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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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Red tide

 

Mi nombre es Peter Parker. Igual que el hombre araña. Mis padres eran así de gilipollas. Estúpidos fans de los cómics americanos. Tengo diecinueve años. Nací en The Castro, la zona gay de San Francisco. Yo no soy gay, claro, pero creo que el nombre hispano de aquella ciudad y el de aquel barrio me han predispuesto siempre a tener cierta curiosidad por el mundo latino.

Para resumir un poco mi forma de ser puedo decir lo siguiente. Soy zurdo. Soy rubio pero me tiño de oscuro. Estudio fotografía. Hablo inglés y español. Me gusta el arte y me considero una persona sensible. Veo cine antiguo y esas cosas. A pesar de todo no suelo llorar a menudo. Sólo hay cinco cosas que me hacen llorar en esta vida; a saber1: el réquiem de Mozart, la poesía de Robert Lowell, la basílica de San Pedro en el Vaticano, la muerte de mi madre y que me la chupen dos cachondas al mismo tiempo.

Que me la chupen dos cerdas es algo incomparable a nada. Cuando veo películas pornográficas, miro a las actrices y parece que disfruten con lo que hacen, tienen una gran desenvoltura. La realidad no es así. En la realidad ves timidez, cierta dosis de rechazo mezclada con una gran cantidad de morbo. Ellas nunca han probado tu miembro. No con sus papilas gustativas al menos. Pero lo comparten, hay competencia, observación... Una persona extraña se interpone entre cada una de ellas y su objetivo, pero sin darse cuenta encuentran una sinergia de tal fuerza que el resultado es brutalmente volcánico.

Libera eas de ore leonis, ne absorbeat eas tartarus, ne cadant in obscurum dice el réquiem en su versión original latina.

Puede que sea por esto que no lloré cuando supe de la muerte de mi amigo. Se llamaba Mark ‘Muffin2' Newson. Por lo que me contaron, estaba de juerga en el hotel cuando de repente comenzó a sentirse tremendamente excitado. Bajó nueve pisos de escaleras corriendo y gritando como un poseso. Salió por la parte de atrás del hotel, que daba a una piscina y, más allá, a una playa semiprivada. En la playa se desnudó y se metió en el agua. Luego se ahogó.

Muffin era un gran tipo. Creo que lo echaré de menos. De hecho sí que lo echaré mucho de menos al bastardo.

En fin. Los muertos huelen mal. Es mejor no tocarlos; y esto me lleva a la historia que voy a contar por fin.

Porque todo sucedió la misma noche que Muffin Newson decidió tirarse al agua del Caribe para bajarse la erección descomunal que lo atormentaba, sin saber que los ahogados aparecen siempre con la verga empalmada, efecto de la acumulación de sangre en todas las extremidades del cuerpo, no importa lo pequeñas que sean.

Aquella noche había decidido salir de fiesta por "la zona". Bajaba por la avenida hotelera acompañado de dos amigos y de tres chicas a las que habíamos conocido en el apartotel. Creo que eran de Alabama o de Georgia por su acento. Unas "rednecks3" muy simpáticas, pero un poco miedosas. Esa clase de chicas cuyo problema no es no saber lo que quieren, como les sucede a algunas, sino querer dos cosas a la vez que están diametralmente opuestas. Querían ser buenas chicas / Querían ser malas chicas. Todo un problema ético si uno piensa un poco en ello. Y si piensa mucho, probablemente llegue a la misma conclusión que yo: hemos recibido una educación que no sirve para nada más que para tener prejuicios y temores absurdos. Quién pudiera dejar de arrepentirse por disfrutar de las buenas cosas que la vida nos ofrece...

