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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 10 de mayo de 2024

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Cosmos

 

"La Belleza es Verdad, la Verdad , Belleza, esto es todo lo que sabemos en la tierra y lo que necesitamos saber"

John Keats

 

Carl Sagan dice que "tiene sentido reverenciar al sol y las estrellas porque somos sus hijos", y es que estamos hechos de estrellas, de restos de supernovas. Nacemos de la muerte de las estrellas, que su último ciclo de vida se van apagando o explotan en forma de novas, supernovas, estrellas de neutrones y nebulosas. Los elementos que forman la composición de la vida nacieron de estos restos fabricados en el núcleo de unas estrellas que en el último ciclo de su vida sufren unas reacciones nucleares en su interior y mueren explotando, dejándonos con impresionantes  imágenes de colosales nebulosas y diseminando por el cosmos estos preciados elementos que sistematizamos en la famosa tabla periódica y de los que estamos formados. La Belleza de un ser humano está en la manera en que estos átomos están dispuestos y en la información recibida a lo largo de más de 4000 millones de años de evolución biológica.

Carl Sagan, de pequeño, se maravilló al abrir un libro de la biblioteca y leer: "las estrellas son soles que están muy lejos". No todas las estrellas son blancas; pueden ser azules cuando son jóvenes y calientes, amarillas cuando son de mediana edad, rojas cuando son viejas y frías y blancas pequeñas o negras cuando están a punto de morir. Cada uno de estos soles está situado a una distancia diferente de nuestro sistema aunque al mirar el firmamento nos parezca ver un manto tachonado de pequeñas luces brillantes, todos iguales y cercanos entre sí. De hecho, las constelaciones están formadas por estrellas muy lejanas entre sí, aunque los astrólogos sigan hablando de la influencia de los signos del Zodíaco sobre nuestras vidas, ignorando este importante detalle, y si tuviésemos que pensar en su influjo gravitatorio, tendríamos que tener en cuenta que la influencia de la matrona o el tocólogo a la hora de nuestro nacimiento sería muchísimo más decisiva que la de unos puntitos brillantes situados a millones y millones de años-luz. Además, las estrellas no están fijas como chinchetas en el cielo, sino que se mueven y sus distancias varían entre sí haciendo que, por ejemplo, hace un millón de años no hubiera lo que hoy conocemos por "Osa Mayor" porque la distribución de las estrellas era muy diferente. Así, por ejemplo, lo que conocemos como osa mayor era llamada en Norteamérica "el Gran Cucharón", en Francia "la Cacerola", en Inglaterra "el Arado", en China es un emperador sentado sobre una nube y acompañado por sus siervos, en la Europa medieval "la Carreta de Carlos" o "el Carro", los griegos y los nativos de América veían la cola de la Osa Mayor, y los antiguos egipcios una procesión con un toro, un hombre en horizontal seguidos por un hipopótamo con un cocodrilo encima. Los antiguos creían que la Vía Láctea era la espina dorsal del firmamento, creían que sujetaba los pedazos del cielo, tenía un valor práctico. Tendemos a reflejar en el cielo animales, objetos, mitos que están en nuestra mente dependiendo de en qué nos fijásemos en cada época; si en los descubrimientos, en la navegación, en la técnica, en la ciencia, en la mitología... Estos mapas estelares que conocemos por constelaciones nos son muy útiles para conocer las posiciones de las constelaciones, para localizar las estrellas, los planetas, los cometas y los meteoritos, aunque inicialmente la astronomía servía para predecir las estaciones, inundaciones, cosechas de frutos...

De la observación y el asombro por lo que nos rodea y por la tendencia del universo a organizarse en estructuras matemáticas nace la curiosidad científica, la admiración por la creación en todas sus facetas. De ahí nacen las preguntas, la investigación, las elucubraciones, los experimentos... Hay preguntas que no conciernen a la ciencia, sino a la religión como "¿qué habría antes del Universo?" Podría responderse que no hay necesidad de una creación, porque ésta ha podido existir siempre, o podemos decir a la pregunta de si Dios no ha existido que tal vez no lo sepa ni él. Una de las cosas verdaderamente misteriosas es cómo por una peculiar combinación de todos estos átomos se da lugar del paso de lo inerte a lo vivo, de lo inorgánico a lo orgánico, todo un verdadero interrogante de la evolución en el primer paso hacia la vida.

 Lo más importante es hacer las preguntas adecuadas, y a este juego se le llama ciencia. Los problemas que tenemos es que la física se encarga de los porqués y no puede responder a estas cuestiones, o, al menos, de momento. El problema que tienen las teorías de física actuales es que no se pueden demostrar y muchas veces se quedan en meras elucubraciones o abstracciones matemáticas como la teoría de las supercuerdas o teorías de la unificación de la mecánica cuántica con la fuerza gravitatoria que intentan explicar el universo como un todo en el que existe una unidad de fuerzas. Además es difícil experimentar en Astronomía y comprender las distancias espaciales y temporales a la hora de estudiar el Universo por su enorme vastedad y medidas. Si hiciésemos una comparación de nuestro calendario con el del Cosmos comprobaríamos asombrados cómo la vida humana del homo sapiens sapiens no se desarrollaría más que en unos pocos minutos finales del último mes del año.

Carl Sagan se dedica a desmontar mitos y prejuicios. Aunque algunos escépticos no quieran aceptarlo venimos de los peces, estamos conectados con todo el Universo, somos parte de él, y el Universo no se ha hecho para el hombre, como afirmaría el principio antrópico, sino que el hombre forma parte del Cosmos, al igual que el resto de la creación, la materia es más antigua que la vida y la tierra está hecha de materia estelar. Si hay vida en otros planetas tiene que estar compuesta de los mismos elementos que la tabla periódica, y las ciencias, las leyes de la naturaleza son iguales en todas las partes, así que si existen otras civilizaciones, también deben de tener este lenguaje común que se llama ciencia. El descubrimiento de que hay un orden, unas leyes naturales, es la base de la ciencia.

Lo que distingue a nuestra especie es la arquitectura de nuestro pensamiento; somos la única especie que ha colocado la información fuera del organismo, y "el secreto consiste en saber qué libros debemos leer". Cuando leemos nos conectamos con la mente de grandes personas. Las bibliotecas antiguamente tenían la inscripción en sus pórticos de "alimento para el espíritu".  Toda nuestra información genética está codificada en las moléculas que forman el ADN en una de las cuales cabrían tantos átomos como estrellas en una galaxia. Descifrar estas informaciones internas y externas a nuestro cuerpo nos ayuda a conocernos mejor en toda nuestra integridad como personas y a saber cuáles son nuestros límites, por ejemplo que no podemos viajar más rápido que la velocidad de la luz, sólo muy cerca de ésta el mundo se comprime en un túnel y el tiempo se ralentiza, los relojes también, y el tiempo se dilata, como en el episodio de la Cueva de Montesinos del Quijote.

Sagan nos advierte de que "podemos hundir nuestra civilización en tinieblas o dar a cada habitante una vida abundante y plena, para perfeccionar nuestro conocimiento del universo y para trasladarnos a las estrellas", como también defiende Stephen Hawking. Es importante intentar comunicarnos con otras especies, seres humanos, conocer otros mundos e inventarlos porque ése es un gran paso para entendernos mejor y conocer más sobre nosotros mismos y los grandes enigmas y escondidos secretos, maravillas y portentos de la Naturaleza, del Cosmos que florece y del que germinamos.

 

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