I
¿Y llamas despertar
A confesar que los días están hechos de ausencias?
Los sueños aquellos que viven en otras realidades
Y en éstos, suena un tráfico enroscado en la desolación.
Donde siempre llegamos tarde.
Si te toco, no me tocan otros hombres
Mas quiero otras tus manos en mi vientre,
De repuesto.
De repuesto más presentes,
Más pasados, más futuros,
Que se den paso,
Disimulo y sin tocarse,
Dejando a cada uno transparencias
Expuestas para el cambio de la forma
De mis días, con mis manos.
Sin evitar la memoria, que cercena los espacios
Reservados a morar en los océanos,
Incandescentes al oleaje de los párpados caídos.
Pero vivir sin mirar sobre la mar,
También es perder el horizonte
II
Las tiendas cierran demasiado pronto.
La ducha y la oficina tienen la puerta torcida,
Las llaves lisas, la rutina.
Las manos oxidadas.
Ya no existen los besos de las madres
En la puerta del colegio.
Ya no hay sábanas agitadas en los amaneceres.
Los novios se abrazan por la espalda.
Ayer no tuve tiempo de tender la ropa.
No quiero eternidad.
Me quedo en el reverso del instante.
III
Tengo tres gotas de ausencia en los ojos
Suspendidas, como viento,
Clavadas por la nuca
Como se clavan los errores del pasado.
Que sea yo, mujer sin fecha,
El vértigo de mi apariencia opaca
Se ausenta en la ebria transición
Del humo y el placebo de los hielos.
Noches de ilesos pintalabios.
Yo confieso ser nostalgia
En este mundo inacabado.