Era la primera vez que las dejaban viajar solas. Yo, en cambio, es la tercera vez que vengo al Caribe con mis amigos. Mis padres son un poco más condescendientes, supongo. Cosa de la edad. Tienen ya sesenta años. Yo soy el hijo menor. El pequeño Peter Benjamin Parker. Mi otro hermano, el mayor, vive en Roma. Trabaja para la embajada estadounidense en Italia. Habla cuatro idiomas y esas cosas. No nos llevamos muy bien. En cierto modo prefiero que esté lejos. Siempre nos están comparando.

Para resumir, diré que mis dos amigos eran Melvin y James. No recuerdo los nombres de las chicas, pero una de ellas con tetitas de nadadora se llamaba Deirdre. Era pelirroja, aunque a mí me parece que su pelo estaba teñido. Luego explicaré por qué.

Las noches del Caribe siempre son calurosas. Nuestras tres amigas se habían tomado muy en serio esta aserción, de modo que llevaban muy poca ropa. Mejor para ellas. Muchas discotecas dan bebidas gratis a las chicas en bikini top. Girls in bikini top drink free4, suelen decir. Luego las emborrachan con tequila y las ponen a bailar sobre la barra. Es un espectáculo grandioso. A veces pienso que nos tratan como a monos, pero reconozco que existe un gran placer en eso de dejarse llevar por la masa. Para bien o para mal soy plenamente consciente de ello, no soy ningún idiota. Y sí, me gusta.

Leyendo estas cosas supongo que es fácil pensar que soy un frívolo machista que se cree muy listo. Y la verdad es que lo que dije antes de que me considero una persona sensible es totalmente cierto. Lo soy. Incluso tengo un carácter con clara tendencia a la melancolía. A veces escribo poemas. También escribo relatos, como éste. Siempre cosas autobiográficas. Pienso un poquito como Henry David Thoreau en ese aspecto5. Siempre es mejor hablar de lo que uno conoce bien. Y a quién voy a conocer mejor que a mí mismo. Por eso procuro también no leer demasiado; para no intoxicarme.

Bajábamos por la avenida hablando de nuestras familias. Queríamos tantear un poco cómo eran nuestras nuevas amigas. Todas ellas tenían padres más o menos normales. Dueños de algún pequeño negocio, un taller de coches o una tienda de electrodomésticos. Mis padres son también gente normal. Clase media-alta como se suele decir. Dueños de un hostal en Fillmore Street. También les hablé de mi hermano mayor y de su trabajo como diplomático en Europa. Ellas parecieron sorprendidas y expresaron su interés en que les enseñase una foto suya, lo cual me molestó un poquito, no voy a negarlo. Afortunadamente nunca llevo conmigo fotos de familiares. Mi hermano siempre ha sido el chico bueno de la familia. Y como siempre parece que tiene que existir una contraposición ética que sirva de justificación, es fácil elucubrar que yo soy el chico malo. El chico que no estudia y que agarró una enfermedad venérea a los catorce años. Cada cual es como es, ¿no? Si yo fuese como él no sería yo mismo entonces.

Pobres papá y mamá. Al menos, como podréis interpretar por el tono del relato, no soy ningún espíritu que narre su historia desde el más allá. Por fortuna para ellos, su hijo Peter no muere en el Caribe. Seguro que de algún modo se hubiesen entristecido. Lo siento si el lector se siente decepcionado. Soy consciente de que no caigo bien a la gente.

Las discotecas del Caribe pueden tanto ser cerradas como abiertas. Estas últimas parecen terrazas de cafetería con algo de burdel y algo de feria ganadera. La música suena a todo volumen. El ritmo, alimentado por las voces de los pinchadiscos6, es seguido por docenas de camisas apretadas. Docenas de pechitos y culitos bailan también al compás. Litros de alcohol se dejan derramar sobre bocas y curvas. Subidas a la barra, jovencitas locales de aspecto monísimo, animan al personal masculino con sus sensuales contorneos. Junto a ellas, camareros de agilidad prodigiosa sirven "chelas" y combinados sin respiro. A veces te miran socarrones, insinuando que necesitan algo de propina para seguir a la misma velocidad. Tú los comprendes, echas unas monedas a la cajita de "tips" y esperas a que te sirvan a la vez que disfrutas de sus malabarismos. Unos glúteos duros y calientes se menean junto a tu cabeza, pero la habilidad del camarero es todo un espectáculo digno de verse sin interrupción.

