
Hablarte sin aliento.
Te diría,
Con los labios
Enrejados
En mordaza
Por tu cuello.
Te diría
No me dejes
Escapar
Del eslabón
De tus caderas.
Te diría
Habítame
El vacío
Entre los senos y
No me sueltes
Las muñecas.
Te diría
Escúpeme el anzuelo.
Te diría
Quédate a dormir
O
Apriétame los huesos.
Te diría
Baila para mí.
Te diría
Ríos de cilantro.
Te diría
Dúchate conmigo
Y sécame
Tú el llanto.
Te diría
Todo es para ti:
Clavícula,
Regazo.
Te diría
No tengo reloj
Para escucharte
sin descanso,
Ni tengo ya más sueño.
Te diría
Que buscases
Dentro de mí,
Todo lo que quisieras enredarte.
Te diría...
Si te tuviera aquí.
Y si tuviese aún fuerzas
Para mentirte.
II
Enséñame a desdibujar
pasillos, porque todo
se va borrando.
Y se diluye por tanto,
tu voz y tu figura.
Adiéstrame, ceguera
porque pronto
ya estoy palpando.
Soledad de memoria,
su cuchillo es colmillo.
Afilada longitud
del incierto acertijo,
inquietante y parco,
anudado al gatillo.
Aférrame oscuridad,
porque tú ya me estás besando,
de tinieblas es tu lengua
y la mía, de espanto.
III
Pones el pomo
De la puerta
En mi mano.
Para que cierre
Al marcharme,
Y no sea
Culpable
Tu amor
De mi llanto.
Pones al máximo
El aire acondicionado.
Para que tiemble
De frío y
Me repugne tu brazo.
Finges dormido
¿Para qué negarlo?
Porque ves que
Me desvanezco.
Porque me has
Destripado.
Porque diste las coces
Y perpetraste mis labios.
Necesitabas volcarme
Del cuenco
De tu regazo...
Porque me querías
Dentro
Y no podías
Permitirte pagarlo.