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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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Editorial: El tiempo se hizo arte

Nos fuimos ganando con las primeras vanguardias la risa como un guiño del espíritu creativo, la perplejidad se convierte en parte de su semilla y lo nuevo es sólo un ingrediente de su concepto, el ingrediente tal vez más desgastado. El creador ha sido alabado, pero muchas veces humillado y execrado, lo que se sale de la norma nos ha mostrado nuestras imágenes mediocres, las de los justos medios de lo común. Querer sobresalir nos ha llevado e invitado a la locura, a veces convertido en lo absurdo, también nos puede haber obligado a negar las locuras comunes. Locura y absurdo que no pierden ni su propiedad de reflejo ni sus amarres con la originalidad. Las formas de creación han hecho correr a los tiempos, a veces los han hecho fugaces y su velocidad ha traicionado, en ocasiones afortunadamente, a sus deseosos visionarios, momento propiciado por las conquistas de nuestras nuevas razones. La ruptura con lo cotidiano de entonces provoca la sonrisa del nieto moderno; pues la obra programada en el futuro del abuelo, aún joven, se ha metido en el museo que denostaba; a veces se convierte en desconsuelo y vergüenza del nieto incrédulo o desazonado por lo estúpido de algunas palabras.

Parecía que este año andábamos escasos de centenarios y conmemoraciones literarias programadas, así que nos hemos apropiado de una. Sin duda de entre las celebraciones anuales se lleva la palma la relativa a la publicación de El origen de las especies. Después de que Dios despareciera de la naturaleza, tendrían que pasar cincuenta años para que desapareciera también del proceso de creación artística, el arte será desacralizado. Hace cien años se publicaba el Manifiesto Futurista: una loa a la velocidad martilleante, a la guerra, a cualquier tipo de violencia, parecían deseosos de abrir cualquiera de los periódicos de los actuales frentes. El gran desastre y burla feroz estaban por llegar. El deseo de aventura fue más fuerte que el poder de la imaginación, incapaz de representarse la deshigienización total de la guerra. Sus imaginaciones no tardarían en ser violentadas por la realidad apocalíptica de las Grandes Matanzas.

El nuevo arte nos enseñó que nos podíamos preguntar por sus límites, porque ya no estaba claro dónde éstos se situaban, si es que estaban, si es que había aún arte. El siglo XX no reconoce castas artísticas, es la creación lo que cuenta, el atrevimiento, la originalidad, ironía y al fin también el chiste y la risa. El proceso de creación queda libre de amarras formales, morales, religiosas, temáticas. El arte fue muchas veces pregonero de nuevos tiempos, el tiempo se hizo arte cuando se le puso por título de un manifiesto y un siglo pasó por sus cuerdas.

 

TEMPUS FUGIENS OMNIA DELET

 

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