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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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Teoría especial de la probabilidad

 

No apunte con la grapadora hacia personas. Habría un cincuenta por ciento de probabilidades de poder grapar su lengua con su ojo, su dedo con su pecho, su pie con su mano, sus dos pechos. Habría un cincuenta por ciento de probabilidades de darle en la cabeza, en la espalda o en su muslo. Ya está pasando la ambulancia, la grapadora no dio en el clavo, dio en el diente, la uña, la muñeca, la falange, troqueló el lóbulo de la oreja. La gran grapadora creyó ser diseñada para la tapicería, para grapar el niño al sillón, la almohada al cuello, la pierna al taburete, no hay que apuntar hacia personas -se avisa- hay que apuntar a la carne y a la tela, y allí juntas se pegan los hilos a las venas.

Amaos unos a otros como yo os he amado, porque hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que os odiéis, os escupáis, os empujéis, os encaréis y os repugnen las grapadoras que no han de apuntar a las personas. No abrir la ventana del tren, no tirar botellas por ella, no acercarse a la Gioconda, ni al punto peligroso del andén que crea el vacío, no fotografiar más allá de la frontera, no cantar ni bostezar en clase. El imperativo negativo niega un cincuenta por ciento de la realidad, el hemisferio norte se sube sobre el sur y le prohíbe escupir en público, y al negarlo también lo crea. El imperativo afirmativo afirma las dos partes de la realidad, la que ha de imperar y la que todavía impera, el amor que nos exige y el odio que supone, y al afirmarlas una risa de fondo las destruye.

Me hicieron creer en las probabilidades, que se escaparon con productos y cocientes entre las manos, ¿Cuántas veces antes se había dado? ¿Cuántas veces no se dio? El día que se inventó el verbo sortear y el bombeo del corazón que lo acompaña un dios murió, se había probado la necesidad matemática de su existencia. El lugar de las matemáticas donde hay que tener en cuenta el futuro y el pasado, a los demás y cuántos fueron, cómo y cuándo murieron, es, como sus elementos, la más mentirosa. Las lenguas la niegan porque las probabilidades son siempre las mismas, puedes venir o quedarte, puede que sí o puede que no, pero ni vienes al 30 % ni te escapas al 47, o eres feo o eres bueno, o te odian o te aman.

 

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