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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 9 de mayo de 2024

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El aprendiz de brujo y el misterio cromático

 

Apuntes sobre Funciones Léxicas entre términos que designan color y sus adjetivos derivados

Me gustaría comenzar a lo C. S. Lewis: "This is a story about something that happened long ago when your grandfather was a child". Pero mi historia ha pasado hace menos tiempo o, al menos, eso creía yo.

Todo comenzó cuando un pequeño aprendiz de brujo aceptó el reto de la Musa Lingüística: ¿Qué hay tras los colores?

Como sabéis, todos los brujos -y en especial los brujos del lenguaje- buscan fórmulas mágicas que expliquen cosas.

Así fue cómo el aprendiz comenzó a saborear sus primeras exquisiteces cromáticas. Descubrió que existía una palabra que se aplicaba únicamente al color del vómito: porráceo (!) y otra-más bonita- que sólo describía a los ojos azules: zarcos.

En esto, también aprendió historia y vio que la segunda guerra de independencia italiana fue fructífera en lo que a colores se refiere, ya que los colores solferino y magenta, se deben a las batallas del mismo nombre, acuñados en recuerdo a la sangre derramada en 1859.

Más tarde, también oyó hablar de un tal Fuchs, que inventó el fuxia mientras miraba flores alemanas.

Pero el aprendiz no quedaba contento con estos manjares, y la Musa Lingüística insistía en que había algo debajo de ese amalgama de redes de colores que se interconectaban entre sí.

Para saber que los colores están relacionados entre sí no hace falta ser brujo. Echemos un vistazo a los adjetivos derivados de color. Todos utilizamos palabras como rojizo, negruzco o anaranjado. Añadimos sufijos a colores y ¡oh casualidad! el mundo nos entiende cuando decimos palabras que no existían antes. ¿Una prueba de ello? Por ejemplo: "rojoso", con casi 1000 Google-apariciones, o el valiente "amarillado", con algo menos de 400. ¿No os parecen muchas apariciones para palabras que técnicamente no existen?

Entonces, si ocurre esto, si entendemos colores que no existen, es que hay algo allí debajo. Y nuestro aprendiz, pensando que en las definiciones de las joyas lexicográficas encontraría la solución a esa maraña de interconexiones, se dedicó a investigar tooodas las definiciones del DRAE con la palabra color (nada menos que 2281)... Pero esta búsqueda le sirvió de poco. Nada de fórmula mágica, es decir, nada de relaciones sistemáticas, es decir, recurrentes, es decir, predecibles.

Sin embargo, ingenuamente (y no tan ingenuamente) seguía sospechando el aprendiz (y sopechamos nosotros) que la conexión que hay entre rojo y rojizo será similar a la que hay entre azul y azulado. Incluso con los colores más sofisticados (zafíreo, armiñado, arrosquetado...) volvemos a encontrar una prueba: la relación es la misma.

Si intentáramos encontrar una realización de estas relaciones recurrentes en nuestros diccionarios acabaríamos como el pequeño aprendiz: desquiciado.

Tan desquiciado, que emprendió un viaje hacia tierras lejanas en busca de respuesta. ¿Por qué rojizo "tira a rojo" (DRAE), mientras que amarillo es "del color semejante al amarillo" (Clave) ? y ¿por qué azulado es "algo azul" (Moliner) y verdoso en "del color semenjante o con tonalidades de verde" (Clave)y no al revés? A lo mejor el azulado es el que tiene tonalidades -¿qué es tonalidad?- y el verdoso es algo verde, quién sabe. Para colmo, grisáceo es "de color gris o parecido a él" (DRAE) y ¡sorpresa! rosado es "dicho de un color: como el de la rosa" (DRAE). Por cierto, ¿de cuántos colores puede ser una rosa?

Si subyace la misma idea, ¿no sería mejor crear un modelo para todos ellos? El pequeño aprendiz pensó todas las incongruencias lexicográficas y se respondió a sí mismo: "...that happened long ago when your grandfather was a child." Pero ya no. Y siguió buscando.

Y tras topar y preguntar a muchos llegó a Canadá, donde oyó hablar de la MTT (Meaning-Text linguistic theory) y se encontró con un ruso famoso que le dijo: "He aquí un ejemplo de Función Léxica". (?).

El aprendiz volvió a su casa e investigó y se dio cuenta de que al menos para esos ejemplos de adjetivos derivados podría aplicarse la Función Léxica Micro (posesión de una propiedad en grado mínimo): F(x) Micro (azul) = azulado; o sea, que no llega a ser azul.

Y así fue como el pequeño aprendiz comenzó de dilucidar el misterio de los colores, mientras que otra pregunta comenzó a golpearle en el cerebro...

Si se puede sistematizar un pequeño grupo de palabras del léxico como éste, ¿no se podría hacer lo mismo con todo el lexicón, añadiendo algunas funciones más, quedando así todas las palabras y lexías interrelacionadas como mil telas de araña? Pero esta vez no se iría hasta Canadá para descubrirlo.

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