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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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"El arte del amor es el arte de hacer el amor" (Jean Renoir)

 

La crítica a lo establecido a través del arte se ha aventurado en ocasiones en el peligroso terreno de la propaganda política, en detrimento de la calidad de original de la propia acción creadora. Jean Renoir nos muestra cómo el compromiso es posible a través del enfoque de  una cámara que, como ventana, se asoma a lo más común, sin máscaras, encontrando la originalidad en la sorpresa ante las costumbres y las simples, y ellas mismas en su plena realidad, extravagantes vidas que nos rodean. El público ve en algunas de sus obras lo mismo que al salir de las salas de proyección, pero la distancia que el cristal de esa ventana crea, es la razón de la extrañeza y del conflicto con lo que es aceptado de hecho como normal.

Los héroes de las siguientes películas no se lanzan a grandes aventuras, están más próximos a la definición del hombre franco, que Renoir caracteriza como el capaz de llevar sus ideas hasta el final. Creador de estos personajes, no entra sin embargo en el valor de sus principios, trabajo cedido al espectador.

 

 La règle du jeu, 1939

Los líos amorosos de burgueses y criados, en torno a una cacería y una representación teatral de los propios protagonistas camuflados en peculiares máscaras y disfraces, es el marco de la crítica en esta película. Renoir nos sorprende en la entrevista concedida con motivo del nuevo montaje de la cinta al afirmar que su intención era realizar una obra agradable; lo que no sorprende es que provocara tanta controversia en su estreno que, aturdido, Renoir decidiera casi destruir la película, eliminando muchas de las comprometedoras imágenes en torno a la moral burguesa de doble filo.

 

Partie de campagne, 1936

El 18 de julio de 1936 luchaban, jugando a orillas de algún río francés, Henriette, hija de una familia acomodada y futura esposa de una pelele de ciudad,  y Henri, un joven barquero. El resultado es una de las escenas más representativas de Renoir, el beso robado y discutida lágrima de Henriette (¿es Henriette o Sylvia Bataille la que llora?). Lo más duro es la resignación con la que Henriette acepta su vida concertada ya antes de ese encuentro. Las escenas del río, del columpio, hablan muy a favor de la influencia de Renoir padre en el cineasta.

 

Boudu sauvé des eaux, 1932

El vagabundo Boudu es la expresión de la naturalidad frente a cualquier exigencia social, incluso su lenguaje es rudimentario, siendo sus muecas y movimientos herederos de los cómicos del cine mudo. La infructuosa búsqueda de su perro le lleva a lanzarse al Sena para seguir buscándolo, o con el propósito de suicidarse, en cualquier caso ahorrándose todo dramatismo. Edouard Lestingois, un pequeño  burgués, le salva ante la mirada de curiosos inmóviles y boquiabiertos y le acoge en su casa para intentar reeducarle, lo que resulta un infructuoso trabajo vivido como un sinsentido por Boudu.                                                                

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