XXVIII
En el parque
de vuelta a Baumweg
hay algún que
otro conejo
podría ser bocanada
o piedra en un bulto
pero es un pequeño conejo.
Mientras camino
distinto el paso
del resto,
me agrieto,
las flemas
la vista tras la lágrima.
Todas las palabras
y los sueños se agolpan
en el estómago
y la garganta.
Me has cambiado
y devuelto.
De repente
por la espalda,
un ataque,
un sobresalto
y rota toda mi confianza.
Me has desmembrado
y no se termina
la forja.
Todo ha rebosado
antes de que te diera todo
y de que me tuvieras
toda desbocada.
XXV
Todo lo que
puedo afirmar:
que no me
sienta bien
tu mirada,
sobre todo cuando
no la espero
y cuando choca
con mi mirada.
Y también,
especialmente
cuando el diálogo
es entre los iris
y los labios y además
la lengua
se manifiesta inquieta
porque no puede
esconderse sin
rubricar algo.
Tal vez un chispazo
de carne,
un leve contacto
físico de dos
parcelas
de cuerpos anónimos,
ambos que, juntos,
abstractos,
se vuelven el cuerpo de nadie
Un instante en tinieblas
bajo una lente invertida.
Un infierno tras la cortina.
Un misterio
y un juego sin
escapatoria.
Tu saliva, mi labio inferior.
Mi lagrimal y tu irritable párpado.
Inflamable combinación.
Alquimia,
puede que
peligrosamente
contaminante.