Desciendo por las calles ya vacías
cuando la noche hiere en su balada.
Nace en el triste asfalto una cascada
mientras acuno al rey de los tranvías.
Tras las ventanas secas sinfonías
coronan con dolor la madrugada.
Yo espero en esta acera abandonada
el autobús donde vendrá el Mesías.
Mañana el sol me dará tus fronteras,
y en ellas se aprestará mi tortura.
En los estadios buscaré tus hombros.
Rascacielos donde sólo hay escombros
levantará radiantes tu cintura.
Me anhelarás pastor en tus praderas.