Ir al contenido

Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

Inicio | Revistas culturales

Me odio

 

Les voy a contar mi historia: espero que no me culpen por ella.  No es precisamente una historia cualquiera, porque siento que la llevo toda encima ahora mismo y que me está pesando tanto ahora que tengo que contársela a alguien, aunque sea a esta hoja blanca.  ¿Por qué?  Supongo que porque cuando bebes demasiado, el cuerpo mismo te hace vomitar lo que te está haciendo daño, pero con las cosas del alma no pasa lo mismo y la única forma de deshacerse de ellas, aunque sea por un momento, es contárselas a alguien.  Mi pena ahora es que no tengo a quien contársela, que no espero recibir abrazos ni consuelo de nadie, ni tengo a nadie que me seque las lágrimas o que me las saque fuera, que lo siento todo frío alrededor y que yo mismo me siento tan frío que no me queda más que el miserable consuelo de vomitar sobre esta hoja mi historia.  Espero que si alguien lee esto algún día, sienta algo de compasión: se lo agradeceré desde la tumba.  Amén.

No sé por dónde empezar, así que empezaré por donde sea, que tampoco me voy a poner a ver de dónde me vienen las arcadas ni en qué orden voy a ir sacando las bilis de diferentes colores que me están matando.  Supongo que lo primero será explicar cómo es esto (o cómo puede ser) de que me odie a mí mismo.  Tampoco es que yo lo entienda, pero a lo mejor, si me pongo, consigo sacar algo.  El caso es que yo me odio, me odio a mí mismo con toda la saña y toda la fuerza de la que soy capaz: esto es más o menos un hecho que me está despedazando.  Pero para mí eso es algo tan real como incomprensible y me pregunto todo el tiempo cómo me puede suceder, porque entiendo que aquí hay un lío lógico difícil de desenredar y que quizás hacerlo me cueste la vida y el alma al mismo tiempo.  Creo que la mejor manera de hacerlo ver sea preguntándome, como me pregunto: "¿quién se odia?".  No es nada fácil decidirlo, porque el que odia soy yo, eso está claro; pero si pregunto: "¿a quién odian?".  La respuesta es que me odian a mí, que yo me odio a mí.  Pero no entiendo cómo puede ser eso, porque entonces el que odia y a quien odia ¿son el mismo?, ¿soy yo los dos?  Pero, ¿ven?, ya he dicho ‘dos' y ‘mismo'.  Y lo peor es que ninguna respuesta me da una salida, ni un poco de calma ni certeza, porque si digo que son dos, tengo que admitir que los dos son el mismo (o sea: yo), pero si digo que son el mismo (o sea: yo) ya con eso estoy diciendo que son dos, porque nadie va a dudar de que hay algo que se repite.  Y si eso fuera lo peor, quizá no sería tan malo, pero es que pasa una tercera cosa, y es que el que se está muriendo por ello soy yo, que les estoy escribiendo esto ahora mismo en carne y hueso, y que no soy ni el uno ni el otro ni los dos al mismo tiempo.  ¿Tengo que explicarlo más o se entiende?  Creo que sí, pero por si acaso (tengo tiempo aún) se me ocurre decirles que si yo soy el que odia, ya no puedo ser el otro, el odiado; y que soy el odiado no puedo ser el que odia; y que si quiero ser el uno y el otro a la vez ya tengo que ser un tercero, ¿entienden?: un tercer ‘yo' que no es ni uno ni otro, pero que es el que sufre y padece en su vida real lo que a esos otros dos (que son yo mismo) les pasa.

Pero, ¿ven?, ya me siento solo otra vez, profundamente solo en mi trinidad, y todo porque me entran dudas de si alguien va a enterder algo de lo que estoy diciendo o de si yo mismo lo entiendo, que creo que tampoco.  Pero no me importa, ya a estas alturas de mi desesperación no me voy a poner a pensarlo; no me importa, sólo quiero ver si con esto expulso algo de la contradicción o contradicciones que me hacen la vida amarga y tan amarga que no me la dejan vivir ni un poco; no me importa que a lo mejor no consiga nada.  ¡Mierda, sí que me importa, pero voy a seguir: no me queda más!

Mi historia, sí, eso es lo que iba a contarles, aunque ya les he dicho que no puedo decir que sea una historia como la de los libros, porque ésa no duele y esta a mí me está doliendo por los cuatro costados y me está haciendo reventar por dentro.  Y es que lo primero es que lo que a mí más me duele es tener una historia, ¿entienden?  Lo que ha mí me ha pasado no es nada especial, ni digno de que se lo cuente ni de pasar a ningunos anales, no tengo en mi vida grandes desgracias ni desastres demasiado espectaculares que contarles.  Tengo más o menos una historia como la de cualquiera, como la que tiene cualquiera de ustedes y no creo que tenga motivos para sentirme especialmente desgraciado (hasta admito que hay otros con muchos más motivos que yo para eso), pero no sé por qué motivo a mí me pesa tanto que ni puedo librarme de ella ni consolarme con otras cosas o con otros males, como veo que hacen los demás.  Yo me odio a mí mismo: ésa es mi historia.  Espero podérselo explicar, aunque ya me están flaqueando las fuerzas otra vez en esta noche, pero trataré de hacer un esfuerzo, porque supongo que a estas alturas me va la vida en ello.  Quedan ya avisados de que no voy a entrar en detalles personales, que creo que carecen de importancia.