James y yo habíamos ido a por las bebidas de todos. Melvin se había quedado con las chicas, cuidando de que no se fuesen. Era el que más labia tenía. Ahora veríamos si podía encontrarse un buen filón en esas minas vírgenes. Teníamos las herramientas adecuadas.

El filtro de amor es la gran maravilla de la ciencia experimental moderna. Existe gente que cree en la magia. Yo creo en la ciencia y, sobre todo, confío en la capacidad creativa de un buen camello, uno licenciado en química si puede ser. El resultado: unos "shots" de chocolate y menta7 con una pequeñísima gotita de bremelanotide mezclada con metanfetamina. Si no te excedes con la cantidad, el resultado no se nota más que lo necesario. Una vez conseguido el efecto, sólo debes preocuparte de una cosa: que sea tu polla la que chupan y no la de cualquier otro que se encuentren.

-Cheers, Deirdre.

-Cheers, Peter.

       -Cheers.

Es muy difícil mantener la compostura cuando ofreces tres filtros de amor a tres sureñas inocentes y poco inteligentes, pero en medio del bullicio logramos que nuestras risas y empujones pasasen desapercibidos como parte de un extraño ritual masculino de acercamiento sexual que las muchachas creían comprender, mirándose jocosas entre sí, sólo para provocar en nosotros un estado de euforia y desenfreno aún mayor que el que nos dominaba, sabiendo además que pronto ellas se unirían a nuestra peculiar percepción de la vida, si bien de un modo un poco más sintético.

Esto que comento no quiere decir que nosotros no tuviésemos una percepción sintética de la vida. Nuestros "shots" también contenían algo de condimento químico, pero distinto al que habíamos ofrecido a nuestras desprevenidas amigas. Creo que Melvin8 había preparado algo especial, una variación de MDMA que provocaba fantasías alucinatorias a parte de la tradicional entactogénesis9.

Por cierto, dije que había nacido en San Francisco, pero la verdad es que vivo en Queens, New York. Lo digo por que puede que esto explique algo de mi carácter. Y no es que justifique nada, estoy orgulloso de mi forma de ser. Es simplemente que a veces pienso que existe una fuerte influencia telúrica en esa ciudad, algo que modifica a las personas que viven en ella, como los cementerios indios o las centrales nucleares.

No hizo falta demasiado tiempo para comenzar a ver los efectos del filtro. Logramos que no se diesen cuenta regando sus gargantas con mayores cantidades de tequila y "chela". De ese modo, confundían su excitación sexual con la efervescencia de la borrachera y no tenían por qué alarmarse. Hice por acercarme a Deirdre y comencé a bailar con ella al estilo de la población local, es decir, frotando el paquete. Creo que fue en aquel momento cuando le dije algo así como:

-From now on your name will be Mary Jane.

Y ella se rió estúpidamente, sin entender bien lo que quería decirle, pero con un calentón que debía tener ganas de frotarse el coño con las esquinas.

El caso es que no recuerdo bien lo que pasó a partir de ahí, porque todo se volvió un poco frenético. Los camareros llegaban con bandejas repletas de "shots" invitación de la casa. El tequila se puede beber, pero fue el mezcal lo que acabó con nosotros. Recuerdo ver a Melvin saliendo de la discoteca con una de las sureñas. James bailaba con la otra y comenzaba a lamerle el cuello y la oreja. Parecía un chucho sicalíptico. La música sonaba con un eco que antes no tenía y la bebida comenzaba a derramarse entre los dedos además de por nuestros gaznates. Haciendo caso a mi sentido arácnido, me arrimé más todavía. Tenía los pelos erizados en punta.

