No te voy a hacer un poema fino
No te voy a hacer un poema fino, hermano,
aunque quisiera. Mi verso no dirá la espuma
ni los lilas ni las fuentes cantoras.
De mi verso mana sangre, demasiada sangre,
sangre sin color como cuando se desnuda,
sangre de chorro caliente que al brotar
dibuja largas eses y recae calladamente.
Tengo todos los rostros de la guerra,
me sé todos los rastros de la tierra.
Soy niño soldado congoleño o somalí,
batallador afgano o amazona saharaui.
Soy legionario de identidad olvidada,
casco azul dramáticamente rojo,
insomne tejedor de bomba
que noche y día sueña con un mundo mejor.
Estos versos no son del guerrero en acecho
sino del hombre de carne indomable
que sigue vivo bajo el traje de faena.
Las manchas sospechosas que llevo,
los tajos y cicatrices que me identifican
dicen cuántas veces gané a la ruleta rusa.
Hoy, me paro un instante y digo con Prévert
a voz en grito: "Quelle connerie la guerre!"
Ecos de viento
Del libro Monólogo de Adán (2009).
Quién pagará por nuestros hijos estallados
quién pagará por nuestros vocablos estrangulados
quién pagará por el polvo de nuestro olvido
y por todos nuestros sueños que se derriten y gotean
como sudarios de abortos que miran la eternidad
quién rezará por nuestros padrenuestros bastardos
quién grabará sobre el viento nuestros epitafios
quién lloverá en nuestros desiertos de lágrimas
quién abrazará a nuestras viudas y besará
a los hijos que nunca pudimos ver
quién nos brindará la limosna de rematarnos
quién recordará nuestro pétreo olvido
quién acabará lo que apenas comenzamos
quién nos hará la caridad de una fosa común
quién nos devolverá al escarnio de lo que somos
quién nos llamará Lázaro del fondo de la tierra