Cuando traes noticias de aniquilación,
con el estómago pálido de hambre,
el Madrid muerto te sienta elegante
y enroscas vientos para tu bendición.
Ansías que te devuelva tu perdón
que todas tus violentas bocas saben
que guardo en mis entrañas de vinagre
entre tripas medio vivas por dolor.
Quisiera que tragases de mi pecho
veneno que una diosa hizo para ti.
Bebe de mi muerte, Hermes por defecto,
con todos tus nombres vuelve a tu jardín.
Reiré con mi medio pulmón tan negro
de tus muecas al verme contigo ahí.