El descubrimiento de que Mary Jane podía no ser pelirroja me desconcertó al comienzo, pero pronto me resultó divertido. Guardé su tanguita en el bolsillo del pantalón y comencé a besar sus carnosos labios. Su cuerpo, trémulo de excitación, me buscaba tan imperiosamente que temí que acabásemos follando en medio de la discoteca. Aparté los dedos de su entrepierna.

-Let's go to my apartment.

       -Yes, please...

Al salir, encontramos a Melvin discutiendo con un gorila. No podía entender bien lo que decían ninguno de los dos. Su amiga estaba vomitando a unos pocos metros de distancia. Lloraba. Se había quitado las sandalias y tenía los pies negros como hollín. Creo que el gorila les decía que se fuesen de allí. No sé qué es lo que harían al final. Mary Jane y yo pasamos de largo camino al apartotel. Ni siquiera nos vieron.

Hice algunas payasadas para amenizar el viaje. Me costó, porque MJ sólo pensaba en sexo y no dejaba de intentar meterme mano. Le demostré lo ágil que era saltando y también lo fuerte que era levantando una moto y tirándola en medio de la carretera. Ella se reía como una loca estúpida y pervertida.

-I'm Spiderman, you know...

Y se reía más todavía, murmurando algo así como que nunca había follado con un súper-héroe.

Era una noche húmeda y calurosa. Una de esas noches que no invitan a caminar borracho. El camino no era largo, pero se convirtió en una auténtica aventura tropical. Un cartel que avisaba del peligro de toparse con cocodrilos nos hizo partirnos de risa. A veces MJ se tropezaba y yo tenía que ayudarla a levantarse para después ser yo quien se caía. Todo funcionaba como si la realidad estuviera representada por múltiples televisores a la vez, y yo no sabía con cual quedarme, porque hiciera lo que hiciera, el barullo me impedía concentrarme.

No logramos llegar al hotel. Mary Jane se tiró al suelo cuando apenas nos faltaban trescientos metros. Se arrastró hasta quedarse tumbada sobre el césped de unos apartamentos color limón. Parecía un desecho humano, con el vestido remangado y el bikini que le dejaba medio pecho fuera, pero eso le hacía parecer todavía más sexy. Un pezón rosado y puntiagudo me llamaba invitante. El cabello, rojo como una llamarada, caía revuelto sobre la lujuriosa hierba. Me acerqué tambaleándome hasta ella.

-Fuck me, you, bastard motherfucker superhero sonofabitch...

Hablaba como la niña del exorcista10.

Pasamos varios minutos retozando entre los gritos y silbidos de los transeúntes. Cuando nos levantamos, vi que le había manchado la falda. No dije nada y ella pareció no darse cuenta. Se recompuso un poco el pelo y, sin decir palabra, seguimos caminando. Mary Jane llevaba las sandalias en la mano. Le quité unas hojitas que se le habían pegado al pelo. Tenía un cabello precioso y yo me sentía maravillosamente. Ella me miró, pero en vez de una mirada cariñosa, me encontré con una contemplación enfermiza y lasciva. Tal vez Melvin se había excedido con el bremelanotide.

El apartotel era un edificio pretencioso, pero me gustaba por el aire postapocalíptico que le daban las huellas del huracán Wilma. Podría haber estado en medio de un desierto nuclear igual que estaba en el Caribe mexicano. Antes de entrar me tanteé los bolsillos en busca de las llaves de mi apartamento. Fue entonces cuando descubrí que las había perdido. Mary Jane hizo un gesto con los hombros. Ella no tenía llaves.

Volvimos algunos metros atrás, pero no vimos nada. En el sitio donde habíamos estado retozando, encontramos un pendiente de MJ, pero ni rastro de las llaves. Debían haberse perdido en otro sitio.

-I want sex.

Parecía que no sabía decir otra cosa. Me estaba poniendo nervioso. Había que hacer algo.

