Ir al contenido

Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

Inicio | Revistas culturales

Señora noche

 

La noche me ha vuelto a abrir un oscuro y secreto infierno. Afuera, la bóveda celeste se impone diabólica, silenciosa, un manto estelar que ahoga todo, muestra sus fauces, intenta tragarme. Me siento pequeño.

Tengo quince años, somos la noche y yo. Prefiero sacar una hoja de papel en blanco, un lápiz y quedarme observando con angustia la página vacía, porque tengo este mal que no sé si sea común: me cuesta trabajo escribir la primer palabra. Me siento inútil, mi edad no me hace niño ni hombre; el virus de la lectura todavía no termina de incubarse en mi organismo y sufro porque nadie en este mundo sabe lo que sentimos mi página en blanco y yo. 

Se burlan las estrellas, casi puedo escucharlas: maléficas damas, mujeres etéreas, princesas tibetanas del rock. Se ríen porque están lejos de mi alcance ¿o seré yo el que está lejos de ellas? No lo sé, ¡Fuera de aquí!

Perdón, estoy desvariando. En esta noche ni las estrellas son de fiar, todo es miedo, frío electromagnético. Soy un poeta con una hoja vacía y saberlo no me sirve de nada. Hay vacuidad, poderosas tinieblas porque me siento incompleto y al mismo tiempo voy cayendo por abismos - la noche tiene ojos y en los ojos tiene abismos, ¿no sabías? - llenos de oscuridad, miseria y ansiedad: mi abismo dentro del abismo.

El cielo se embriaga con pociones nocturnas para transformarse en ese monstruo, mientras yo sólo bebo mis penas agridulces, sorbo a sorbo. Tomaré, quizás, una palabra y le sacaré brillo con mis suspiros, pensaré que alguien en otro lugar de la Tierra, tal vez, esté leyendo algún día mis palabras. Sin embargo, ahora y aquí, se concluye una angustia. La hoja en blanco brilla inmaculada, fogosa y virginal. Mi cuerpo adolescente, imperfecto e inexperto, no logra conectarse con el Universo y los hilos de la escritura. Sin embargo, ahora y aquí, la noche pone a prueba mi resistencia.  

Cielo color tinta, quieres enviar tus males a mi cama, no tengo ganas de dormir entre tus brazos negros. Ya no quiero escuchar tus cuentos ni ser arropado para evitar tu frío, ¡Quiero mi soledad! Yo sé que de un momento a otro, querida noche, te harás vieja y mis manos estarán frías. El tiempo lo tengo a mi favor y tú la eternidad en contra, porque mañana volverás, una y otra vez a asomarte en mi hoja de papel y cuando pasen los siglos, vendrás a asomarte en la hoja de alguien más. Te advierto, noche, que te aburrirás de espiar las hojas de los demás.

Hoy no hay Luna de plata sobre mi mesa. Mira, ha quedado derramada la Vía Láctea de mi vaso  - leche, le dicen - y tratas de sorprenderme con tu amante, el viento, que toca a mi ventana. Meteoriza mi vida si quieres, si se te antoja, no podrás ocultarme a la Luna mucho tiempo y su mercurio volverá a regarse por todas las calles, metalizando árboles, camas, sueños. No estoy inspirado, sólo divago frente al vacío.

El compañero fiel está conmigo, felino cósmico, tiene la nobleza de sus ancestros: gatos salvajes, señores de su territorio, sabiduría depredadora que nosotros los humanos no hemos comprendido. Mi gato tiene el porte de una estatua faraónica, en sus ojos y en los ojos de todos los felinos, están los secretos que nacieron con el Universo, cuando el todo era la nada. Seguramente no lo sabe o finge que no sabe lo que sabe.

Entérate noche, que te estás convirtiendo en madrugada. Mira en las diáfanas pupilas de mi gato, deja que tu luz negra haga de esa supernova el brillo que aniquile tu reinado. Llévate a tus muertos, esconde a tus fantasmas; dame el gusto, sólo por hoy, de haberte vencido.

Y hagamos una tregua: yo guardaré mi hoja en blanco, como todos los días lo hago, te doy mis bostezos en garantía y tú prometes regresar al rato cuando nadie nos moleste. Ofreceré la mejor batalla que hayas tenido, dedicaré cada verso a tu persona. Ya volveremos a hacernos la guerra porque...

- Hijo, ¿no has dormido otra vez? Mira que ya son las 6:00 de la mañana y tienes que ir a la escuela. ¿Te sientes bien o prefieres quedarte en cama? ¿Ya desayunaste?

- Sí mamá, estoy bien. Me olvidé del tiempo, sólo estuve escribiendo unas cosas.

- Ay hijo, no sé qué voy a hacer contigo.

...bueno señora noche, ya sabes, a los poetas nadie los entiende.

 

Comentarios - 0

No hay comentarios aun.


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]