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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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Y el bien nació en mayo

 

Y el mal, está claro; sobre todo si del mal y el bien patrióticos hablamos. ¿Historia en una revista literaria? Sí, historias, esto no es más que un relato.

El 2 de Mayo lanzábamos a los mamelucos a las calles, y hablo de este último mayo, representando el mal que nos había invadido sin que nos hubiéramos dado cuenta. Así también lanzábamos a Raimon algunos días después, contra un mal que algunos se empeñan en no dejarlo matar, deseosos otros de volver a sueños del pasado. Nos querían enseñar a principios de mayo a amar el espíritu de un país, aunque no nos creamos que tal cosa exista, amarlo y recordarlo a golpe de cañonazos dirigidos al vecino, que es siempre donde más retumba nuestra voz. Otros temían que a finales de mes se desmoronaran las columnas patrias, pero después del espectáculo, el recuerdo quedó en una mera atracción; los que alzaron las armas frente a aquel pueblo invasor tuvieron nietos que alzaron la voz por él. Como en Alemania, el espíritu afrancesado pasó de odiado a deseado.

Hacía algunos meses que los mismos fastos referidos al siglo XIX se celebraban en Berlín, pero con un aire muy diverso. Al otro lado del Rin, el 28 de octubre del 2006 Napoleón volvió a cruzar la Puerta de Brandemburgo, y volvió a sonar la Marsellesa en la Plaza de París, que tantos años perteneció al bloque oriental, bloque del bien o del mal. Un actor leyó la carta con la que Napoleón saludaba a los nuevos súbditos y éstos.... aplaudieron. Los escasos y tímidos abucheos puede que llegasen de observadores ibéricos, o incluso franceses, preparando ya el recuerdo del 68. Pero cosas de la historia, puede que los alemanes hubiesen preferido que Napoleón se quedase y hubiese evitado el mal, aún peor, de la narración histórica por llegar. Parece entonces que nosotros no lo deseamos, por eso Napoleón no ha cruzado la Puerta de Alcalá, afortunadamente nadie pensó en que la franquease de nuevo Fernando VII.

Ni el bien ni el mal absolutos por lo tanto, sino un "¿qué es lo que viene después en esta historia?", algo que Alemania llora y España todavía canta.

Y si de parir se trata, ¿quién paría a los revolucionarios del 68? Truffaut lo tenía muy claro pues "en las batallas campales entre policías y estudiantes se sentía más cerca de los primeros, hijos de campesinos, que de los sublevados, hijos de burgueses". Malditos cobardes entonces los primeros. Seamos cristianos, que yo no soy el guardián de mi hermano y menos si cabe de mis padres.

 

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