Pensé un segundo y decidí que haría algo sorprendente. Algo digno de un superhéroe. Rápidamente le expliqué que fuese a mi apartamento y que me esperase en la puerta. Yo la abriría desde dentro, pero no podía ver lo que iba a hacer. Ella me hizo caso y caminó como un zombi hacia el portal del edificio. Luego desapareció de mi vista al entrar al ascensor.

Mi idea era simple. El apartamento estaba en un tercer piso. Podía subir trepando igual que hacía el hombre araña en los tebeos. Había terraza, y podía apoyar los pies en una enorme maceta que tendría que mover antes para situar en el lugar adecuado.

Primero coloqué dificultosamente la maceta. Luego me subí a ella y empecé a trepar. La pared estaba áspera. Algunos cables colgaban desde arriba. No parecía muy difícil. Yo me sentía capaz casi de cualquier cosa.

Sirviéndome de un cable, logré alcanzar a duras penas el saliente de la primera terraza. Ésa era la más difícil por estar a más altura. Me quedé casi un minuto colgando hasta que conseguí subirme ayudándome de pies y rodillas. Cuando estuve dentro, sólo pude tumbarme sobre el suelo y suspirar. Estaba cansado, pero ahora sí me sentía verdaderamente capaz de trepar por cualquier edificio. ¡Era el verdadero hombre araña!

Repetí un sistema parecido para llegar a la segunda terraza. Apoyé los pies en la barandilla y me ayudé de un cable que reptaba por la pared. El viento comenzaba a ser un impedimento. Podía con ello. Estaba colgando agarrado de un saliente cuando oí una obscena voz que me decía desde abajo:

-What the fuck are you doing? Aren't we going to have sex?

Cerré los ojos. Quedé en silencio absoluto y esperé unos segundos.

-Fuck off, you wimp. I know you are listening to me. Come down and fuck me you looser sonofabitch.

...

Aquella voz tuvo el efecto de la marea arrastrando algo de la playa. Algo que antes había traído, ahora se lo llevó y borró su huella. Y yo ya nunca supe lo que era. Sencillamente desapareció de mi mente. Como si nunca hubiera existido, sin dejar un vacío oscuro sino una simple superficie blanca; lisa, pulida y blanca. Perdí todos mis poderes. Dejé de creer en mí mismo. No podía trepar el edificio. No podía levantar motos. No tenía sentido arácnido. No, yo no era el hombre araña. No era nadie. No estaba seguro siquiera de llamarme Peter Parker. Me dejé caer. Y caí.

La caída en sí no me hubiera hecho demasiado daño. Fue la cabeza de Deirdre lo que me partió el omoplato derecho. Perdí el conocimiento durante varias horas para despertarme en un hospital rodeado de aparatos y enfermeras. Olía a limpio, el olor universal de los productos de limpieza para hospitales. Un rostro masculino, moreno, algo rechoncho, con ojillos miopes de fanático religioso, se me acercó sonriente.

-Has tenido mucha suerte, muchacho-. Me dijo. -Sólo te has roto el hombro a parte de una leve contusión en la cabeza. Tu amiga está en peor estado que tú. ¡Qué es eso que se había metido? Ahorita está más tranquila, pero anoche tuvimos que amarrarla. Se le echó encima a un enfermero e intentó atacarlo a pesar de tener dos vértebras rotas...

No entendí bien. Murmuré algo sin sentido tratando de recordar palabras en español.

-No te apures. Los dos se pondrán bien en unos días. Tú saldrás un poquito antes, quizá. Ya hemos llamado a tus padres y vendrán a recogerte. Estaban un poco nerviosos, pero los hemos tranquilizado. Y ahora me voy, que tengo que ir a ver a más pacientes. Las enfermeras estarán al tanto. Si necesitas algo, llámame. Soy el doctor Otto Octavius, pero puedes llamarme Doctor Ock11

 

 

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