Yo no me gusto: no mi gusta mi historia.  No me gusta lo que me ha pasado en los años que llevo en este mundo, ni me gusta cómo soy.  Me muero, ¿saben?, por haber tenido otra historia, porque me hubieran pasado otras cosas que no me han pasado, ni ya me pueden pasar, porque lo que yo querría, ¿saben?, es que mi vida hubiera sido otra, que hubiera sido de otra manera, pero a la vez entiendo que eso ya ha pasado y que lo pasado, pasado, y que ya no se puede hacer nada, que está como si dijéramos ‘muerto', así que estoy condenado a vivir conmigo mismo todo el resto que me quede de vida, condenado a vivir con esto que soy y que odio con toda mi alma todo el resto de mis días, y esa idea se me hace tan insoportable y tan insoportable y cada vez más, que me ha llevado al borde del abismo.  Creo que entienden a qué me refiero sin necesidad de ser más explícito: cuando alguien odia a alguien con toda su alma y con todas sus fuerzas está claro lo que quiere hacer con él. 

Espero haberlo sabido explicar, pero por si acaso, voy a repetirlo: no me gusta mi vida, la vida que he tenido hasta ahora, ni me gusto yo tampoco, que soy el resultado de eso y el que la vive, y quiero borrar todo eso, quiero olvidarlo todo, porque siendo quien soy estoy seguro de que no puedo vivir, así que todo el resto de mis días se me presenta como un inmenso calvario por donde tengo que ir pasando, día a día, hora a hora, mes a mes, año a año, minuto a minuto, hasta que al final del camino me den la puntilla.  Quiero acabar ya con esto, no quiero seguir esperando, porque esta idea me atormenta y me destroza por dentro y he llegado a tal punto que ya ni siquiera soy capaz del más mínimo disimulo, que ya ni siquiera tengo un minuto al día en que me olvide de todo eso y pueda disfrutar de algo bueno.

No sé si habré conseguido explicarlo, pero no voy enredarlo más todavía: espero que alguien entienda algo de eso.  No voy a ceder a la tentación de dejarlo y soltar el boli y acabar.  Tengo antes que acabar esto, si puedo, porque, si no, creo que tampoco voy a poder descansar bien en la tumba o donde me pongan después.  Ya saben: todo estaría claro para mí si no fuera por ese pequeño lío lógico del que les he hablado al principio.  Seguro que eso les parece una chorrada, porque puestos a matarse, para qué andarse con menudencias, pero para mí no lo es y no me pidan que se lo explique, porque tampoco lo entiendo, y también me da igual que algunos de ustedes me llamen cobarde: eso no es nada comparado con lo que me llamo yo a mí mismo todos los días.  Pero se lo explico en un momento y ya termino, y que les den por culo si no lo entienden, que me importa una mierda.

Bueno, el problema es que no sé, en el caso de matarme, qué pasaría con lo que les he hablado al principio: ¿quién mataría?, ¿quién moriría?, ¿quién odia a quién?  No entiendo por qué me pasa y por eso no soy capaz de dar el último paso para ejecutarme: hay en ello un misterio que me hiela la mano y me hace dudar.  Porque ¿qué culpa tengo yo de haber tenido esta historia que he tenido?  ¿Y si resulta que voy a matar a un inocente?  Y entonces me surge la duda de si no podría perdonarme, perdonarme de veras y dejarme vivir: salvarme la vida.  ¿Entienden lo que les digo?  ¿Alguien me está entendiendo?  Perdonarme..., en eso es en lo que pienso,  y cada vez que pienso en ello, lo crean o no, les juro que se me saltan las lágrimas y lloro como un niño, como ahora mismo, que apenas veo lo que escribo, y siento una ternura inmensa conmigo mismo y hasta ha habido veces que me he pedido perdón llorando, por estúpido que les parezca.  Ya sé que hay muchos que no se detienen en esto y que lo hacen y se acabó, pero está visto que yo no puedo.  Así que esta es la historia de mi vida, queridos lectores (creo que ya puedo llamarles así, a estas alturas): ni me gusta, ni soy capaz de acabar con ella del todo y de una vez por todas, así que vuelvo cada vez al mismo martirio, sencillamente porque la idea de perdonarme y dejarme vivir, no me parece imposible del todo y pienso que hasta con algo de paciencia pudiera ir aprendiendo a hacerlo: a ir perdonándome y odiándome un poco menos y hasta algún día, ¿quién sabe?, pudiera olvidarme de todo lo que a todas horas me echo en cara y pudiera dejar que se fuera borrando y perdiéndose en lo sin fin, y en lo hermoso que sería ir perdiendo este lastre inmenso que me aplasta día y noche, esta culpa insoportable que me está matando, que me culpo día y noche de lo que me ha pasado y culpo a mis padres y todos los que se me ponen alrededor y todo se me vuelve una maraña de odio hacia mí mismo y a hacia los otros y hacia todo lo que me rodea, que me da un asco y me doy un asco que no lo puedo soportar.

Bueno, ya saben, no voy a empezar otra vez.  Es eso al fin y al cabo: que siento que me queda algo de lo que no es eso, una semillita de amor y de perdón que no se ha pudrido entre el estiércol y que a lo mejor, si la dejo, puede germinarme dentro y... ¿quién sabe?, ¿quién sabe si a lo mejor, como un granito de mostaza...?  Total, lo que sí que es verdad es que, para matarse, siempre hay tiempo.

 

Atentamente,

NO SE LEÍA BIEN EL NOMBRE.

 

 

Comentarios - 0

No hay comentarios aun.


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]