Ir al contenido

Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

Inicio | Revistas culturales

El principado de Sealand: ¿Fraude o realidad?

 

A veces el destino nos sorprende de manera inusitada. La historia nos ha demostrado en múltiples ocasiones que la mayor maravilla del mundo puede surgir en el lugar que uno menos se espera y en las circunstancias más extravagantes. Tal es el caso del Principado de Sealand, el que para muchos es el estado más pequeño del mundo y para otros la farsa más grande de la Europa moderna.

La historia es sencilla: Paddy Roy Bates, un radioaficionado veterano de la II Guerra Mundial, desea emitir una señal de radio pirata. Cansado de las trabas legales y de la persecución sufrida en su país (que incluso le llegó a costar la cárcel), decide buscar un territorio ajeno a la jurisdicción británica en el que poder llevar a cabo sus peculiares actividades. Entonces se acuerda de Rough Towers: una plataforma antiaérea encargada de defender la entrada al Támesis de los salvajes ataques de la Luftwaffe y que el gobierno de las islas había abandonado a su suerte en mitad del Mar del Norte, en plenas aguas internacionales, al acabar el conflicto. Y allí decide instalarse. Recoge sus bártulos, y se pone en marcha con su mujer Joanne y su hijo Michael. Una vez sobre ella, se autoproclama soberano: el príncipe Roy I. Corría el 2 de septiembre de 1967. El Principado de Sealand acababa de nacer.

Pero era necesario que la joven nación contara con una serie de requisitos indispensables en todo estado soberano. Y así fue como, al poco tiempo de que Sealand viniera al mundo, hicieron lo propio su bandera, su moneda, su selección nacional de fútbol, su constitución y su himno. Sealand se había convertido en una auténtica nación independiente. Sólo le faltaba el reconocimiento internacional.

Sea como fuere, el caso es que la existencia de esta pequeña nación autoproclamada supone una espina en el corazón de la todopoderosa Gran Bretaña, que en numerosas ocasiones, buscando restaurar su honor maltrecho, ha tratado de recuperar, aunque sin éxito, el territorio que antaño despreció. Las victorias sealandesas en los tribunales a este respecto han sido de escándalo: el gobierno británico no puede hacer nada con él, pues técnicamente queda fuera de su jurisdicción. Ni siquiera le valió aumentar el tamaño de sus aguas territoriales para atrapar a Sealand dentro de ellas y así solucionar el problema de un plumazo, pues Roy I, consciente de por dónde irían los tiros, había tenido la misma idea. Sealand, una vez más, estaba condenada a ser libre.

Desde entonces, todo ha sido peculiar en este minúsculo lugar en mitad del océano, hasta el punto de surgir una espectacular multitud de seguidores y de enemigos. Por un lado están los que ven en Sealand un paradigma de rebeldía romántica y de utopías posibles, la muestra más clara de que en ocasiones David puede vencer a Goliat. Y por otro tenemos a los que lo consideran una absoluta pamplina, el fruto de la mente de un lunático, un sinsentido carente de fundamento que tiene como único propósito llamar la atención y enriquecer a su propietario a costa de un puñado de idiotas.

De esta manera ha sido como ha marchado el devenir del Principado de Sealand desde su nacimiento hasta nuestros días: entre la gloria y la miseria. Con los pleitos ganados a Su Graciosa Majestad, las ofertas para hacer una película en Hollywood, los múltiples reportajes publicados en Internet y televisión, el reconocimiento "de facto" de su soberanía se han alternado actos de corrupción, fraude y estafa -incluso asesinatos- ejecutados en el nombre de Sealand. La verdad es que han sido múltiples las empresas realizadas bajo la fama del Principado, aunque no todas beneficiosas para él.

Para los que somos aficionados a lo insólito, el caso particular de Sealand es uno de los prioritarios en nuestra agenda. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos de ahora en adelante. Lo que sí está claro es que no se tratará de algo convencional.

Comentarios - 0

No hay comentarios aun.


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]