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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Domingo, 12 de mayo de 2024

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Trabajo, malvada enfermedad

Puede que en la Etimología, como declara la suya propia (del gr. ant. etymología, del adjetivo étymos ‘verdadero', algo así como veridicción o ‘dicencia- o razonamiento-de-lo-verdadero'), algo de verdadero subyaga, por lo que, confiando hoy en ello, presento al esforzado lector estos tétricos divertimentos.

‘Trabajo', con sus hermanos en las demás romances, parece confirmado que proviene de la palabra bajolatina tripalium (de los cuales tripaliâre y trabajar), con que se designaba un istrumento de tortura consistente en tres estacas a cuyos pies a menudo ardía una hoguera, y al cual se ataba a los esclavos que no trabajaban lo bastante duro (¡maldita ironía!) para complacer a sus amos y señores más crueles, y también al ganado más reacio a calzarse las herraduras, istrumento que de sobra se sabe que es para favorecer el aguante de sus uñas y así hacerlos más aptos para las labores impuestas por el Hombre.

No hay espacio aquí para leer algunos de los registros en castellano viejo de las palabras ‘trabajo' y ‘trabajar' (vaya el curioso, p. e., al Libro de Apolonio 630a, a la traducción de mediados del XIII post del Evangelio de San Mateo 11.28 y al Libro de Buen Amor 1391c, o mismamente al título de lo más fatigoso de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda), pero confíe el lector en que se usa referido al padecimiento y los sufrimientos, de modo semejante en las romances: en ellas el verbo heredero vale por ‘esforzarse, fatigarse, tomarse molestias' (portugués, italiano), significando también, y en ocasiones todavía, ‘sufrir' (it., catalán y francés medievales) o ‘hacer sufrir, atormentar' (occitano, cat. y fr. medievales) y aun ‘padecer los dolores del parto' (fr. e inglés medievales, it.); a lo cual es pertinente lo que se sugiere en el Génesis 3.16-19, cuando Dios condena a Adán al Trabajo y a Eva al dolor del parto y la sumisión al Hombre: Trabajo para él, trabajos para ella.

No menos interesante es que las palabras a que vinieron a sustituír casi del todo las bajolatinas tripalium y tripaliâre, que, como todo el mundo sabe, son labor y laborâre, ya habían andado un camino semejante, puesto que se usaban, no sólo para el ‘trabajo' o ‘trabajar', sino a menudo también para referirse a dolores especialmente sufridos de alguna enfermedad (p. e., frecuentemente en Cicerón), junto con los del parto (así, p. e., en Terencio Andria 268 y Horacio 3.22.1-3), aparte de malestares psíquicos o mentales, como el agobio o la ansiedad.

En griego antiguo, el término más parecido no sería tanto (w)érgon (‘obra, acción, hecho'), como pónos, que se refiere no sólo al trabajo físico, sino también al natural sufrimiento que conlleva, sin que ni en latín ni en gr. ant. dé en algo semejante al ‘cansancio' (para designar lo cual ya están los verbos fatisco(r) y kámnô respectivamente, con sus parientes y derivados). Curiosamente, en griego antiguo de pónos se deriva el adjetivo ponçrós, que todavía Homero se lo aplica a las obras o acciones (wérga) trabajosas, pero que posteriormente se refiere por escelencia a los hombres malvados, quién sabe si por prejuicio aristocrático hacia la clase trabajadora, o si porque el trabajo se sentía como una carga de males o si porque el trabajo estropea el carácter.

En fin, que ya vemos, recurriendo, al margen de nuestra esperiencia, al devenir semántico de los vocablos, por qué terrenos se mueve esto del Trabajo y lo nada de bueno que tiene, al asimilarse a los sufrimientos y dolores por un lado y por el otro a la malicia y maldad, por más que se nos predique a todos (universitarios los primeros, que los más habremos venido a la Universidad a buscarnos una colocación) que tener un trabajo es bueno y necesario. Y en el funcionamiento de nuestra sociedad, que hayan llegado a ser incompatibles Trabajo y Enfermedad (en el sentido de que, teóricamente, un trabajador enfermo está dispensado de trabajar) más bien prueba la equivalencia entre ambos, y algo de eso tuvo que haber, cuando, al mes de empezar a trabajar, protestó mi cuerpo enfermando de una apendicitis, que por mi mal hubo de complicarse.

 

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