Despertar, abrir los ojos o quizá cerrarlos,
volver a mi cuerpo o tal vez hallarlo,
ser nuevamente ese yo de antes, quién sabe,
abrir los ojos o quizá cerrarlos.
Rostro de ojos ajenos en mi frente,
llenas aún las pupilas de pérfidas perlas,
vacilar entre la certeza y la duda aciaga,
rostro de ojos ajenos, quizá en mi frente.
Despertar, vislumbrar la falsedad de la puerta
que oculta el pasillo de donde vengo,
llena el alma aún de cenizas de una fragancia,
que bien sabe de dónde vengo.
Despertar tal vez no es sino amanecer
en la orilla falsa, nunca la misma,
sin más memoria que una copia trunca,
y empalmar engreído la ilusión de otro.